El Museo Ameghino cumplió 106 años y lo festeja en sus redes sociales
Se trata del museo provincial más antiguo de Santa Fe. Desde la institución invitan a niños y grandes a registrar fotográficamente la biodiversidad y compartirla con el museo.
El Museo provincial “Florentino Ameghino” cumplió 106 años y lo está festejando de una forma muy particular por esta pandemia donde no puede abrir sus puertas y recibir a los santafesinos como lo hace habitualmente por las medidas de aislamiento social y cuarentena.
Por estos días, el museo le propone a sus visitantes que sigan las redes sociales de la institución (en el isntagram museoflorentinoameghino y en el facebook @museoameghino) donde se pueden ver imágenes maravillosas de nuestra flora y fauna actual y que compartan imágenes de los animales y plantas que se puedan capturar con celulares o cámaras de fotos.
Andrés Pautasso, coordinador del Museo Florentino Ameghino, sostuvo por LT10 que “todos podemos hacer un aporte para registrar nuestra biodiversidad y de esta manera trabajar mejor la conservación. Un ejemplo es el Aguara Guazú que muchos usuarios registraron, animal que está en peligro de extinción. Nosotros trabajamos con otros ministerios desde hace años en el cuidado de este animal”.
La historia del Museo
El 15 de mayo de 1914 fue inaugurado oficialmente el Museo Escolar “Florentino Ameghino”. Esto sucedió durante la gobernación del dr. Manuel Menchaca (1912-1916), y había sido impulsado fervientemente por el director del Consejo General de Educación Don José Amavet.
Originalmente el Museo Escolar se ubicaba en el salón de actos de la Escuela Sarmiento, y su función era la de proveer al docente de elementos de alto valor didáctico tanto de las ramas de las ciencias naturales como de las sociales. Poseía equipos modernos de proyección luminosa, contando así con un epidiascopio y un cinematógrafo.
Durante los diez primeros años, dirigieron el museo Juan Ravinale, Jorge Laferriére, Ramón Dufour y Ernestina Molina; destacándose el paso prolongado de Ariosto Licursi un aventajado estudiante del Colegio Nacional de Santa Fe, distinguido periodista, y más tarde médico acreditado y comerciante. Este último habría de perfeccionar el servicio educativo del museo, y proyectar su expansión.
En 1924 el arribo de Roberto Rovere a la conducción logra un impulso vivificante del museo. En apenas nueve años de labor logró una primera mudanza a un local más amplio ubicado en Primera Junta y San Martín, donde pudo dividirse al museo en salas temáticas.
Rovere, que era un naturalista reconocido, incorporó el valor científico a la colección, ya que comenzó aquí a valorizarse el estudio de los objetos y el catalogado sistemático de los mismos. Esto, sumado a la realización de campañas propias y a una fluida relación con otras instituciones homólogas del país, posicionó al Ameghino en el tercer puesto de importancia a nivel nacional, antecedido por los museos de ciencias naturales de Buenos Aires y La Plata.
El testimonio de este avance puede apreciarse en las publicaciones de reconocidos científicos como Joaquín Freguelli, Alfredo Castellanos y Ángel Zotta, entre otros, quienes estudiaban los materiales del museo remitidos por Rovere.
Durante la gestión de este distinguido naturalista se logra imprimir la primera publicación propia del museo (año 1931), y entre otras cosas, se incorpora el servicio de cadetería para el préstamo de ilustraciones a escuelas, y se consigue un nuevo traslado a un local más amplio, aunque sin superar las expectativas.
La nueva sede del museo fue una vieja casona, ya demolida, que se encontraba en la calle Moreno. Allí se desarrolla buena parte de la historia de la institución, ahora bajo la dirección de Paulina F. de Bellocchio y luego por Minerva Pandolfo de Rafaghelli.
Dentro de este período, entre 1932 y 1943, el museo mantiene una visión similar a la concebida por Rovere, aunque predominó el perfil docente por sobre el científico. Es aquí donde el museo consigue por primera vez un taxidermista en su planta permanente: el naturalista alemán Adolfo Berst, quien luego sería el jefe de taxidermia del Colegio Inmaculada Concepción.
En el año 1943 asume como director el naturalista Guillermo Martínez Achenbach, y sería él quien marcara un nuevo rumbo del museo. Su primer meta fue convertir a la institución en un museo de historia natural, y en 1949, logró dar el primer paso, la división del museo escolar en dos, por un lado el Museo Didáctico “Rosario Vera Peñaloza”, y por el otro, el Museo Provincial de Ciencias Naturales “Florentino Ameghino”.
En el período posterior a la división del Museo Escolar, se destaca el incremento de las colecciones producto de campañas propias, y la edición de publicaciones institucionales como la serie “Anales” y “Comunicaciones” del museo, ambas para divulgar estudios propios.
A partir de 1978, y luego de la jubilación de Martínez Achenbach, el museo es dirigido por Carlos Virasoro, quien siguió el lineamiento de su antecesor de recolectar, determinar, y coleccionar elementos de ciencias naturales, y también a dictar conferencias y organizar cursos específicos.
El museo en la actualidad
Hoy en día el Museo Provincial de Ciencias Naturales “Florentino Ameghino” tiene su sede en el Complejo Educativo Sarmiento, ubicado entre las calles Primera Junta y Primero de Mayo.
En sus salas se exhiben miles de piezas, desde minerales y rocas hasta diversos reinos (hongos, plantas y animales). Entre estas sobresalen las incorporaciones de alto valor patrimonial como lo correspondiente a ciencias naturales de la Herencia Jesuítica (ingresada en 1974).
También los laboratorios de Botánica, Zoología de Invertebrados y Zoología de Vertebrados, poseen depósitos con colecciones para estudios científicos (por ejemplo la colección ictiológica del Instituto Nacional de Limnología ingresada en 2011).
Por su parte la biblioteca y Centro de Documentación “Joaquín Frenguelli” contiene más de 100.000 publicaciones periódicas y 3000 libros; siendo dentro del territorio provincial una de las hemerotecas más destacadas porque el material que posee es proveniente de instituciones tanto nacionales como internacionales, en varios idiomas como el francés, portugués, alemán e inglés, entre otros.
Tanto las diversas colecciones que contiene como una nutrida biblioteca, hacen que el Ameghino sea consultado periódicamente por científicos, investigadores, docentes, por estudiantes universitarios, profesionales de la salud, y público en general.
Audio: Andrés Pautasso
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