La relación de Lionel Messi con la dirigencia del Barcelona es cada vez más tirante. La Pulga está decidido a dejar el club sin dejar un euro mientras que los popes Blaugranas harán todo lo posible para que eso sólo suceda si se paga la cláusula de rescisión que asciende a 700 millones de euros.

En este contexto, en las últimas horas el presidente Josep María Bartomeu tomó una decisión que ya le comunicó al resto de los dirigentes para complicarle la vida al 10: todos los ejecutivos y directivos del club tienen prohibido atender llamados de equipos que quieran negociar por Leo.

La información la dio a conocer Mundo Deportivo y la orden es clara: cualquier club que quiera llevarse a Leo, incluso si ya tiene un acuerdo con el crack rosarino, recibirá un no como respuesta desde Barcelona.

Por eso, los miembros de la comisión directiva del club catalán no atenderán el teléfono ni programarán citas con ningún equipo que sueñe con llevarse al mejor del planeta. Sólo están dispuestos a entablar negociaciones con quien se aparezca con los 700 millones de euros en la mano.

Lejos de buscar una salida pacífica con el futbolista emblema de la historia del club, Barcelona pretende desgastar al máximo la imagen del capitán con el objetivo de sacar su tajada económica de una tragedia que nadie vio venir.