Qué debés hacer y qué no para bajar la fiebre
Qué se recomienda hacer ante un cuadro febril
Se considera fiebre una temperatura corporal superior a 38,3ºC en varias ocasiones como respuesta fisiológica del organismo a diversas causas: infecciosas, inflamatorias, tumorales… También es importante definir “febrícula”, que incluye el intervalo de 37ºC a 37,9ºC.
Las causas por las que aparece pueden ser múltiples:
– Patologías crónicas, como insuficiencia renal, diabetes, insuficiencia respiratoria o inmunodepresión.
– Enfermedad infecciosa aguda (gripe u otros virus), contacto o convivencia con paciente potencialmente infecto-contagioso (actual caso de Covid-19).
– Tratamientos farmacológicos (antibióticos y antiinflamatorios no esteroideos o AINE).
– Hábitos tóxicos (consumo de drogas o de alcohol).
– Viajes fuera del entorno por turismo o trabajo, contacto con animales o insectos (picaduras o mordeduras).
– Hábito alimentario, como la ingesta de agua de río o pozo, consumo de leche o queso sin control sanitario, ingesta de marisco crudo, etcétera.
Inicialmente, cuando una persona presenta fiebre, debe hacerse tres preguntas:
– ¿Existe o no foco causante de la fiebre? Si presenta, por ejemplo, dolor de garganta, molestias al orinar, dolor abdominal con diarrea…
– ¿Cuál es la duración del cuadro (tiempo desde el inicio de los síntomas)? Si es de reciente aparición o se repite desde hace días.
– ¿Hay criterios clínicos de enfermedad grave? La fiebre produce bajadas de presión arterial, alteración de conciencia o desorientación, taquicardia, crisis convulsiva, etcétera.
Una vez clarificamos esto, lo primero es aplicar medidas físicas (compresas empapadas en agua fría a nivel de frente, pecho y hombros, baño de agua templada y quitarse ropa), medidas generales (reposición de líquidos con ingesta de agua, bebidas isotónicas, jugos y, finalmente, medidas farmacológicas (paracetamol, metamizol o antiinflamatorios).
Un baño con agua templada -no precisamente fría- puede hacer mejorar el intercambio dérmico y mejorar la temperatura corporal, evitando la deshidratación que provocaría el sudor que intenta neutralizar ese aumento de temperatura media.
Lo que no se debe hacer
– No se debe abrigar en exceso al paciente aunque tenga escalofríos.
– No hay que aumentar la temperatura ambiente ni poner el aire acondicionado.
– No se debe iniciar de forma autónoma la toma de antibióticos (sin confirmar además el foco bacteriano).
– No hay que seguir realizando el trabajo habitual, no por la capacidad en el momento actual, sino por la transmisión que puede provocar.
Se ha generalizado el uso de alternancia de paracetamol e ibuprofeno porque parece doble el efecto primario que poseen ambos fármacos. Pero la realidad dice que el uso de paracetamol de 500 mg o 1 g cada 8 horas puede controlar el cuadro febril en tres días. “Asociarlo a metamizol 575 mg o ibuprofeno 600 mg parece que refiere inicialmente la bajada, pero no tienen el mismo efecto temporal el ibuprofeno (unas 4 horas) que el paracetamol (unas 8 horas), por lo que, personalmente, soy más de recomendar paracetamol 1 g cada 8 horas y, en caso de complicación con cefalea o malestar, añadir metamizol 575 mg en una o dos tomas al día”, especifica el especialista Juan Carlos Montalvá Barra al portal Cuidate Plus.
“Con medidas físicas e hidratación abundante podemos controlar más o menos bien la temperatura, pero creo que es necesario el uso de analgésico tipo paracetamol/ibuprofeno o metamizol al menos durante los primeros tres días (tiempo que dura una viriasis estacional)”, agrega.
Acudiremos al médico de asistencia primaria ante febrícula o fiebre de menos de tres días de evolución que no ceda a paracetamol o ibuprofeno en 48 horas; es decir, si tras dos días de analgesia, no mejora.
El sistema de urgencias está indicado cuando esa fiebre, a pesar del tratamiento puesto al menos 48-72 horas, no responde o aparecen complicaciones como alteración del nivel de conciencia, desorientación, estupor, problemas con la tensión, taquicardia mayor de 120 pulsaciones por minuto, crisis convulsiva, sospecha de infección bacteriana sin respuesta o si aparece un rápido deterioro del estado general.
Sin duda, los pacientes inmunodeprimidos por patología tumoral o por enfermedad crónica evolutiva deben estar especialmente atentos a las tomas de temperatura por ser la fiebre el primer aviso de progresión de su enfermedad o de sobreinfección.