Lavallén habló de la final sudamericana y su relación con Vignatti
El DT que llevó a Colón a jugar la final de la Sudamericana habl[o de dicha instancia y su relacion con Vignatti.
“Cuando perdíamos no podía salir a la calle y cuando llegamos a la final de la Sudamericana parecía Guardiola cada vez que caminaba por la peatonal”, aseguró Pablo Lavallen en diálogo con Clarín.
Ahora, a 9 meses de aquella derrota en Asunción con Independiente del Valle, lejos está este entrenador de 47 años de sufrir la cuarentena como un parto. Quiere volver al ruedo, claro. Pero disfruta poder estar con los suyos en Villa Urquiza, a la espera de un desafío en el AMBA: “Todos necesitamos de la familia como refugio, sobre todo en un ambiente que es muy exitista. Dirigimos en cuatro provincias y no sé lo que es terminar un entrenamiento y volver a mi hogar. Dios está en todos lados, pero atiende las oficinas en Buenos Aires. También supone un riesgo. Hay más exposición y si te va mal puede influir negativamente. Me encantaría tener una experiencia cerca de casa”.
-¿Por qué no volviste a dirigir?
-En realidad, de los nueve meses que pasaron desde mi salida de Colón, cinco se consumieron sin fútbol en todo el mundo. Recién el mes pasado empezaron algunas ligas y seguramente va a haber una reestructuración desde lo económico en el fútbol argentino. Habrá pocos recursos para contratar en las plantillas, menos cambios de entrenadores. Se paró la rueda del fútbol y la pandemia nos imposibilitó trabajar.
-Llegaste a una final y la perdiste, ¿considerás igualmente que fue un éxito?
-Si uno mira la final en sí, fue una gran decepción. Si uno mira todo el trayecto que realizó el club y el plantel a lo largo de ese semestre, es distinto. Porque nosotros llegamos en marzo y nos quedaban cuatro partidos del torneo. Arrancamos la Copa Sudamericana después de jugar el primer partido en Mar del Plata contra Aldosivi. Y de ahí viajamos a Buenos Aires para ir a Perú. Entre esos poquitos partidos comenzamos con la Copa Argentina y competimos en tres frentes permanentemente, como lo hizo River, teniendo mucho menor poderío que el plantel de (Marcelo) Gallardo y también, muchas más dificultades. Para Colón no es lo mismo que River. Nosotros teníamos 6 horas de micro para llegar a Ezeiza, subirnos a un avión y volar a otro país. El descanso es distinto. Uno gasta más horas viajando que los equipos que la Capital. Y si uno tiene en cuenta esas pequeñas aristas, creo que fue un éxito, más allá de haber perdido en la final. Nos hubiese encantado ser campeones, pero ese equipo quedó en la historia, va a ser el mejor de los 115 años del club.
Decepción. Lavallén con la medalla del segundo puesto. El ex técnico de Colón, así y todo, considera que el proyecto fue un éxito. Foto AFP.
-¿Te seguís preguntando por qué no fueron campeones? ¿En qué detalles se fallaron?
-En ningún momento el equipo tuvo tiempo de consolidarse desde lo futbolístico. La triple o doble competencia, que es lo que todos quieren porque te da jerarquía y más ingresos al club, es el ámbito más complicado para los entrenadores. No teníamos tantas ideas afianzadas y al jugar cada tres días uno no tiene tiempo para reforzar los fundamentos y darle un estilo de juego. Así y todo, se llegó muy lejos. Lo de la final lo pongo en un párrafo aparte, se terminó desdibujando, jugamos en un campo lleno de agua y hubo muchos imponderables. No supimos cómo dar vuelta el partido en una cancha anegada. En las cinco llaves previas, salvo contra Municipal al que le ganamos los dos partidos, en todas las demás (River de Uruguay, Argentinos, Zulia, Atlético Mineiro) siempre fuimos en desventaja y lo dimos vuelta. Cuando el equipo se veía en esa situación comprometida, sacaba su mejor fútbol. Y la final no nos permitió eso.
-¿Fue difícil convivir con José Vignatti, el polémico presidente de Colón?
-Vignatti, que es una persona que tiene tantos años en el fútbol, ha visto muchos entrenadores, ha tratado a mucha gente y, sin dudas, él se debe sentir más cómodo tratando de determinada manera la relación con los jugadores y técnicos. Soy de otra generación, tengo otra visión de lo que debe ser el proyecto de fútbol de un club. Muchas veces no estábamos de acuerdo con el rumbo y eso no permitió que fluyera la relación de buen modo. Más allá de que no teníamos tanto contacto, porque con el presidente hablaba una vez por semana o cada diez días, y ahí no coincidíamos. Pancho Ferraro nos ayudó porque fue los ojos de la comisión directiva; él veía cómo funcionaba el equipo. Fue rara la relación con Vignatti desde el principio, y aunque no era la más cómoda para nosotros ni para la dirigencia, el equipo llegó hasta un lugar privilegiado.
-Después de haber llegado tan lejos en la Copa, ¿te pusiste selectivo a la hora de elegir el próximo destino?
-Cuando arranqué mi carrera lo hice desde lo más abajo posible. Estuve dos años en las Infantiles y tres en las Juveniles de River. Recién después llegó la oportunidad en Primera y no empecé en un grande; fue en San Martín. Luego fui a Tucumán y jugamos por primera vez la Copa Libertadores; después, Belgrano, un club popular en una situación difícil a la hora de los números, pero hicimos 40 puntos y quedamos a uno de la Sudamericana a la que se clasificó Colón, justamente. Cuando uno va dando pasos adelante en su carrera, no querés lidiar con lo que te tocó al principio. Uno quiere tener desafíos que nos ayuden a crecer, llegar a clubes importantes, a otros países y a Europa, donde mejor se juega al fútbol y donde más herramientas hay para crecer. No desprecio ninguna oferta, las escucho a todas.