"En esta película abrí mi corazón; lo que vengo haciendo con mi obra"

El documental del director Ulises Rosell interroga con sarcasmo y ternura el sinsentido de la existencia, registrando la intimidad del fotógrafo santafesino.

Muere el padre, el cumpleaños trae un cambio de década, la familia se desensambla, la mascota de la casa agoniza, se concreta una mudanza física: el documental "López", del director Ulises Rosell, interroga con sarcasmo y ternura el sinsentido de la existencia, registrando la intimidad del fotógrafo Marcos López, creador del pop latino, en un momento complejo de su vida.

Rosell sigue a López durante un año con su cámara. Lo registra en la cocina de su casa de San Telmo, donde el creador de fotos icónicas como "El mártir" pregunta "cuánto es el mínimo que puede cobrar un sicario" o se queja porque el local donde arreglan el teléfono celular es el mismo que vende los cables truchos que rompen al aparato.



El director de "Sofacama" y "El descanso" lo sigue a sesiones fotográficas. En una pileta pública en Mar del Plata, en interiores retratando al poeta Fernando Noy. Lo acompaña a exposiciones en el Malba, en Recoleta, registra su relación con Aliona y Aarón, los hijos de su largo vínculo con Leda. Da cuenta de la desintegración de ese cuarteto.

"La película me acompaña en un momento de muchos cambios familiares y de algún modo funciona como un exorcismo, que saca afuera cuestiones muy íntimas", dice a Télam el ganador del Konex de Platino por una de las trayectorias más destacadas dentro de la fotografía contemporánea latinoamericana.

"Es algo riesgoso, pero creo que para eso sirve el arte: el espectador se espeja en mi propia vida o en la actuación de mi propia vida y eso genera una empatía, un alivio. El espectador siente que no está solo", reflexiona López, quien al momento de la filmación, en 2018, cumplía 60 años.

Rosell filma a López en la consulta odontológica: el médico le arregla una muela y le explica que lleva la música en la sangre, López le dice que la artesanía popular es la base de su trabajo. No sabe el médico que ese trabajo se expone en museos como el Reina Sofía de España.

Viajan cineasta y fotógrafo a lo de la madre del protagonista del documental en Santa Fe. Juana 'Chopi' Rodríguez de López increpa a "Marqui" por desordenado, repasa su obra con ojo de consanguíneo y da cuenta de dos hechos clave: la mañana que se negó a seguir trabajando con su padre y el mellizo de su hijo que murió al nacer.

El absurdo y el sarcasmo, sumado a la ternura y el juego que aparecen en el film, aportan liviandad a la tristeza de la pérdida y a la ira por lo que cambia y duele o no se entiende. "Son cuestiones existenciales, preocupaciones del director como las relaciones familiares, el vínculo padre-hijos, ausencias", resume el fotógrafo, que hoy tiene 62 años.

El espíritu lúdico que defiende en su vida personal y artística se replica en escenas imperdibles como la de los videos de cuando Aaron y Alione eran chiquitos. Hay un vínculo irónico y tierno que potencia el signo en cada uno de los pasajes donde el fotógrafo insiste en expresar su desconcierto ante la determinación de Alione de militar el feminismo incluso "dentro de casa".

López saca fotos hace más de 40 años. Con su filmación del rodaje de "El viaje", de Pino Solanas, se hizo el documental "Solanas en filmación" 17 años después. Siempre detrás de la cámara, dirigió su propio documental sobre el músico Ramón Ayala y el director Pepe Tobal documentó su trabajo en la serie "Vuelo de cabotaje".

"Desde que tengo 18 años practico el oficio de hacer una obra en cine documental y otra en fotografía, mirando, entrometiéndome en las vidas ajenas. Y bueno, 42 años después acepté transitar la experiencia de mostrar mi 'vida privada', una zona muy ambigua donde no se sabe si soy yo mismo o si estoy actuando de mi mismo".

-Télam: ¿Cómo fue que aceptaste?

-Marcos López: Ulises vive cerca, siempre nos cruzábamos por el barrio y durante un tiempo me insinuaba su deseo de hacer algo juntos. Yo no me terminaba de convencer, hasta que acepté transitar la experiencia de estar del otro lado de la cámara.

-T: ¿Y cómo resultó 'estar del otro lado'?

-M.L: Sin duda hay una vocación, una fuerza interna en mi, una necesidad de ocupar el escenario, ser centro de atención, de subirme a un banquito en el medio de un parque y convertirme en un predicador evangelista, un actor que hace un unipersonal. Fue algo así como inventar o exagerar aspectos de mi vida. Se prendía la cámara y se accionaba un dispositivo interno en mí que me hacía teatralizar la situación, improvisar un personaje de mí mismo. La película es como una video performance donde yo exagero, reinterpreto mis propias angustias y preocupaciones.

-T: Aparecen la sensación de orfandad, pero sobre todo la búsqueda de sentido. "¿Rezar te tranquiliza?", le preguntás a Chopi. Y la película cierra con vos citando a tu psicoanalista, gran personaje y presencia en el documental, cuando dice: "Mire Marcos, su padre murió, es hora de que usted sienta que es adulto".

-M.L: Yo me la paso tratando de encontrarle un sentido a mi vida, mientras saco fotos, todo el tiempo. Creo que los artistas ayudamos a llenar un espacio de angustia y a través de esta película abrí mi corazón, pero es lo que vengo haciendo con toda mi obra, desde que descubrí la fotografía como forma de expresión.

-T: ¿Cómo definirías a este documental?

-M.L: Como un gesto de generosidad, tanto de Ulises como mío, para compartir emociones muy primarias y profundas con la comunidad. Un gesto silencioso y cotidiano, también, de todo el equipo que nos acompañó, fue un esfuerzo muy grande, algo así como tejer un tapiz, una trama colectiva grupal, para contar una historia.

-T: En el documental se entiende bien lo que hiciste en los 80 y que trabajás del pop latino y es un ingreso, pero en tu Instagram ponés: "me estoy cansando del colorinche poplatino". ¿Hacia dónde vas ahora?

-M.L: Yo vivía subido a un avión, dando cursos, haciendo exposiciones, no paraba de viajar y hacer cosas y la pandemia fue como chocar con un auto contra un paredón y quedarme un año quieto. En mi casa. No sé bien para donde ir ahora… si quiero pintar, escribir, hacer un libro con mis fotos de los años 80. Por momentos quiero dedicarme a hacer yoga y aprender a cocinar, meditar, no tener tanta exposición pública pero al otro día hago todo lo contrario.