Es innegable y no es exagerado decirlo: las palomas han invadido la plaza Constituyentes, centro neurálgico del tradicional barrio homónimo. Y la preocupación de los vecinos crece día a día, por los riesgos sanitarios que esto podría conllevar, pero también por los olores que se desprenden de algunos sectores de ese espacio público que están "parquizados" con heces. Dichos olores son tan nauseabundos que repelen a posibles compradores, aseguran los comerciantes de la zona. 

La pregunta es: ¿hay una solución para este problema? Todo Pasa consultó a Darío Manzoli, profesor de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL e investigador del Conicet. 

"Todos los animales tienen agentes (parásitos) que se comparten entre ellos y los seres humanos. Tanto las aves (palomas, loros) como los perros y gatos", comenzó, para indicar que esa circunstancia no es privativa de las palomas. De hecho, afirmó, "hay que estar atentos con una de las principales vías de contagio que es la materia fecal" con respecto a la totalidad de las especies. 

En referencia a las palomas, pidió diferenciar entre la típica especie que habita, por ejemplo, el Palomar de Santa Fe (la grande, casera); de las torcazas y de las torcacitas. En la plaza Constituyentes, dijo, se trata del segundo tipo.  

Esto último, sugirió más adelante, hace aún más difícil controlar la superpoblación, ya que las pruebas que se han ido haciendo -algunas con buenos resultados- siempre han involucrado la primera tipología. 

Pero además, con la torcaza se han intentado sonidos, imágenes, vuelo rasante de aves rapaces; que funcionan por un tiempo, hasta que se acostumbran. 

No obstante, según Manzoli no es imposible reducir la población a largo plazo. Sucede que se deben tomar medidas constantes e ir cambiando la metodología. Y mientras tanto, lavarse las manos luego de ir a la plaza. 

A modo de consuelo, el experto advirtió: "el de las torcazas es un problema en muchos lugares del mundo". Mal de muchos...