Un taxista rosarino sufrió la amputación parcial del pene mientras dormía en su casa

Un taxista de 49 años sufrió el sábado pasado la amputación parcial del pene cuando, según aseguró, dormía la siesta en su casa de barrio Echesortu. El caso es complejo: el hombre dijo haber descubierto la herida recién al despertarse y la policía sospecha de su esposa, de 47 años, porque era la única persona que estaba en la vivienda. Pero ella negó la autoría de la agresión. El tachero, en tanto, sigue internado en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), donde le practicaron una cirugía reparadora para salvarle el miembro viril.

   El hecho tuvo como escenario una casa ubicada en San Juan al 5000, en la zona oeste de la ciudad, donde vive el matrimonio (de nacionalidad peruana) junto a sus dos hijas, un yerno y dos nietos.

   Según la versión ratificada ayer a la policía por el taxista, identificado como Jorge P. M., se encontraba descansando en su dormitorio y, al despertar, notó que tenía prácticamente amputado el pene.


   El hombre no sintió ningún dolor al momento del supuesto ataque, una versión de lo ocurrido que les relató a los médicos que lo atendieron en primera instancia.

   Previamente, la esposa (Sara P.), que estaba en la vivienda, había llamado al 911. Una ambulancia del Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (Sies) trasladó al tachero al Heca, donde lo operaron en la mañana del domingo.

   Claudio Alonso, subdirector del hospital, señaló a La Capital que la evolución postoperatoria es buena y que posiblemente el hombre sea dado de alta en dos días. Luego deberá encarar los controles en consultorios externos.

   Sobre la recuperación funcional del pene, los médicos estiman que recién en 20 ó 30 días estarán en condiciones de garantizarlo. Aunque cierto optimismo rodea a los profesionales.

   Pese al hermetismo del caso, para los doctores no caben dudas de que la grave herida sufrida por el hombre, un corte parcial a nivel de la uretra, en el sector izquierdo, responde a un arma blanca.

   Por su parte, el comisario inspector Hernán Brest reconoció la complejidad de la investigación, ya que “la víctima manifestó que no vio ni sintió nada y en el lugar no se encontraron elementos utilizados para realizar la mutilación”.

   Si bien el policía reconoció que “todo indica que podría ser la mujer, la única que estaba en la vivienda junto al hombre al momento del hecho, en su declaración negó la autoría” del ataque. Tampoco aparecieron elementos que la imputen.

 De todos modos, Brest no desestimó que la esposa, “por una posible aventura amorosa del marido”, pergeñara la amputación.
   Otras sospechas apuntaron a que el taxista habría sido anestesiado antes de sufrir la mutilación y a la existencia de un posible “pacto de silencio” del matrimonio, dudas alimentadas por la no presentación de una denuncia policial por lo ocurrido.
   Curiosamente, por los pasillos del Heca empezó a circular la versión de un supuesto robo, en rigor, deslizada por el propio tachero