Las diferencias entre piel seca y deshidratada
Qué caracteriza a cada una y qué hacer para solucionarlo
Para muchos, la piel seca y la piel deshidratada son la misma cosa. Si bien se puede confundir porque el concepto es parecido, hay algunas diferencias. En todo caso, sea para un caso o para el otro, pide hidratación y reparación, así dejará de estar menos apagada y tirante.
La piel seca suele presentar más dificultades y complicaciones que otro tipo y por tanto debe cuidarse mucho más.
Cuando hablamos de una piel deshidratada nos referimos a aquella que ha perdido hidratación y necesita de esta para seguir. Está áspera, con tirantez localizada o incluso escamas, y esto altera la capa superficial de la epidermis y su película hidrolipídica.
Las razones para estar deshidratada son muchas. Los cambios de estación y la temperatura suele influir en demasía y es en verano y en invierno, especialmente, cuando hay o temperaturas altas o bajas, cuando más se acentúa este problema.
Pero hay más razones, como problemas hormonales, contaminación, estrés o tabaco. Todos los tipos de piel (grasa, mixta, seca) pueden experimentar deshidratación en algún momento de su vida.
La piel deshidratada suele ser un problema reversible y pasajero. Se debe normalmente a una mala fijación y pérdida de agua. Hay un malestar a nivel cutáneo, se perciben asperezas y a veces descamaciones pero es sólo que le falta agua.
Puede presentar alto nivel de grasa. Así que si tenemos muchos brillos (típicos de la piel grasa o mixta) pero sigue mostrando los síntomas de una piel de este tipo está más claro que el problema no es la sequedad.
¿Cuáles son las diferencias entre la piel seca y deshidratada? A la hora de hablar de piel seca es un tipo que también puede ser muy seca y se suele equiparar a la piel sensible, aunque es distinta.
Carece de agua y de lípidos. Entre sus signos está la sequedad, rugosidad, se suele irritar con mayor facilidad, suele picar y ponerse más roja, y también hay falta de luminosidad de igual forma que la piel deshidratada.
Suele ser una piel complicada que alcanza todavía mayores problemas también en temperaturas extremas y es entonces cuando pueden salir eczemas o dermatitis atópica. Debe repararse y lo normal es restaurar el equilibrio de la película hidrolipídica de su epidermis proporcionándole suficiente agua y lípidos.
Hay varios factores de tener un cutis seco. Por un lado, puede ser algo innato y hereditario, pero también hay muchos que tienen la piel grasa al nacer y con el paso de los años se vuelve seca por diversas circunstancias.
A diferencia de la piel deshidratada, la seca o muy seca es una condición crónica, que se debe, en general, a una disfunción de carácter genético: se trata de un tipo, como lo son las pieles grasas o mixtas.
Pero también puede darse por otros factores como la polución, enfermedades generales provocados por patologías cutáneas (como eccema atópico o psoriasis), y otras afecciones tales como temas de tiroides, diabetes, carencias nutricionales, etc. Determinados medicamentos también hacen que se reseque más de lo normal.
En todo caso, para tratar este tipo de epidermis debemos ir al dermatólogo para que nos examine y aplique el tratamiento a medida para cada persona.
Si al notar tirantez y aplicar la crema, al instante, sentís una sensación de alivio y confort, y tu piel no vuelve a necesitar más hidratación durante el resto del día, es una piel deshidratada. Mientras que si por el contrario, al aplicar la hidratante, la sensación de tirantez se va pero vuelve a aparecer varias veces durante el día, tu piel es seca.
La piel deshidratada necesita de hidratación y al marcharse el problema (sea estación o de estrés) suele recuperar su esplendor.
La seca es más complicada de tratar y necesita repararse con cremas especiales antes de aplicar cualquier tratamiento antiarrugas y otros porque primero hay que acabar con el primer problema de fondo que es la extrema sequedad.