Noticias falsas y desinformación, la otra pandemia

La pandemia de covid 19 no es la única. Aún no dimensionamos el daño que genera la desinformación y los contenidos generados para ahondar la incertidumbre.

Por Ileana Hotschewer

Lo que se comparte sin chequear o sin conocer su veracidad causó graves problemas durante el 2020. El nombre que engloba al fenómeno es “infodemia”, que es la desinformación y difusión de contenidos falsos a gran escala en cuanto a cantidad,  los que se propagan a gran velocidad,  motivo por el cual los expertos la han denominado, la otra pandemia. 

La infodemia afecta significativamente a la sociedad y se transforma en un problema severo para el control de la pandemia de COVID 19. La crisis mundial causada por el coronovirus dio lugar a una ola de información falsa (fake news), mentiras, teorías conspirativas y rumores que circulan en las redes sociales, exacerbando el impacto de la pandemia. El anuncio de la adquisición de vacunas rusas es un claro ejemplo.

La ciudadanía no las percibió seguras y comenzó a negarlas e incluso rechazarlas, lo que constituye no solo un problema de comunicación sino también el origen de una crisis sanitaria. El  peligroso exceso de información mal adquirida y los cuestionamientos difundidos sin validez científica sobre la vacuna Sputnik V puso en riesgo la aceptación de la vacunación en Argentina. El gobierno tuvo que salir a explicar y aclarar frente al caos informativo. También los expertos le hicieron frente a los contenidos inexactos, fundamentaron cómo una vacuna es aprobada y además, negaron todo tipo de mentiras conspirativas. No obstante, los anuncios tuvieron intencionalidad política, un hecho que no se puede soslayar.

La Infodemia durante el Covid-19 fue la otra pandemia. No se trata solo de una crisis de salud con sus derivaciones en la economía sino  también una emergencia global de comunicación. Las noticias falsas se convirtieron en un problema creciente que puso en riesgo la salud y el futuro de la vacunación en nuestro país. Es lo que se denominó “la nueva enemiga global ante la crisis sanitaria”. ¿La desinformación se convirtió en un obstáculo en el camino hacia la vacunación?

La pandemia fue utilizada por algunos para el cultivo y la propagación de noticias falsas según el interés que existe detrás de cada uno. Política en los anuncios oficiales con demasiada rapidez y la resucitación de los grupos antivacunas. La aparición de la grieta también se generó con vacunas/antivacunas y los intereses comerciales. ¿Por qué el gobierno compró esta vacuna y no otra?  La infodemia en definitiva genera el caos.

La circulación de las noticias falsas se dio principalmente por redes sociales y por whatsapp. Pero ante la magnitud de su difusión, los medios ahondaron con especialistas cada uno de los argumentos negativos esgrimidos. El gobierno mismo tuvo que salir a dar explicaciones y garantías sobre la compra de vacunas. Un tema a desarrollar en otra oportunidad es que las conferencias de prensa antes servían para dilucidar temas y evaluar dudas pero hoy día, la proliferación de contenido enlatado suma más preguntas que respuestas.

Tanto se habló sobre Covid, sobre vacunas, sobre consecuencias que después de la cuarentena prolongada, los ciudadanos en su gran mayoría se hartaron y hoy día prefieren no acceder a contenido sobre Covid. En un estudio compartido por una consultora por estos días hay dos hechos que se destacan en la consulta, a saber. Por un lado los ciudadanos creen que los mensajes oficiales contribuyeron muy poco para aclarar temas sobre Covid y la segunda es que muy pocos se informan sobre el tema. Otra consecuencia de la infodemia.

 A los fines de ampliar el concepto, “la infodemia es la epidemia de información asociada con miedo, especulación y rumores, amplificada y transmitida rápidamente por las modernas tecnologías de la información”. Al respecto la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha advertido sobre la infodemia al señalar que la “gente debe tener acceso a información precisa para protegerse a sí misma y a los demás”. (www.who/es).

La desinformación, o las mal llamadas “fake news”, son contenidos que circulan en distintos medios, pero sobre todo en redes sociales. Inventan cosas que no sucedieron, sacan de contexto o tergiversan contenido para cambiarle el sentido, está diseñada intencionalmente para generar daño, o para obtener algún beneficio. Incluyo aquellos que comparten sin estar al tanto de la intencionalidad, con suma ignorancia, causan un perjuicio muy importante.

La importancia del chequeo de los datos
El Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus mencionó que “No solo estamos luchando contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”  (https://www.who.int/es/).

Sobre el tema, Carlos Scolari un investigador de redes, interfaces y experto en comunicación afirmó recientemente: “El virus biológico y él cultural circulan prácticamente a la misma velocidad. Así como podemos mapear a través del Big Data los contagios en todo el planeta, de forma paralela podemos mapear cómo va circulando la información. Empresas como Google, que tienen muchísimos datos personales, y sobre todo los datos de las búsquedas, ya hace unos años presumían de que podían anticiparse a la gripe”. 

La infodemia es la nueva enemiga global ante la crisis sanitaria
Las llamadas noticias falsas o “fake news” en el marco de la COVID-19 van desde remedios como beber alcohol hasta tomar limón o ingerir dióxido de cloro, a lo que podemos sumarle la automedicación con algunos productos mencionados como ivermectina, remdesivir o hidroxicloroquina sin una eficacia probada. Las consecuencias además del peligro que representa administrar cualquier producto que no sea recomendado por un especialista es la merma de consultas médicas, la incidencia sobre la salud pública y finalmente las consecuencias fatales. Como ejemplo podemos recordar la ingesta al aire de hidróxido de cloro por una conductora de un medio televisivo que luego fue imitado por la gente y que en un  caso le causó la muerte a un niño de la provincia de Neuquén.

Recalculando

El anuncio del gobierno nacional de la compra de la vacuna rusa aun cuando no había superado la fase 3 generó información contradictoria en medios y redes sociales. El temor fue en aumento y generó el efecto contrario. La gente manifestaba que no iba a vacunarse con la Sputnik V y muchos fueron más allá y dijeron con ninguna. La obligatoriedad de la vacuna también generó un debate. Incluso hubo definiciones encontradas en el Ministerio de Salud de la República Argentina cuando la Vice Ministra dijo que sería obligatoria y el Ministro salió a desmentirlo. Esta semana la novedad se presentó cuando el líder ruso Vladimir Putin dijo que no estaba recomendada para mayores de 60 años (grupo de los principales destinatarios) cuando el vuelo estaba a punto de buscar la compra de dosis de la Argentina. También se explicó porque no se acordó con Pfizer y en la misma semana Chile anuncia la compra de dosis de esta vacuna y su inoculación voluntaria. Tantas contradicciones recuerdan la frase “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

 

En el último informe elaborado sobre infodemia por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), este revela que América Latina es uno de los epicentros globales de COVID-19, y es también el epicentro global de la infodemia al punto de haberlo definido como guerra global de desinformación. (https://www.who.int/es/).

Los intereses privados están interesados en ganar seguidores, la verdad está en las métricas de las redes sociales y pasa a ser una guerra de intereses ideológicos y comerciales que buscan alinear a grupos de seguidores en las redes y también a desestabilizar a quien haya tomado la decisión de comprar vacunas y a cuestionar si es una u otra. 

Vale aclarar en este punto que ante la magnitud de la pandemia, las decisiones de todos los gobiernos tienen algo de certeza y un poco de intuición. No hubo un manual a seguir. A los gobiernos del mundo los tomó por sorpresa y hoy durante la segunda ola, la Unión Europea pide que se apruebe la vacuna cuanto antes. El futuro sigue siendo INCIERTO. 

 El resultado, malas decisiones

Según la OMS, se publican alrededor de 550 millones de tuits al mes, cerca de 360 millones de videos y 19 mil artículos científicos de revistas de calidad sobre COVID-19. Se destaca que la información que proviene a través de redes sociales, en su mayoría no es confirmada, y no tiene control de calidad. “Esa no es la información que queremos tener, la información que queremos tener es la que proviene de revistas científicas, revistas con evaluaciones de pares”,  antes de tomar decisiones individuales o colectivas. (https://www.who.int/es/)  Por eso en el comienzo de la discusión sobre vacunas muchos decían quiero ver el “paper” que es lo que respalda una investigación.

Por lo antes expuesto, el resultado de la desinformación es la toma de decisiones erróneas o no asertivas y producen el cuestionamiento de las políticas públicas. 

En Argentina se viralizó que quien se vacunara con la Sputnik V, no podía tomar alcohol por 42 días, información que luego fue desmentida. Chequeado.com se encargó de dilucidar el hecho. Pero la gran mayoría se quedó con lo primero. Sumado a esto, la vacuna rusa tiene dos dosis, una complementaria de la otra con 21 días de diferencia. Este dato no tuvo protagonismo y es esencial para lograr su cometido.

La desinformación, ¿un obstáculo en el camino hacia la vacunación?
La desinformación, que alcanzó niveles inéditos en 2020 especialmente en las redes sociales, podría resultar un obstáculo para las futuras campañas de vacunación contra el covid-19 y otras patologías, en un contexto de creciente desconfianza social hacia las instituciones.
Los grupos antivacunas, muy presentes y organizados en internet desde hace años, supieron ganar adeptos durante la pandemia, apoyados a veces por algunos famosos, con su capacidad para llegar al gran público.  Las numerosas encuestas difundidas con la pregunta ¿te vacunarías? tiene altos índices de NO en sus respuestas.

A raíz de la poca información certera y académica, los voceros fueron entre 10 y 15  científicos quienes salieron a explicar que hasta que las vacunas no superan la fase 3 no son inoculadas y que deben cumplir los requisitos para lograr la autorización de los organismos de control de cada país, en nuestro caso es la ANMAT, en EEUU es la FDA.

Infodemia: alejamiento y bloqueo a las noticias sobre Covid 19

Las personas se alejan de las noticias referentes a COVID-19 a causa de infodemia. Los ciudadanos prefieren no tener novedades del coronavirus, antes que seguir aterrados por el virus. 

La información vuelve a tomar protagonismo cuando se reciben noticias alentadoras como la cercanía a una vacunación masiva, sin embargo, ante el mínimo caso de fracaso de una de las vacunas en marcha, hay una retracción y aparece nuevamente la información falsa, errónea y con ribetes de temor entre sus pronunciamientos.

A modo de conclusión podemos decir que la infodemia al igual que la pandemia por Covid 19, seguirá formando parte de nuestras vidas. Como sociedad debemos estar preparados para reconocer cuándo compartir información recibida y cuando simplemente pulsar “delete”.

La información errónea sobre las vacunas COVID-19 es una grave amenaza no solo para la salud pública sino también para la seguridad económica nacional, un hecho que se vuelve aún más urgente a medida que una segunda ola de coronavirus ya se extiende en el hemisferio norte.

Los modelos de comunicación muestran la importancia de la confianza para combatir la infodemia. Cuanto mayor es la desconfianza, mayor es el riesgo de polarización permanente. La desinformación empeora cuando hay propagandistas activos que difunden noticias falsas. El campo de las vacunas COVID-19 está lleno de propagandistas que buscan manipular y engañar para ganar adeptos.

El desafío es también para los medios. Los expertos en comunicación señalan que los medios deberían evitar las notas dramáticas aunque parezcan más atractivas, pues la población, hoy está en búsqueda de información útil y positiva.
Para colaborar en la lucha contra la infodemia debemos conversar e informar sobre esta problemática e instar a la población a no dejarse manipular por información falsa.

Organizaciones como las Naciones Unidas y la OMS están invirtiendo en comunicación, pero hacen falta iniciativas desde los gobiernos, estrategias confiables, probadas, certeras. La comunicación en riesgo dejó mucho que desear. Los gobiernos no están abocados al problema porque entre ellos también han contradicciones y a veces les resulta conveniente. 
Quedan muchos pendientes en lo que refiere a mejorar los contenidos y la forma de informar. Urge un cambio de política en estrategias de comunicación así como también aunar esfuerzos para combatir los intereses y desarticular la información falsa que lleva al caos y nos pone en peligro a todos.