A 30 años de un disco que cambió el rumbo del rock nacional
Sin dudas 1990 fue el gran año Animal. El despegue se dio con la presentación en Vélez junto a Tears For Fears, y luego la grabación del disco que se editó un 7 de agosto y que los transformó en la banda de rock más influyente por estos lados.
Por Maxi Marano
Eran tiempos duros en la Argentina. Los 90 marcaban a fuego la historia de un país con un Carlos Menem fuerte por fuera pero lleno problemas por dentro. Una sociedad cómodamente adormecida transitaba los días con pocas críticas y el arte, necesitaba un cambio rotundo. En lo que respecta a lo musical, ese cambio debía cambiar la historia para siempre. Y si de eso se trata ahí estaba, siempre listo, y preparado, Gustavo Cerati. Listo para romper todo con el que fue uno de los discos más vendidos de la historia argentina y que consagró a Soda Stereo, no solo en Argentina sino en todo Latinoamérica. Un día como hoy, hace 30 años veía la luz Canción Animal.
Soda Stereo estaba en un buen momento a pesar de los constantes rumores de separación de la banda y otros temas inventados por la prensa. Pero hubo un momento que hizo que 1990 sea un año bisagra para la banda que podríamos llamarlo el año animal.
La presentación de los tres junto a Tears For Fears en Velez Sarfield fue un cambio de chip. Un regalo divino del cielo. Un ejemplo acérrimo de lo importante que es estar en el lugar indicado en el momento indicado. Eso paso el 23 de enero de 1990. Un aguacero nunca visto cayó en la zona de Liniers cuando Tears for Fears solo había tocado cuatro temas en el Estadio de Vélez. Ahí estaban los Soda Stereo para “salvar las papas” y brindar uno de los mejores shows de la banda frente a 20 mil personas. El éxito fue rotundo pese a la dureza del público que en los 90 festejaba lo foráneo y detestaba lo local.
Eso no podía quedar ahí y la cabeza de Gustavo debía plasmar lo sucedido en canciones. De esta manera nace Canción Animal.
Ese suceso provocó una idea que tuvo éxito. Había que dar vuelta la página y de la mejor manera. Así se planeó un disco menos funk, sin vientos, con los sintentizadores medidos que se alejaba de los gastados 80´ y apelaba a un sonido más crudo con guitarras potentes, riffs bien marcados y una estética fuerte.
El disco es más orgánico, se nota de principio a fin.
Introspectivo y localista
Canción Animal, sin dudas se remonta más a los 70´ se nota las ganas de la banda de tocar de verdad. No está presente la necesitad del hit en ningún momento en el disco. Las canciones tienen introducciones largas, puentes raros y estribillos que no son pegadizos. El disco triunfó por la contundencia inevitable de lo bien realizado.
Atrás había quedado el New Wave y los “raros peinados nuevos”. Lo nuevo tenía otro camino. Tal vez una deuda pendiente. Una mirada introspectiva a nuestro rock y un mimo a Pescado Rabioso, la Máquina de Hacer pájaros, Vox Dei o Color Humano. Los 90 se definían y se iba a mirar para adentro por lo menos hasta la llegada del grunge con Nirvana.
Para hacer un gran disco había que reforzarse y para la ocasión, el trío se reforzó con la percusionista Andrea Alvarez; Fabián "Tweety" González, en teclados; y el Gonzo Palacios, en saxo; una formación que comenzó a moldearse poco antes, cuando se grabó una nueva versión de "Languis" y la canción "Mundo de quimeras", que antecedió al quinto disco. Además tocaron juntos en Velez.
El "uno a uno"
El disco se grabó en su totalidad en Estados Unidos fueron 42 días en Miami (uno a uno). Allá fueron los Soda Stereo con una caja de demos. Los temas estaban casi hechos. Ahora había que grabarlos y ver qué quedaba y que se sacaba. Era una constante en Soda Stereo grabar todo lo que tocaban y de ahí salían los temas. De hecho El séptimo día salió en Colombia en la prueba de sonido de un recital.
Dos personas se acoplaron a ese viaje y no de manera ocasional. Eran personas importantes para Gustavo. En primer lugar su novia por aquel momento, Paola Antonucci, era como una especie de gurú emocional para los momentos difíciles y de felicidad. Con solo mirarla la tranquilidad volvía a su cuerpo y sólo importaba lo musical. Por otro lado, estaba Daniel Melero. Una especie de curador musical de Cerati y de Soda Stereo. La conexión musical entre ambos era mágica por aquel entonces y la palabra de Melero pesaba en las decisiones musicales sobre el disco.
Un regalo divino para ambos poder haber trabajado juntos y haber hecho uno de los mejores discos del rock nacional.
Una tras otra iban a apareciendo las canciones en el estudio y la relación entre los músicos y los ingenieros fue fluida y rápida. Todo estaba craneado. El concepto, lo musical, lo estético…todo. Solo había que darle forma. Y así aparecían las canciones que luego iban a ser los grandes hits del disco.
Canciones para todos los gustos
Canción Animal fue el lazo entre los discos anteriores y lo que se venía. Mientras, El Séptimo Día mostraba una postal actual argentina por ese entonces y un sonido visceral que escupía a los 90. Guitarras duras una batería metrónoma y unos claps fusionaban todo pero el cambio era notorio.
El rock iba a estar presente en el disco y se respiraba en el aire del estudio.
“En este mundo anfibio temo perderte, por volar, por volar” grita una de las frases del tema haciendo alusión a la realidad del país pero siempre haciendo un paralelismo con explosiones big band y la creación de la vida en el planeta.
Luego los vuelos creativos siguen en temas como Hombre al Agua, y un Millón de Años Luz, quizás las dos piezas más logradas en conceptualidad y creación dentro del disco.
Cae el Sol tiene marcada la presencia de Melero y una justificación clara de por qué lo llevaron. El punto nostálgico lo pone te para tres en un tema bien Spineteano.
Entre Caníbales fue un buen tema bastante tangueado pero le faltaba una vuelta. Lo mejoraron mucho en una nueva versión en Música para Volar en el Unplugged. La de estudio quedó guardada en un rincón de la historia y el disco.
También está 1990 un tema con toques countries donde la banda baja un cambio y se dio el lujo de grabar con Pedro Aznar en los coros (también sumó algunos otros temas).
En Sueles Dejarme Solo puede escucharse el lado más crudo de la banda y esa retrospección el rock nacional setentista.
Párrafo aparte merece De Música Ligera. Sin dudas fue el hit del disco pero era el tema menos querido por la banda. Es como que está ahí porque tenía que estar. Incluso los integrantes de la banda contaron que Gustavo lo presentaba con mucho pudor. Como un tema superficial, sin vuelo. De hecho casi queda afuera del disco.
Sin embargo fue el que pegó en todo Latinoamérica y fue el gran gestor del éxito total de la banda.
Un éxito imparable
Tras la aparición de la placa con una tapa naranja y dos leones copulando en una foto el 7 de agosto de 1990 lo siguiente fue todo éxito.
Es considerado por la crítica como uno de los discos más importantes y emblemáticos en la historia del Rock en español, apareciendo en el top 10 en múltiples listados de los mejores álbumes latinos de todos los tiempos, y en varios figura como primero.
También es considerado por muchos como el mejor álbum de la banda y aparece como el noveno mejor álbum de la historia del rock nacional argentino en la lista hecha por la revista Rolling Stone.
Canción animal retrata de manera contundente la madurez alcanzada por el trio y exploran un sonido más crudo, letras algo más directas, mucho más énfasis en los riffs de guitarra, además de fuertes influencias del rock alternativo de la época y también del rock argentino de los setenta, dejando definitivamente atrás la estética post-punk y new wave que tanto caracterizaron a sus primeras producciones.