Cuando barajar y dar de nuevo se vuelve una costumbre
Colón está terminando una nueva temporada del fútbol argentino y no de la mejor manera. Desde que se fue Eduardo Domínguez, que no fue hace mucho tiempo, ya pasaron cuatro entrenadores más. Cuatro proyectos y perfiles distintos de técnicos, desde la experiencia de Julio Comesaña a los primeros pasos de Esteban Fuertes y Marcelo Goux.
En cada uno de los inicios o de los finales de cada entrenador siempre quedó un gusto inconcluso, de aguardar a lo próximo, de interinato. Sin embargo los partidos pasaron, la victoria ante San Pablo se mudó a las retinas, la eliminación de la Copa llegó y la realidad comenzó a golpear el barco.
El poco planeamiento a futuro, acompañado de algunos “proyectos” que no llegaron ni si quiera a comenzar, llevaron a Colón a dejar de soñar con una clasificación a una Copa Internacional en 2020 y comenzar a pensar en la tabla de abajo.
Comenzar nuevamente ya es una costumbre en Colón, cada algunos meses, llenando esos partidos de por medio con actuaciones tiradas de los pelos. Lo que en algunos clubes se da cada 3 o 4 años con entrenadores yéndose por la puerta grande, en Colón sucedió en un margen de no más de cuatro partidos, con ciclos aparentemente cumplidos que se renovaron por obligación.
El momento de despertar es ahora, tal vez es tarde, por los pasillos del estadio se comenzó a discutir sobre el futuro, que hoy por hoy ya debe ser más que una preocupación en los dirigentes sabaleros. Quedó demostrado que lo improvisado, en el 99% de los casos, no funciona y con la distancia se nota como una pérdida de tiempo
En lo mediato Colón necesita puntos como el agua, aunque se esté esperando el final del torneo para barajar y dar de nuevo, una vez más.