Una familia vivió encerrada 9 años en un sótano esperando el fin del mundo
Seis jóvenes y un adulto, a quien ahora investigan como posible secuestrador, estuvieron recluidos y casi aislados del mundo.
Encerrados en el sótano de su granja durante nueve años, sin contacto con el exterior, un hombre y sus hijos esperaban el fin del mundo en una localidad aislada del centro de Holanda.
Todo salió a la luz cuando hace algunos días el hijo mayor, de 25 años, logró salir e ir al bar del pueblo donde relató los confusos detalles del caso, que ahora investiga la policía.
Los medios holandeses reportaron la historia que, de a poco, se conoce después que la policía fue a revisar la granja de Ruinerwold.
En la casa, completamente aislada por un frondoso bosque, los agentes descubrieron una escalera oculta detrás de un mueble que conducía al sótano en el cual hallaron a un hombre en una cama, en muy mal estado, a causa de un accidente cerebrovascular. Junto a él estaban seis jóvenes, de entre 18 y 25 años, cuyos nacimientos no figuran en el Registro Civil.
Las primeras reconstrucciones se hicieron en base a los relatos del hijo mayor. Al parecer, la familia vivió durante nueve años completamente aislada y algunos de los niños ni siquiera sabían que el mundo está habitado por otras personas.
El alcalde de Ruinerwold, Roger de Groot, dijo que jamás "había visto una situación similar".
El jefe de la familia, de 58 años, fue arrestado. Sin embargo, precisó el alcalde, no es el padre de los niños ni el propietario de la granja; todavía no están claras su identidad ni su rol en esta historia.
"El hombre es sospechoso de estar involucrado en un caso de privación de libertad ilegal y de atentar contra la salud de terceros", explicaron los fiscales holandeses encargados del caso.
De Groot explicó, además, que la madre de los seis chicos había muerto antes que la familia fuese a vivir en la graja, donde fueron hallaron.
Los seis y su "padre" fueron enviados a un instituto en espera de que la policía efectúe las requisas necesarias y defina los contornos de una historia todavía poco clara, cuyos detalles las autoridades intentan mantener reservados por respeto a la privacidad.
En tanto, de los testimonios de los vecinos surge que nadie había visto jamás a los niños, tampoco al padre. Y que en un arbusto junto al ingreso de la granja había una cámara que siempre desalentó a los vecinos a acercarse.