Los incendios vuelven con fuerza en medio de la pandemia
En el contexto de la emergencia por SARS-CoV-2, sumado al contexto de bajante histórica del río Paraná, investigadores UNL- Conicet reflexionan sobre las prácticas de fuego, comúnmente conocidas como quemas de pastizales, en las zonas de islas.
Durante una pandemia, puede resultar difícil prepararse para un problema aún más grave. Cuando se vive en un contexto de crisis, pareciera que el tiempo se desvanece como humo en el horizonte entre temores, preocupaciones y quehaceres diarios. Lo que ocurrió es que el humo llegó, pero como consecuencia de las quemas de pastizales.
En lo que va del año, se registraron más de 3.700 potenciales focos de incendios, -bajo jurisdicción de la provincia de Entre Ríos- en las zonas de islas del delta superior del Río Paraná. Según aseguraron los especialistas, es la mayor cantidad en los últimos nueve años, cuyas columnas de humo llegaron hasta Rosario, San Nicolás o San Pedro.
La bajante extraordinaria en la que se encuentra el río Paraná, plantea un escenario agravante de seca que expone a los humedales y se pronostica que los incendios serán más severos. Este avance supone un nuevo escenario de conflictos, ponderando la cuestión sanitaria. Sin embargo, añade un componente más a las alteraciones de los ecosistemas: las zonas antes anegadas, ahora son suelos secos cargados de vegetación o materia orgánica, que resultan ser material combustible que complejizan el control de los incendios.
Pero, ¿qué sucede, si en primer lugar, estos incendios masivos nunca ocurren?. En diálogo con investigadores del Conicet que desarrollan sus tareas en los Institutos y Unidades Académicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), reconocen que es posiblemente el ecosistema más rico del mundo en biodiversidad de flora y fauna.
Origen y causas de los incendios
Alba Imhof, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL y coordinadora del programa de Extensión Ambiente y Sociedad, explica que hubo muchos eventos a lo largo del tiempo donde estuvieron involucradas las prácticas de fuego. “Particularmente, recuerdo el 2008 cuando se quemó casi el 17% de toda la superficie del Delta. Desde Rosario hasta la zona de Campana. Lo cierto es que los organismos, animales como vegetales, se ven directamente afectados por el fuego. La vegetación muere en el lugar porque no tiene posibilidad. Los animales se mueven, pero en realidad, pierden sus huevos, nidos, cuevas, hasta se pierde la posibilidad de que puedan alimentarse, por eso huyen”.
Patricia Kandus, bióloga de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), pone en contexto las quemas del 2008, cuyas prácticas fueron acompañadas de una marcada proliferación de emprendimientos de endicamiento. “Los endicamientos o polders son áreas delimitadas por terraplenes que impiden el libre ingreso de agua por crecientes fluviales o mareas, evitando así que un campo ubicado en un humedal se inunde naturalmente. Este tipo de intervención expandió el proceso de ‘pampeanización’ que ya venía ocurriendo en la región, es decir, el esfuerzo de tratar de desarrollar también en las islas del Paraná actividades productivas con los modos de tierra firme. Hoy, cerca del 13% de la superficie de la región se encuentra endicada”.
La bióloga de la UNSAM sostiene que aún si el fuego se apaga, lo quemado persiste. “De estos focos, el 82,5% se concentran en la provincia de Entre Ríos, gran parte en las islas de la Reserva (municipal) de Usos Múltiples Islas de Victoria (más del 60% de los focos totales). Los restantes 11,4% y 6,1% ocurrieron en Buenos Aires y Santa Fe, respectivamente”, sostuvo en su último informe recientemente publicado y continúa: “Se trata de un problema que atraviesa las fronteras jurisdiccionales, tanto en tierras de propiedad privada como en tierras fiscales arrendadas a privados”.
Alejandro Giraudo, profesor de Biología de la Conservación en la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC-UNL) e Investigador del Conicet-INALI-UNL, señala que estas quemas tal vez tengan por objetivo, como denominan los ganaderos, ‘limpiar o desmalezar las islas y quemar los pajonales’. “Sin embargo, tienen varios efectos negativos importantes a considerar. Como hay una sequía muy grande, los focos llegan a altas temperaturas que pueden afectar bancos de semillas que hay de las plantas en el suelo y provocar que las plantas verdes que se refugian debajo de estos pajonales, se quemen también. Siendo uno de los pocos recursos que tiene el ganado en invierno”, reveló.
Por su parte, Ernesto Massa, ingeniero agrónomo de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Paraná del Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), indicó que el uso del suelo, desde un punto de vista vista ganadero, cambió desde hace unos años. Esto surgió dado que muchos rodeos de cría llegaron a la isla, un proceso que es más lento, describió el investigador. “Los humedales son muy productivos, no solamente para el aprovechamiento del forraje del ganado, sino que también tienen altas tasas de crecimiento diario. Este año llovió poco y hubo buen crecimiento del forraje, mientras que en el río se observa una bajante histórica, estas condiciones favorecieron que los fuegos del delta sean incontrolables”, especificó.
El manejo del fuego
El manejo del fuego involucra a todas las acciones requeridas para proteger a todo tipo de vegetación. Mientras que el uso del mismo tiene que estar de acuerdo con los objetivos de manejo de las tierras. Es decir, las acciones tienen que responder a una planificación estratégica, teniendo en cuenta factores tales como los probables efectos del fuego, los riesgos y costos. “Esto constituye una problemática ambiental relativamente. Estas quemas se están realizando en momentos de mucha sequía, con escasas precipitaciones y hay mucha materia seca. Además de quemar biomasa, micro-organismos del suelo y animales mayores, libera dióxido de carbono a la atmósfera lo cual también influye negativamente para el ambiente y las personas”, afirmó Giraudo.
En este sentido, si bien los incendios pueden iniciarse por causas naturales, nos encontramos ante acciones intencionales que buscan obtener un mejor rinde de las pasturas e impactan negativamente en la biodiversidad, salud de los ecosistemas y de las personas. “Estos incendios tan grandes, tan prolongados por tanto tiempo producen una desertificación, principalmente cuando afectan a las raíces de las plantas que se encuentran bajo tierra. Esto significa que dejan huellas que son imborrables en los ambientes naturales, y al mismo tiempo, consecuencias para la salud del hombre como las que se vieron en Rosario, en la calidad del aire por el humo que se desprende y las cenizas que se acumulan en el río”, advirtió Imhof.
El Delta del Paraná es un macrosistema de humedales de gran importancia para la conservación de la biodiversidad, como así también, para la regulación de inundaciones. Massa aseguró que el fuego en el delta puede permanecer e incluso pueden producirse focos de incendios aún más severos debido a las condiciones del ambiente antes mencionada. “En las lagunas hay una vegetación adaptada que ahora están secas, se generan grandes colchones de acumulación de materia orgánica de distinto grado de descomposición, y en esa zona los fuegos o los incendios, pueden tener o alcanzar temperaturas más severas”, precisó Massa.
Si bien la quema controlada de pastizales en los campos es una práctica tradicional, en los últimos años se convirtió en un enorme problema ambiental. “En condiciones controladas, bajo una planificación regional y con una estricta consideración de las condiciones ambientales, el manejo del fuego puede contribuir a promover una variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad, con algunos efectos potencialmente benéficos para las prácticas ganaderas, como el rebrote de especies forrajeras. Sin embargo, realizar quemas en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del Paraná, con múltiples focos simultáneos en toda la región sin planificación ni control, implica un riesgo de devastación de los ecosistemas, superando cualquier nivel de resiliencia que pudieran presentar las especies nativas”, concluyó Kandus.
Una ley para frenar los incendios
Pese a que se declaró la emergencia ambiental en la zona y se está trabajando en identificar a los propietarios de los campos donde se llevaron a cabo las quemas; la sociedad civil reclama cuanto antes la sanción de una Ley de Humedales para implementar medidas que garanticen su protección.
Con carteles y fotografías, un grupo de rosarinos mostró los efectos que las quemas están produciendo al medio ambiente, el pasado 18 de junio en el parque España. Solicitan una solución a la quema intencionada de pastizales en la zona de islas por lo que ha dejado a la ciudad cubierta de humo en esos días.
Para Alba Imhof no sólo es importante tener buenas leyes sino reglamentarlas adecuadamente para llevarlas a su efectivo cumplimiento. “Es una ley que establece un presupuesto mínimo. Y si bien uno puede decir que hay leyes que protegen al agua, bosques nativos y glaciares, no existe una ley nacional que proteja a los humedales, a mi criterio es fundamental, poner un límite a las degradaciones que sufren y defina qué actividades se pueden hacer y cuáles no. Es importante que existan porque va a permitir conservarlos, desarrollarlos de manera productiva, en armonía y mejorar la calidad de vida, no solo del humedal, sino también de los pobladores que interactúan con él”.
Alejandro Giraudo expresó que no tienen sentido que se sigan realizando las prácticas de fuego como se vienen haciendo en los últimos tiempos porque deben planificarse para maximizar su beneficio productivo y minimizar su impacto en la biodiversidad. Como se están realizando actualmente, “va en contra de los intereses productivos de las personas que están quemando. “Si bien los ecosistemas del río Paraná tienen mucha capacidad de recuperación, hay daños sobre la fauna que pueden ser importantes, y además la contaminación ambiental que producen. Nada de lo que está pasando está justificado, es una acción absolutamente irracional y debe ser penalizada”, indicó.
Las amenazas que sufren los humedales son varias. Ernesto Massa recuerda que en abril presentaron una nota a autoridades nacionales y provinciales advirtiendo la situación y el escenario complejo que se avecinaba. “Es lamentablemente lo que está pasando”, aseguró y agregó: “Considero que el fuego en el delta va a seguir estando. Esto no quiere decir que sea un defensor ni un detractor, simplemente hay que estudiarlo como un ambiente particular. Se necesita no sólo una ley, sino soluciones que tienen que ver con el uso y el manejo de los recursos del delta”.
El pedido de las ONG, entre las que también se encuentran Aves Argentinas, Fundación Vida Silvestre y Fundación Ambiente y Recursos Naturales, contemplan: asegurar la preservación y uso sostenible de los humedales; fomentar la restauración de humedales dañados; asegurar que los planes de ordenamiento territorial provinciales incorporen pautas para preservar los humedales; promover que las actividades económicas en humedales tengan criterios de sustentabilidad; e incorporar a las comunidades locales en el diseño y la implementación de las políticas públicas relativas a los humedales.