Las 11 razones físicas por las que siempre estás cansada
Ni es normal sentirse agotada ni hay que esperar a las vacaciones para sacarse esa fatiga permanente. Motivos y soluciones.
1. Dormís poco
Suele ser la causa más fácil. A veces es porque llegás a casa tarde del trabajo; o ese afterwork que se alarga más de lo esperado. O porque madrugas mucho para ir al gimnasio. Sin embargo, no se puede olvidar que cada vez es más frecuente encontrarse con personas que roban horas al sueño porque se acuestan tarde viendo series o chateando.
“La luz azul de estos dispositivos inhibe la producción de melatonina, la hormona que naturalmente producimos para dormir y que empieza a actuar a medida que la luz declina. Si sigue habiendo luz, el cerebro interpreta que es de día y no hay que dormir. Cuando por fin nos metemos en la cama, que ya de por sí es más tarde de lo debido, el sueño tarda en aparecer”, advierten los doctores Juan Antonio Madrid y Ángeles Rol, expertos en sincronización del sistema circadiano del grupo Cronolab de la Universidad de Murcia.
2. Exceso de estrés
El estrés es una reacción natural del cuerpo ante una situación de emergencia. La coach de ASESCO, Carmen Parrado, establece una diferencia entre el estrés episódico, muy intenso, pero de corta duración (cuando te dejás el bolso en un taxi con toda la documentación) y el crónico, que es la exposición constante a situaciones de agobio (clientes que te obligan a cambiar los proyectos varias veces, plazos de entrega demasiado cortos o la sensación de que no tenés tiempo suficiente para ir al gimnasio).
“Cuando el estrés se alarga en el tiempo se convierte en distrés. Aparece el cansancio, la fatiga, la desgana, la irritabilidad y la sensación de bloqueo mental”. Un primer paso es revisar cómo organizas tu agenda, tu propia autoexigencia (a lo mejor no podés ser perfeccionista con todo) y asumir que tal vez tenés dependencia de la aprobación de los demás (vienen amigos a cenar a casa y, en vez de encargar pizzas, cocinás como si estuvieras en Masterchef para que digan lo buena cocinera que sos).
Si la situación empieza a debilitarte demasiado o hay síntomas de ansiedad o depresión, buscá un psicólogo o un psiquiatra por si hay que abordar con tratamiento farmacológico.
3. Sos sedentaria
¿Notás que cada vez dormís peor, y eso que no vas al gimnasio y trabajás sentada? No es malo pasarse un fin de semana sin hacer nada en particular, básicamente quedarte puertas adentro.
El problema es cuando esa es la pauta habitual. Desde la Unidad de Salud Deportiva del Hospital Nisa Vithas Valencia 9 de Octubre, su responsable el doctor Darío Sanmiguel, advierte que el sedentarismo altera el patrón de sueño.
“Tras hacer cualquier tipo de actividad física hay un cansancio saludable que va a ayudar a conciliar el sueño y a dormir mejor. Cuanto más cansado estás, mejor vas a descansar”, explica y añade otro problema: cuando no hay actividad física de ningún tipo, los músculos se debilitan y la salud cardiovascular empeora. Por eso cualquier pequeño esfuerzo te cuesta horrores.
4. Tenés anemia
¿Sabías que el 20 por ciento de las españolas en edad fértil padece anemia ferropénica? Consiste en un déficit de hierro, un mineral imprescindible para la formación de la hemoglobina encargada de llevar oxígeno a las células del cuerpo, incluido el cerebro.
Si escasea lo vas a notar como agotamiento, dolor de cabeza, mareos o somnolencia. Aunque la receta de las abuelas sea siempre comerse un par de churrascos (tres kilos de kale si eres vegana), no siempre es la solución.
“La anemia no siempre se debe a un bajo consumo de alimentos con hierro”, explica la hematóloga Patricia Martínez Pons, del Hospital Vithas Castellón. “Puede haber otras razones, como que se pierdan más hierro y glóbulos rojos de los que crea el cuerpo (atención a las menstruaciones muy abundantes o algunos deportes con alta destrucción de hematíes, como los ultramaratones) o que el cuerpo no pueda absorber bien el hierro que se consume por una enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn”.
Si ves que tu dieta no tiene defectos, pero te sentís agotada, es mejor consultarlo con el médico y pedir unas analíticas que comprarte un suplemento de hierro por tu cuenta y riesgo. De paso evitá mezclar en la misma comida alimentos con hierro y taninos (vino, café, chocolate), ya que dificultad su absorción. O, al menos, esperá 60-90 minutos para tomarlo.
5. Falta de vitamina B12
Solemos echarle la culpa al hierro, pero no siempre es cosa suya. Para que el cuerpo fabrique glóbulos rojos hace falta vitamina B12. Se encuentra en niveles aceptables en todos los alimentos de procedencia animal, pero si sos vegana sí o sí debés suplementarte.
“Con un simple análisis de sangre podemos contar las células sanguíneas y medir el tamaño de los glóbulos rojos. Si son muy grandes o hay pocos la causa de la anemia podría ser falta de vitamina B12, aunque hay que descartar otras causas”, declara el hematólogo Carlos Besses Raebel, miembro de Topdoctors.
6. Tenés apnea del sueño
Dormís tus ocho horas diarias, pero te levantás cansada y te tirás el resto del día medio zombie. Preguntale a tu pareja si roncás por la noche o si, de pronto, dejás de respirar más de lo normal. Podrías tener apnea del sueño.
“Los pacientes con apnea del sueño duermen las mismas horas, pero no las duermen bien. Su eficiencia del sueño está disminuida. Por eso se sienten cansados durante el día”, declara la doctora Olga Mediano, neumóloga y coordinadora del Área de Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
7. Demasiada empatía
Tomarse los problemas ajenos como propios o involucrarse demasiado en cuestiones que exigen decisiones delicadas, pero que no están en nuestro poder, puede llegar a agotar.
El psicólogo Carlos Antonio Rodríguez Méndez, responsable del área Psicología y Mindfulness de Slow Life House, advierte que demasiada empatía no es buena. “Quienes constituyen personalidades demasiado empáticas son, a su vez, personas muy influenciables. Esto provoca un profundo agotamiento, más cuando casi siempre ocupan la posición de cuidadores o ‘escuchadores’. Esta fatiga por compasión no solo provoca cansancio físico y emocional, sino que puede derivar en un riesgo a desconectarse emocionalmente de sí mismos, asumiendo los problemas de los demás como propios”.
8. Problemas con el gluten
Tanto la enfermedad celiaca como la intolerancia al gluten pueden provocar dolores de cabeza o de las articulaciones y cansancio. En el caso de la celiaquía puede aparecer incluso anemia. Desde la Federación de Asociaciones de Celiacos de España apuntan que la celiaquía afecta al 1% de la población europea, siendo el doble de frecuente entre las mujeres.
9. Sufrís astenia (disminución de la fuerza muscular) primaveral
Es llegar el buen tiempo y, de pronto, sentirte como si te dieran una paliza. Bostezos, cansancio, irritabilidad, inapetencia… Llegás a tu casa como si no pudieras con la vida y no entendés bien por qué. Tenés astenia primaveral.
O la sufre tu hijo, que pasa de ser muy hiperactivo en el colegio a regresar como si le hubiera pasado un camión por encima. El doctor Salvador Martínez Arenas, responsable de la Unidad de Pediatría del Hospital Virgen del Consuelo de Valencia y del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime de Castellón, explica por qué sucede: “Los cambios de estación causan una disminución de la betaendorfina, que es la hormona que produce bienestar en el organismo. Es una patología leve que dura entre una semana y quince días, más o menos lo que tarda el organismo en adaptarse a los días más largos de sol y a las nuevas temperaturas”.
10. Hipotiroidismo
Comés bien, saludable y equilibrado. Puede que incluso hayas ganado algo de peso. Podría ser hipotiroidismo: tu glándula tiroides tiene dificultades para fabricar sus hormonas (la más importante es la tiroxina) y tu metabolismo no funciona bien.
“No siempre se observa ganancia de peso. En cambio, son más frecuentes otros síntomas muy inespecíficos como cansancio, depresión, disminución de la memoria, piel seca, caída del cabello…”, declara el doctor Luis Vila, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Puede ser porque tomás poco yodo con la dieta (apunta en la lista de la compra leche, pescado y sal yodada). Pero también puede haber un proceso autoinmune e, incluso, algún tumor. Consultalo con el médico para salir de la duda.
11. Entrenás demasiado
Te anotaste a un maratón y todas las semanas corrés muchísimos kilómetros. O hacés horas extra en el gimnasio para meterte en el vestido de novia. Puede que el programa de entrenamiento sea demasiado exigente para tu nivel o que duermas poco y no termines de recuperarte.