El desafío de visibilizar a las niñas y mujeres en ciencia
Cada 11 de febrero se conmemora que las mujeres y las niñas desempeñan un papel fundamental en las comunidades de ciencia y tecnología, y su participación debe fortalecerse. Un repaso de las acciones realizadas en la UNL.
El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se celebra cada año el 11 de febrero a propuesta de la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas.
Se busca lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas y es por ello que resulta necesario reflexionar sobre las desigualdades de género que aún persisten en el ámbito científico y en la vida universitaria.
En primer lugar, “hay que destacar que las mujeres siempre participaron en el ámbito de la ciencia, la principal brecha de género o discriminación ha tenido que ver particularmente con la invisibilización y la falta de reconocimiento de sus producciones”, sostiene Paula Spina, quien dirige el Observatorio de Violencia de Género perteneciente a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (FCJS-UNL).
Datos que contextualizan
Según los datos de UNESCO las mujeres sólo representan el 30% de la fuerza laboral de todo el mundo en el campo de la investigación y el desarrollo experimental (I+D). En la Argentina, datos relevados en el año 2016 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva de la Nación a partir de su participación en el Proyecto SAGA (STEM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática por sus siglas en inglés- and Gender Advancement) de la UNESCO, indican que la cantidad de mujeres que se dedican a la investigación y las tecnologías es superior a la de los varones: 59,5% de mujeres y 40,5% de varones.
“Si bien en la Argentina los datos son más alentadores, ya que las mujeres se encuentran numéricamente en una situación favorable, aún persisten barreras explícitas e implícitas, materiales y simbólicas que debemos atender para lograr que el campo científico sea más equitativo”, expresa Sacha Victoria Lione, becaria doctoral de Conicet (IHUCSO-UNL-Conicet).
En la UNL, si bien la cantidad de mujeres docentes-investigadoras es mayor, hay diferencias de género a nivel jerárquico, con un sesgo muy marcado en la categoría I -la más alta del programa-, en la cual el 62% de los categorizados son varones, frente a un 38% de mujeres. A su vez, el predominio femenino es claro en las categorías más bajas -IV y V-, en las que el 56% y 58% son mujeres, respectivamente. Del mismo modo que en todas las universidades nacionales, las mujeres ingresan al ámbito de la investigación en la UNL en un número mayor que los varones en todas las dedicaciones -simples, semiexclusiva y exclusiva- pero al ir avanzando en las categorías la cantidad de mujeres disminuye. En este contexto, es fundamental la realización de acciones concretas tendientes a revertir esta situación desigual.
Acciones positivas
“No soy una experta en género”, comenzó su alocución Liliana Forzani. “Trabajo por intuición y con buenas asesoras siempre, pero participé desde mi lugar, como parte de esta comunidad académica en algunas acciones de las cuales me siento orgullosa”.
Liliana Forzani, doctora en Ciencias Matemáticas, recibió el galardón en la segunda edición del Premio Nacional L´Oréal UNESCO “Por la mujer en la ciencia”, en el año 2008.
Forzani, quien es profesora de la Facultad de Ingeniería Química de la UNL e investigadora del Instituto de Matemática Aplicada del Litoral (IMAL UNL-Conicet), cuenta una anécdota que marcó una diferencia. En ocasión de recibir la invitación de la Universidad para un acto de reconocimiento por ese premio, la tarjeta rezaba el nombre y apellido de su esposo y “Sra.”.
Esa invisibilización de su nombre, llevó a Forzani a comunicarse con el Programa de Género de la UNL. A partir de allí, se elaboró un protocolo con una visión de género para los actos de la casa de estudios.
Esta anécdota, que puede parecer menor o risueña, derivó en una acción concreta que habla a las claras de realizar una nueva lectura bajo una mirada de género a las disposiciones universitarias de ceremonial y protocolo.
También comparte sus experiencias en la Unión Matemática Argentina (UMA), asociación que nuclea a las y los matemáticos argentinos con el fin de fomentar el progreso de la investigación matemática en Argentina y coordinar la labor de los diversos grupos de investigación del país.
“Como tesorera de la UMA, en el año 2011-2012, trabajamos para que en las conferencias las y los expositores estén equilibradas en género. También en el congreso UMA que se realizó en Santa Fe en el año 2015, gracias a la participación como expositora de Érica Hynes, implicó un aporte al cambio de visión de la temática dentro de la institución”, continúa Forzani.
“En 2019 trabajamos, con el asesoramiento de Sacha Lione, en la elaboración de un nuevo estatuto para el UMA con perspectiva de género”, prosigue Forzani.
Acciones en la UNL
En el ámbito de la UNL se fueron tomando acciones concretas desde hace muchos años sobre estos temas. “En primer lugar, se creó el Programa de Género, Sociedad y Universidad, en el año 2002; en segundo lugar, la Universidad adhirió a la Ley Micaela que implicó una lucha contra la postura patriarcal en la producción de las desigualdades y en la invisibilización de las mujeres y, en tercer lugar, la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología estuvo y está bajo la conducción de mujeres, lo que me parece que ha sido un hito importante en los cambios producidos al interior de la Universidad. En este sentido, lo que fue la campaña “Más igualdad, Mejor Ciencia” y el programa PAITI Género surgieron desde esa secretaría”, prosigue Spina.
“Lo que caracteriza a la violencia de género es su naturalización, su invisibilización. En este sentido, es importantísimo el Protocolo de Violencia de Género aprobado por el Consejo Superior de la UNL en abril de 2019, lo cual brinda un espacio al cual acudir en situación de violencia en el ámbito universitario, como por ejemplo, el uso de un lenguaje sexista, materiales de estudios antropocéntricos, violencia psicológica, amenazas, entre otras y es un espacio en el cual las mujeres pueden sentirse acompañada”, destaca Spina.
“De lo que se trata es de deconstruir la postura patriarcal, con herramientas teóricas, políticas públicas y acciones concretas que tiendan darle visibilidad a las niñas y mujeres en ciencia”, concluye Spina.