Beatificaron a Angelelli, dos sacerdotes y un catequista asesinados por la dictadura

La multitudinaria ceremonia fue presidida por un enviado especial del papa Francisco a la capital de La Rioja.

La ciudad de La Rioja fue escenario hoy de la beatificación de los primeros cuatro mártires que fueron asesinados por la última dictadura cívico-militar, entre ellos el obispo Enrique Angelelli.

La histórica celebración, que se desarrolló este sábado en el Parque de la Ciudad de la capital riojana, fue encabezada por el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal italiano Angelo Becciu, y concelebrada por unos 50 obispos argentinos, presididos por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, y unos 300 sacerdotes. En representación del gobierno nacional asistieron la vicepresidenta Gabriela Michetti y el secretario de Culto, Alfredo Abriani, informaron a Télam fuentes oficiales.

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Con el lema "Pascua riojana, alegría del pueblo", la Iglesia de la provincia vivió un día histórico: la beatificación –es decir, el paso previo para ser declarado santo-- de monseñor Angelelli, los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico catequista Wenceslao Pedernera.

Con el impulso del papa Francisco, en 2018, el Vaticano dispuso que todos ellos sean declarados beatos, al probarse que su asesinato "por odio a la fe", durante la última dictadura militar, en 1976, constituyó un martirio.

¿Quién fue Enrique Angelelli?

Fue asesinado en 1976, sus colaboradores tambièn, dos sacerdotes y un catequista. El papa Francisco reconoció su martirio y por eso hoy se concentraron miles de personas para participar de la ceremonia de beatificación.

Pasados cuarenta y dos años después de su asesinato la Iglesia beatifica y pone como ejemplo de vida a Angelelli y a sus compañeros mártires.

La beatificación de Angelelli y sus compañeros se une a la del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, también por razones martiriales. Con ambas el papa Francisco reconoce a católicos que, durante los años de las dictaduras militares en América Latina, se comprometieron en favor de los más pobres y perseguidos.

El obispo Marcelo Colombo, fue quien se encargó de recoger información, sortear obstáculos y resistencias institucionales y ordenar el proceso vaticano para obtener la declaración martirial. Fue determinante para la beatificación la voluntad política del papa Francisco, último responsable de adoptar la determinación eclesiástica.

¿Cómo fueron los hechos?

Angelelli nacido en Córdoba el 17 de julio de 1923, fue ordenado sacerdote en Roma en 1949, y obispo auxiliar de Córdoba en 1960. Antes, como cura, había trabajado como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC). Siendo obispo participó de las sesiones del Concilio Vaticano II (1964-65), un acontecimiento fundamental en la renovación de la Iglesia Católica. En 1968 el papa Paulo VI le confió la conducción de la diócesis de La Rioja y allí desarrolló un intensa labor pastoral con trabajadores y campesinos, que le trajo como consecuencia la persecución de parte del poder económico y político de la provincia y del nivel nacional.

Angelelli mantuvo enfrentamientos públicos con los militares y sus sacerdotes y colaboradores desde el primer día de la dictadura. En mayo de ese año los militares tomaron la determinación de suspender la misa radial que el obispo difundía cada domingo y que tenía gran audiencia en La Rioja. El lugar de Angelelli fue ocupado por un sacerdote capellán castrense. Pero los enemigos no eran solo internos. 

Hay numerosos testimonios del odio que la posición político religiosa de Angelelli generaba en los sectores conservadores. Según consigna Oscar Campana en su libro Su sangre en el lodo (2019) sobre el obispo asesinado, Antonio Erman González, quien fuera ministro de Economía de Carlos Menem, afirmó que "en una reunión de empresarios llevada a cabo en Chilecito a principios de julio (1976), se habló de que Angelelli era un obispo rojo y estaba marcado para caer".

El obispo lo sabía porque cada detención de alguno de sus colaboradores era acompañada de un mensaje para el titular del obispado de La Rioja, con amenazas y advertencias. Tenía conciencia de que su vida estaba en peligro. Pero en esa situación también se sintió desamparado por la Iglesia y por sus compañeros obispos. Y se lo hizo saber así a sus colegas obispos en una carta que envió a la Conferencia Episcopal después de que su vicario general, el cura Esteban Inestal, fuera detenido en Mendoza el 12 de febrero de 1976. En ese documento, rescatado por Miguel Baronetto, uno de los más importantes biógrafos del obispo asesinado, Angelelli le decía a sus colegas que "Hoy cae un vicario general, mañana (muy próximo) caerá un obispo. Por ahí se me cruza por la cabeza el pensamiento de que el Señor anda necesitando la cárcel o la vida de algún obispo para despertar y vivir más profundamente la colegialidad episcopal" (Vida y martirio de Mons. Angelelli, 2018).

Beatificación de Mons. Angelelli y tres mártires asesinados en 1976.