Leopoldo Luque, campeón del mundo y su recuerdo de Unión
El ex delantero y campeón del Mundo con Argentina en 1978 Leopoldo Jacinto Luque falleció hoy a los 71 años en Mendoza con coronavirus, tras estar más de un mes internado en la clínica de Cuyo, cuyas autoridades confirmaron el deceso del ex futbolista de River Plate y Unión.
Leopoldo Jacinto Luque fue uno de los goleadores más impactantes del fútbol argentino. Nacido en Santa Fe (3 de mayo de 1949) y falleció en la tarde de este 15 de febrero de 2021. Apareció con fuerza en aquel Unión que peleó el Metro 75 al River de Labruna. Finalizado el campeonato fue refuerzo estelar en Núñez. No defraudó: durante cinco años se cansó de meter goles y ganar campeonatos. Pero su paso por la Selección Argentina le brinda inmortalidad futbolística. Campeón del Mundo 1978. Autor de cuatro goles y una historia de superación y dolor que merece ser conocida. Desde Mendoza, Leopoldo Luque abrió su corazón en Abrí la Cancha para recordar una vida que ya es película.
NO ME HAGAS PERDER EL TIEMPO: “Lo único que quería de pibe era ser jugador de fútbol de Primera División. En cualquier equipo, me daba lo mismo. Armé una carrera con mucho esfuerzo y sinsabores. Incluso en Unión, donde jugué hasta los 17 años. A partir de ahí no me citaron más, ni como suplente. Gente del club me llegó a decir que no me alcanzaba para jugar. Un dirigente me dijo: `No le hagas perder el tiempo a tu padre ni a nosotros. ¿Porqué no seguís estudiando o te conseguís un trabajo?‘.
Esa respuesta a mí me dolió muchísimo. Con el tiempo, analizándome, llegué a la conclusión qué, cuanto peor me trataban, más trataba de demostrar y me salía. Con los años se lo demostré a ese señor. Le dije: `Alguna vez voy a jugar en un equipo importante y te voy a mandar saludos´. Mirá vos cómo era mi formación que siendo un hombre grande le dije eso. Si me decían que no me alcanzaba porque otros eran mejores y me proponían ir a otro lado era una cosa. Pero eso que me dijeron me marcó. Yo me acuerdo que me fui desde la cancha de Unión hasta mi casa. No es cerca, la cancha está en Boulevard Pellegrini y yo vivía cerca de Virgen de Guadalupe. Me fui al trotecito, y dónde había gente me cruzaba de vereda, porque iba con mucha bronca y se me caían las lágrimas. Era como que se me había derrumbado un castillo de veinte pisos encima. Llegué mal y me tiré en la cama de mi casa. Vino a hablarme mi mamá primero y mi papá después. Mi papá, con la calma que siempre tuvo, nada más que un poquito más nervioso, pero nunca diciendo malas palabras ni nada, me dijo ‘Hacé una cosa. Hay otros clubes, no solamente existe Unión. Demostrale a ese señor...’, que no lo voy a nombrar porque falleció, pero la mala cosa la hizo. Hasta que encontré un lugar, del que fui y volví, y fui de vuelta varias veces. Jugué en un equipo de la Liga Santafesina, Atenas de Santo Tomé. Hice en seis meses, treinta y pico de goles. Unión estaba jugando en la B, y en vez de pelear el campeonato para ascender peleaba el descenso para no irse a la C. Había gente de AFA, de Unión, que estaba muy enojada y a un periodista se le ocurrió poner ‘Los goles de Unión están en Atenas‘.
LA EXPLOSION EN UNION: “Volví al club del cual me habían echado años atrás. Antes había pasado por Central Norte, Gimnasia de Jujuy y Rosario Central. Ya tenía 25 años. Aquel equipo de Unión de 1974/75 fue una explosión. Cuando yo vuelvo a Unión, empiezo a jugar en Primera. Ascendimos en el ’74, y en el ’75 hubo un señor, un visionario, como lo fue Súper Manuel Corral, presidente del club. Dijo que no quería sufrir más con el descenso y contrató al ‘Toto’ Lorenzo. Tenía tres 9: Esteban Marasco, el finadito Víctor Trossero y yo. El nos dijo que iba a jugar el que anduviera mejor y vamos a empezar por el de casa, que era yo. Jugué, y anduve bien. Con Heber Mastrángelo me entendía como si hubiésemos jugado toda la vida. Con Victorio Nicolás Cocco, que era un poco el caudillo del plantel, me entendía a la perfección. Cuando me metía pelotas justas, yo estaba rapidito y sobresalí bastante. En los partidos que jugué contra River, en la primera y en la segunda rueda del Metropolitano del ’75, le hice goles en Núñez, y en la cancha de Vélez, porque cedimos la condición de local. Unión negoció, porque River venía primero, iba a salir campeón después de dieciocho años, y tenía muchos seguidores. Jugamos en cancha de Vélez, pero Unión se quedó con la recaudación. Ahí les ganamos 2 a 0, y en la primera rueda, en cancha de River, nos ganaron ellos 3 a 2. Yo hice un gol más o menos como el de Francia, pero al otro poste”.
TOTO LORENZO: “Lo recuerdo muchísimo y bien, porque conmigo fue un tipazo. En el primer partido que jugamos, un amistoso ante Patronato para presentar a todas las figuras, una fiesta con la cancha repleta, jugué yo de nueve con Mastrángelo en la delantera. Ganamos 4 a 0, e hicimos dos goles cada uno. Cuando terminó el partido, me puso la mano en el hombro y me dijo: ‘Muy bien flaquito. Te tengo que decir algo. Si vos me hacés caso a mí, hasta un equipo grande, y no sé si la selección, no parás. Porque tenés dos o tres cosas que muy pocos centrodelanteros tienen‘. Y yo, te imaginás, estaba feliz de la vida con lo que me dijo. Le hice caso en todo. Si bien era de los técnicos que cuando su equipo mete un gol lo mandan atrás y chau… Ganaba partidos 1 a 0 y no le hacías un gol… Era un tipo que estaba en todos los detalles. Supongamos, si había jugadores que por naturaleza tienden a engordar poquito. Entonces les sacaba el postre y me lo daba a mí, que necesitaba mantener el peso, y hasta engordar un poquito más, porque tenía cierta estatura. Necesitaba estar fuerte, ir bastante al gimnasio, porque lo mío era mucho choque, mucho pique de acá para allá. Yo hice todo eso con tantas ganas, porque mi papá y mi mamá también me lo pedían”.
FIGURA EN RIVER PLATE: “Antes que terminara el Metropolitano se decía que iba a pasar a River. Recuerdo que en una famosa revista salió un título así: ‘El número 9 que juega para 10‘. En Unión había muchos jugadores que habían sido formados o pasado por River como el caso de Hugo Gatti, Heber Mastrángelo, Víctor Marchetti, Lito Bottaniz, y un defensor, Baudillo Jáuregui. Finalmente, pasé a River en el Nacional del ’75. Debuté para River contra Boca en cancha de Boca. Anduve bastante bien e incluso hice el gol del triunfo. De lejos también, fue una jugada en la que le pegué y la clavé en un ángulo. No tiré al ángulo, pateé al arco, y ganamos. Caí con el pie derecho en River, porque debutar nada más ni nada menos que contra Boca, y hacer el gol del triunfo fue algo glorioso para mí”.
“River tiene un ADN muy especial. Vos en River podés ganar 5 a 0, pero si jugaste mal la gente no se va a ir conforme. Por ahí ganaste 1 a 0, y si jugaste bien bien, sí se va conforme. Porque tiene un paladar futbolístico muy fino, muy exigente. River no es palo y a la bolsa, no es ‘dale, vamos a meter’. El tema de River son los dichos de Labruna como ‘hay que jugar, jugar y jugar‘ o ‘para qué te traje´, o ‘traje los mejores, tengo a los mejores’, nos obligaba a jugar bien. Otra cosa que nos decía es que si el rival estaba metido atrás había que tocar hasta que los otros se descuidaran. Le tenían mucho respeto a River, como yo creo que siguen teniéndole a los equipos grandes, a River, a Boca, a Independiente, a Racing…”
“Angelito Labruna era un genio manejando el grupo. ¿Sabés lo que es manejar el grupo que tenía River? Y Labruna lo manejaba de taco, nadie le faltaba el respeto. Una vez a mí me sacó y le dije… Es para reírse, ¿no?… Me dice ‘Vaya Chito’, me decía así, ‘usted el miércoles entra con la 9 en la espalda‘. Y me fui yo contento. Entré con la 9, pero en el banco. Porque en la Copa Libertadores te daban un número y vos jugabas con ese número toda la copa. Jugó Milonguita Heredia, que lo habían traído, con la número 15, de titular, y yo estaba con la número 9 en el banco. Cuando terminó la charla técnica me miró y dijo ‘¿Tiene algo que decir?’, yo dije que no y él volvió a decir ‘Usted entra con la 9‘”.
LA FAMILIA: “Fueron fundamentales en mi formación. Me decían ‘trabajá, trabajá y trabajá´. Si te piden veinte abdominales vos hacé veintidós, veintitrés’. Si te piden cuatro vueltas a la cancha, vos date una o dos más’. Todas esas cosas yo las tenía grabadas. El Toto me dijo eso, y me motivó de una manera… porque yo me juntaba con unos amigos e iba a jugar al bowling hasta las once, doce de la noche, no tan tarde. Ahora, ¿cuál era el tema? Qué cenábamos después de la práctica fuerte que habíamos tenido a la tarde. Metíamos un pancho con un juguito, una gaseosa. Yo pensaba que estaba bien porque no era alcohol.
CESAR LUIS MENOTTI: “Considero que lo que hizo Menotti fue un ejemplo y los argentinos no le prestamos atención: la Selección del Interior. En otros países sí lo hicieron y progresaron mucho más. El Flaco tenía cuatro jugadores en la selección que durante el año jugaban solamente tres meses y medio. Eran los jugadores de Talleres. El Negro [Héctor] Baley, Luisito Galván, [José Daniel] Valencia, y [Miguel] Oviedo. Jugaban meses nada más en Primera, porque después jugaban la Liga Regional, el torneo local, y nada más. Luisito Galván salió entre los mejores cinco defensores del ’78 y jugó una final increíble contra Holanda”
“Menotti, con su proyecto, manejó un plantel donde salimos campeones del mundo con tres jugadores nada más que habían jugado un Mundial: Mario Kempes, René Houseman, y el Pato Fillol. Después, todos éramos debutantes. Jugábamos amistosos contra equipos europeos para acostumbrarnos a jugar, en mi caso, con el famoso stopper, ¿te acordás que antes se jugaba con líbero y stopper? Todas esas cosas nos fueron haciendo sentir a nosotros cada vez más seguros, más fuertes. Vos fijate cómo practicaba yo, y cómo andaba yo, que a mí me dijo que iba a ser titular el 15 de enero más o menos. Menotti Me dijo ‘El titular de mi equipo en el Mundial que empezamos, que arrancamos con Hungría, después nos toca Francia, después nos toca Italia, el centrodelantero es usted. Y va a ser capitán o sub-capitán‘. Yo me quedé tildado, porque me lo encontré en Mar del Plata, estaba de vacaciones, y él andaba por ahí caminando. Nos encontramos de casualidad. Me dio esa noticia y sinceramente, eso lo hacen los grandes”.
CACHO, SU HERMANO: “A mí me llevaron nuevamente a la concentración después del partido con Francia… Aparte yo jugué ese partido sin saber que mi hermano había fallecido en un accidente. Mi papá, mi mamá y la señora de mi hermano, dieron orden de no decirme. Negaron a la prensa que había sido mi hermano. No querían que yo me enterar antes del partido, porque ellos al otro día viajaban para llevar el cadáver de mi hermano a Santa Fe y avisarme. Yo le pregunté en un momento a mi papá porqué no me había avisado, y me dijo ‘porque te ibas a ir de la concentración, y vos tenías un compromiso con la Selección Argentina, y todo el mundo estaba esperando algo de vos. Y lo de tu hermano yo lo siento como padre, tu madre lo siente como madre, y vos lo sentís como hermano. Estamos mal, estamos mal. Pero no queríamos perjudicarte después de tanto sacrificio que hiciste para llegar a donde llegaste“.
“Me quedé con mi familia. Argentina perdió con Italia y nos tuvimos que ir a jugar la segunda ronda a Rosario. Estábamos tomando mate y mi mamá pobrecita andaba llorando en los rincones. Le digo ‘¿Viste? Perdió Argentina y se vienen a Rosario; me respondió: ´Sí, hijo, ¿cuándo vas a volver vos?’, y le digo ‘No, no tengo ganas de volver, mami. Quiero quedarme con ustedes, acompañarlos a ustedes’. Me dice ‘Nosotros estamos tratando con tu padre de resignarnos, porque ya no se puede hacer más nada. Dios quiso que sea así, y tenemos que aceptarlo m’hijo. Quedate tranquilo que nosotros vamos a estar bien, y tu hermano, desde el Cielo, te va a estar ayudando‘. Porque mi hermano me iba a ver partidos cuando jugaba en River, o en la selección algunos amistosos. Y si yo erraba algún gol, mi hermano era el crítico número uno. Me decía ‘¡Le pesgaste con el diario! ¡Te apuraste, papá! ¡Era un enganche más!’ ‘Ah’, digo yo, ‘Eso lo decís vos porque de arriba creés que se puede hacer un enganche más. Un enganche más significaba perder la pelota’. ‘Sí, bueno, pero perdiste el gol igual…’, me contestaba. Era mi crítico. Nosotros éramos más que hermanos, éramos, que se yo… No sé, amigos… Nos ayudábamos… Yo lo sentí muchísimo, pero tenía que simular muchísimo con mi madre y mi padre. Porque lo lloré, perder un hermano es duro… Pero perder un hijo debe ser tremendo, para los que los tenemos…El Flaco Menotti y los muchachos, mis compañeros, me ayudaron muchísimo. Yo no tengo manera de cómo agradecerle al Flaco Menotti, y a todo su equipo también… Contuvieron a mi familia, a mí… No sabés cómo se comportó esta gente”.
LOS MILITARES, EL 6 A 0 Y EL TESTIMONIO DE MUÑANTE: “Fijate vos, recién hablábamos de los militares. Los muchachos estos, el plantel desde el Pato hasta todos, el cuerpo técnico, me iban a visitar, papá, mamá y mis otras hermanas. Venían todos y las saludaban. Y mi papá, que fue ciclista y un deportista de aquellos. No pudo ser profesional porque tenía que laburar. Yo me sentí tan bien, de ver a mis hermanas, a mi papá y a mi mamá charlando con los muchachos, con el cuerpo técnico… Fue una contención increíble. Y aprovecho para decir esto, la AFA estaba intervenida porque los milicos ¿Vos creés que alguno me dió la mano y me dijo ‘te acompaño en el sentimiento’? ¡Lo mínimo! ¿O ‘qué necesitás, Leopoldo? Que es normalmente lo que uno hubiera hecho. Yo sé que tal vez es algo que no vamos a volver nada atrás, pero esta gente ni siquiera… Todavía estoy esperando que alguien me de el pésame. Y después había algunos que hablaban del partido con Perú, que los sobornamos, que lo otro… Yo jugué con Juan José Muñante en el Tampico Madero de México, durante dos años. ¿Se acuerdan de Muñante, la Cobra? En el partido de Rosario, el estrelló un tiro en el palo apenas comenzó el partido. Murió hace dos años en Estados Unidos. Una noche lo invité a cenar a casa y le hice milanesas. Cerveza va, cerveza viene le digo ‘¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Alguien les ofreció algo a ustedes en aquel partido?’ Pero yo digo… pero si alguien ofreció algo, puede haber habido alguno. Muñante me respondió: ‘Mirá, que yo me entere, no. Lo que sí sé, es que hubo una gente que nos vino a ofrecer un dinero si le empatábamos o les ganábamos. Una incetivación. Que a mí me parece que no está mal, porque es un incentivo. Lo que está mal es un soborno‘. Y me dice ‘soborno no hubo’, y digo ‘¿porque viste que después del Mundial salieron a hablar?’ Y me dice ‘¿Sabés quienes salieron a hablar? Los que se cagaron en los partidos‘. Así dijo Muñante”.
AMOR POR RIVER PLATE: “Si hablo, hablo con pasión y verdad. Digo todas las cosas que siento. No ando rebuscando palabras porque soy así, me criaron así. Mirá, una cosita, lo último. Yo trabajo para River ahora, como palpador de talentos. Vos sabés que yo trabajo con otro profe, que viajamos a donde hay eventos, a ver chicos, en San Luis, San Juan y Mendoza. Cuando llegamos hay un protocolo bárbaro y luego llega el momento quemas me gusta: ponerme la remera y la campera de River. Me agarra una cosa y digo, ¡cómo quiero a River! Y digo, qué lindo que es haber jugado en River. Todo se trata de River, de River, de River… Y soy un tipo grande, ya tengo setenta y un años. Todavía me emociona el fútbol, escucho la musiquita y me emociona, escucho un gol y me emociona. Pero porque soy un apasionado de lo que hice y un agradecido a Dios que me quitó algo, pero me dió una cosa que no se va a igualar. Pero me ayudó a poner contenta un poco a mi vieja y a mi viejo“.
En Primera División, Leopoldo Jacinto Luque convirtió 100 goles en 261 partidos vistiendo las camisetas de Rosario Central (1972), Unión (1975 y 1981), River Plate (1975-1980), Racing Club (1982) y Chacarita Juniors (1984). En la Selección Argentina jugó 43 partidos y marcó 21 goles.