Delfino: "Soy más recordado por las operaciones que por las medallas"

El escolta santafesino charló sobre sus comienzos y distintos aspectos de su vida, donde debió sortear siete intervenciones quirúrgicas en 3 años para volver a las canchas

En Cento (Italia), muy lejos de sus afectos, Carlos Delfino afronta junto a su familia la cuarentena, que viene siendo más larga que los argentinos por la cantidad de afectados y  muertos que generó el coronavirus en dicho país europeo.

El Cabezón charló este viernes con Momento ASB, el ciclo de charlas virtuales que se emite por el canal de Youtube de la Asociación Santafesina de Básquet.

En el inicio reconoció que "arranqué en Olimpia (VT), donde mi papá estaba jugando. El primer club en Santa Fe fue Rivadavia pero fui una práctica y no me gustó. Entonces me fui a Macabi, luego pasé por Atlético San Jorge, Deportivo Roca, aunque al regresar a Macabi pasé muchos años lindos".

Más adelante destacó que "de la mano de Gabriel Aizensztein aprendí mucho, me fui un año a CUST, pero en Macabi me sentí bien, los entrenadores me enseñaron un montón, Gabriel me enseñó a amar el deporte, en esa edad es lo mejor que te puede pasar, cada vez que lo veo se lo agradezco porque estaba todo el tiempo atrás mío".

En otro tramo de la charla recordó que "en 1998 jugamos un Hexagonal para ascender con CUST. Un día después de una práctica viene Gachi Ferrari y nos dice la noticia, a la vez que expresa que teníamos que vender pollos y empanadas para reunir fondos. Teníamos una alegría enorme. Jugué con los hermanos Calvelli, Negri, Diego García".

Cuando le tocó hablar de Antonio Ferrari, otro de los DT que lo marcó, Delfino apuntó: "Tiene una gran amistad con mi papá, siempre busca mejorar al jugador, aprendí mucho y le tengo un aprecio especial, cuando iba a Unión me hacía siempre hacer ejercicios, se lee todos los libros, ve todos los videos, es un gran apasionado".

Con tanto recorrido en clubes de la NBA, indudablemente tuvo tiempo para volver a hablar de la Generación Dorada y su conquista en Atenas 2004. Al respecto sentenció: "La amistad que generó ese grupo no la viví con nadie. Todos los días tenemos un chat donde hablamos de la vida, ese equipo el año después que ganó el Oro no estaba más, fue a la guerra y la ganó, marcó mucho para el básquet argentino, somos todos amigos, voy a estar siempre agradecido de poder integrarlo".

Jugar en la Selección Argentina determinó que en 2008 tuviera la decisión de abandonar la NBA para jugar en el Khimki de Rusia. Una anécdota que desembocó en un hecho triste que Delfino contó de manera detallada: "Me fui a Rusia por la Selección, cuando terminé en Toronto no tenía contrato y me ofrecían uno de productividad. Entonces decidí firmar con la mejor oferta, aunque después yendo a jugar un amistoso a Grecia con Olympiacos me enteré que por muy poco ellos no me contrataron. De pasar del calor pasé a un frío muy duro".

Para luego agregar: "Tengo la medalla de oro, pero yo quería estar en Beijing, por eso firmé en Rusia también. Y la medalla de bronce es la que me falta (NdR: se la robaron cuando vivía en un country de Santa Fe), para mí es la más querida, por cómo la logramos, lo que representó haberla obtenido. No quiero ponerme meláncolico, compañeros me ofrecieron una réplica pero no es lo mismo. Actualmente no se nada del paradero de esa medalla, es como que me falte una mano".

Después del nacimiento de sus mellizos en 2012, jugar en gran nivel con Houston Rockets y ganar el Olimpia de Plata, Delfino comenzó a transitar un calvario de lesiones que lo tuvo 1171 días afuera de las canchas, con 7 operaciones de tobillo incluidas.

El paso del tiempo le permite recordar esos duros años con tranquilidad: "Es parte del pasado, lo conté en charlas, son cosas que te da la vida y ahí es donde te das cuenta que la salud es lo más importante. De hecho ahora estamos en cuarentena por una situación de salud. Me frustra mucho ponerme mal, y me doy cuenta que soy recordado por las operaciones que por ganar medallas o la carrera que tuve, se me valora más la tenacidad, cuando uno quiere puede, se esfuerza y vence todo, hoy sigo entrenando, puedo caminar bien y me siento todavía jugador de básquet".

En la parte final enfatizó que "cuando uno demuestra el esfuerzo las cosas llegan, que se enamoren los chicos de esto, cuando a uno le gusta todo es más fácil, uno aprende a mejorar entrenando mucho. No hay secretos, la dedicación no puede faltar. Yo me siento un jugador de la Asociación Santafesina, por ahí la vida me cambió en un día cuando me fui a Italia pero sabiendo que pasé momentos muy lindos en el básquet de mi ciudad. Siempre me sentí una bandera de la Asociación Santafesina".