Kim Basinger: de comprar un pueblo entero a la bancarrota

Se cumplen 35 años de la película que llevo a Kim Basiger a lo más alto de la fama. Pero su vida tuvo episodios algo más oscuros y que poco tienen que ver con la imagen de estrella que mucha gente tiene en la cabeza.

A 50 kilómetros de donde nació, Kim Basinger (67) decidió invertir sus millonarias ganancias en la compra de un pueblo para crear un parque de atracciones (como en su momento hizo Dolly Parton con Dollywood) y unos estudios cinematográficos. La actriz ya era toda una estrella tras interpretar a la chica Bond en Nunca digas nunca jamás (1983) y el drama erótico Nueve semanas y media, de la que se cumplen 35 años este 2021. Pagó 20 millones de dólares en 1989 por adquirir Braselton, una pequeña localidad de casi 710 hectáreas a la familia Braselton, cuya propiedad había estado en su familia durante 113 años.

Aquella locura no solo puso en el mapa a esta pequeña localidad, sino también a Kim Basinger como una de las nuevas luminarias caprichosas. El rodaje de Nueve semanas y media había sido una tortura psicológica para la intérprete por sus ataques de pánico, la vulnerabilidad y la manipulación emocional del director Adrian Lyne (Hitchcock ya lo había hecho previamente) que había creado tal hostilidad entre ella y Mike Rourke que hasta les prohibió hablar entre ellos fuera del rodaje para que la trama fuera más verosímil. Con la adquisición de Braselton, Basinger quiso liberarse.

En lo personal, su situación era como una montaña rusa. Estaba divorciada del maquillador Ron Snyder-Britton, tras sus devaneos con Richard Gere o Prince, que le produjo el disco Hollywood affair. Sin embargo, en 1990 todo cambió durante el rodaje de Ella siempre dice sí porque los retrasos fueron legendarios (también ocurrió en Cleopatra con Elizabeth Taylor y Richard Burton) ya que tenía una intensa vida sexual con su colega, Alec Baldwin, que hizo alarde de su cólera lanzando sillas por el aire o estampando teléfonos contra el suelo mientras Kim ejercía de diva lavándose su melena solo con agua Evian, negándose a decir el guion porque no le gustaba o rechazando rodar con luz solar.

En 1993, Kim y Alec se casaron y unos meses después ella protagonizó el anuncio navideño más famoso del mundo, el de las burbujas Freixenet. Se dice que aceptó la propuesta tras declararse en bancarrota. Tuvo que pagar unos siete millones de euros a los productores de Mi obsesión por Helena por no cumplir un acuerdo verbal y vendió su pueblo por menos de un millón de euros.

 

Su relación con Baldwin hizo aguas en 1998, pero la divina providencia le tenía un bonito regalo preparado, ya que al año siguiente consiguió su primer y único Oscar por L.A. Confidential a la mejor actriz de reparto. De nuevo reconvertida en estrella, también pasó a ser carne fresca para la prensa rosa durante su agrio divorcio culminado en 2002 en el que los actores desembolsaron 3,5 millones de euros en abogados.

A pesar de tener una hija, la modelo Ireland Baldwin, su padre dejó patente su mala leche en la grabación de varios mensajes telefónicos que no tardaron en salir a la luz. A su primogénita le dedicó "eres una cerda maleducada y descerebrada", "no tienes la decencia de un ser humano" y a su madre, "me importa un bledo que tengas 12 años, 11 años o que seas una niña, o que tu madre sea una inconsciente y un dolor en el culo que no se preocupa por ti ni por lo que haces".

En la actualidad, la sex symbol de los 80 vive dedicada prácticamente a su hija (llegó a estar internada por trastornos emocionales), de tanto en tanto aparece en cine, vendió recientemente una de sus propiedades por falta de liquidez, lidia como puede con la agorafobia, el año pasado fue la modelo de cabecera de Miu Miu y mantiene una discreta relación con el estilista Mitch Stone