La historia de tres enfermeros muertos por coronavirus que dejaron todo
Virginia, Grover y Julio trabajaban en el hospital Durand de Buenos Aires. Los tres tenían patologías que los incluían dentro de los grupos de riesgo, pero "la presión y las malas condiciones laborales" los llevaron a seguir trabajando.
Los tres enfermeros del hospital Carlos Durand, del barrio porteño de Caballito, que murieron tras contraer coronavirus tenían patologías que los incluían dentro de los grupos de riesgo, pero "la presión y las malas condiciones laborales" los llevaron a seguir trabajando, según denunciaron sus compañeros.
"Virginia siguió laburando para llevar un mango a su casa, y no un mango más como algo extra, sino algo que le alcance para darle de comer a su familia", contó Héctor Ortiz, enfermero de ese centro de salud desde hace casi 40 años.
El hombre de 58 años recordó los diálogos que mantenía con Virginia Viravica, quien padecía diabetes tipo 2 y falleció el pasado 19 de agosto, a los 61 años, tras 20 días de internación en terapia intensiva.
"Si se tomaba la licencia por grupo de riesgo sólo se le pagaba el básico, que son 32 mil pesos y con eso no podés mantener una familia", dijo Ortiz.
El profesional, que es delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), aseguró que los enfermeros de los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires no son considerados "profesionales" por lo que se los encuadra en el "escalafón general" (antes denominado técnico administrativo) y su sueldo básico es de 32 mil pesos, lo que lleva a la mayoría a "tener dos trabajos o a pedir módulos que es la denominación que se utiliza para horas extras".
"Si querés hacer horas extras tenés que cumplir un módulo de 7 horas, y después se te liquida el sueldo por la cantidad de módulos que hiciste en el mes, si todos los días metés uno de más, alcanzas los 20 mensuales y el dinero equivalente a ese trabajo es de 10 mil pesos", detalló Ortiz, quien consideró que "eso es un robo, te pagan cerca de 70 pesos la hora extra".
El enfermero explicó que "no sólo mata el coronavirus, en estos momentos la falta de personal, la presión, el estrés y las malas condiciones también".
Cuatro días antes de la muerte de Viravica, los trabajadores del Durand despidieron a Grover Licona Díaz, de 45 años, enfermero de terapia intensiva que padecía Mal de Chagas y "atendía unos 25 pacientes todos los días, con la presión de estar atento a todo y el estrés que te genera cada pérdida", agregó Ortiz.
"Te quedas sin palabras, es mucha bronca contenida, cuesta mucho procesarlo y no tenés tiempo porque tenés que seguir y tampoco tenemos ningún tipo de contención o asistencia psicológica por parte del hospital", señaló por su parte, Gastón Kalniker, enfermero y compañero de Licona Diaz.
"Nos enfrentamos todos los días a la enfermedad y a la muerte, pero perder un compañero te pega, te pega duro y no dejamos de ser personas", agregó.
El 16 de junio, en ese mismo centro, murió Julio Gutierrez, enfermero de pediatría, quien también era paciente de riesgo ya que padecía asma bronquial.