La foto de un bebe rescatado en el mar que recorre el mundo

En la fotografía difundida se aprecia a un efectivo de la Guardia Civil Española cargando al niño, un migrante proveniente de Marruecos junto a su familia. Muchas personas huyen de ese país cruzando a nadando la frontera.

La crisis que se desató en España por el arribo de 8.000 migrantes provenientes de Marruecos trajo aparejada cientos de imágenes emotivas de personas que peleaban por su supervivencia, o de familias enteras tratando de pasar a Ceuta, en territorio español que se ve colapsado. Entre esas fotos sobresalió la de Juan Francisco, un agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS), destinado actualmente en Ceuta, quien no dudó en lanzarse al mar para rescatar a algunos de los migrantes, entre ellos un bebé de entre dos o tres meses.



Muchas de las personas que huyeron de Marruecos cruzaron nadando la frontera, arrojándose desde el espigón del Tarajal.

Las imágenes mostraron a Juan Francisco rescatando al pequeño, quien llevaba puesto un pijama de rayas blancas y rojas, un gorro azul en la cabeza y un par de guantes. Según los profesionales de la salud que lo atendieron, el niño se encontraba en perfecto estado.


Otros compañeros y agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) también se lanzaron al agua para sacar a decenas de niños cuyas vidas estaban en peligro. Sus padres se habían arrojado al mar con salvavidas o en barcas de goma. Incluso se divisó a gran cantidad de mujeres llevando consigo varios hijos.Gran cantidad de miembros de la la Cruz Roja auxiliaron a los migrantes que lograron alcanzar el enclave español. Las imágenes captadas por varios medios y agencias internacionales mostraban migrantes agotados, en la playa, o siendo trasladados en camilla.

Entre lunes y martes, al menos ocho mil migrantes lograron cruzar; sin embargo, la mitad ya fueron devueltos, mientras el gobierno español reclama al marroquí fortalecer sus controles fronterizos.

Con el avance de la vacunación anti Covid-19 en Nueva York, la ciudad que hace más de un año fue un importante foco de la pandemia levantó muchas de las restricciones que había vuelto a imponer para frenar la última ola de contagios.

Al menos 47% de los residentes de Nueva York recibieron al menos una dosis de las vacunas contra el coronavirus y el índice de casos positivos cayó por debajo del 1,5%. Esos dos datos permitieron que los neoyorquinos vacunados puedan quitarse el tapabocas incluso en espacios cerrados como restaurantes, comercios y gimnasios.

Además, esta semana el subte reanudó su funcionamiento las 24 horas y los toques de queda de medianoche para bares y restaurantes desaparecerán a fin de mes.

Las entradas para los teatros de Broadway están a la venta de nuevo, aunque el telón no se levantará en ningún espectáculo hasta septiembre.

Las luces se encienden

Tras unos días de vacilación, el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, ratificó su decisión de avanzar hacia una normalización casi total y dejar atrás la imagen de una ciudad y un estado que el virus puso de rodillas el año pasado, durante la primera ola de contagios que sufrió Estados Unidos.

Sin embargo, reina cierta confusión ya que que nadie verifica si las personas que no llevan tapabocas están vacunadas, por lo que algunos comerciantes tienen la intención de seguir imponiendo su uso.

“Creo que es demasiado pronto, se precipitan", declaró Juan Rosas, encargado de un restaurante en Manhattan a la agencia de noticias AFP.

Por su parte, para Ameen Deen, un neoyorquino de 63 años, la normalidad “no llegará pronto en un sentido completo. Hay demasiadas muertes. Hay demasiado sufrimiento. Hay demasiada desigualdad", según dijo a la cadena CNN.

Hace poco más de un año atrás, la icónica ciudad de Estados Unidos fue uno de los puntos de acceso de coronavirus más mortífero del país, que albergó a más de 21.000 muertos en solo dos meses.

Los pacientes negros e hispanos murieron en tasas notablemente más elevadas que los blancos y los estadounidenses de origen asiático y los hospitales se desbordaron de pacientes y cadáveres.

Los remolques refrigerados sirvieron como depósitos de cadáveres temporales y se instalaron tiendas de campaña en Central Park como salas de Covid-19.

Las agitadas calles de Nueva York quedaron en silencio.

Después de un año de reflujos, oleadas, reaperturas y cierres, la ciudad espera que las vacunas estén cambiando el rumbo para siempre.

Las muertes llegan a unas dos docenas por día en las últimas semanas y los nuevos casos y hospitalizaciones se desplomaron después de la última ola invernal.

Grandes franjas del país y del mundo también están comenzando a volver a la normalidad después de una crisis a la que se atribuyó 3,4 millones de muertes en todo el mundo, incluidas más de 587.000 en Estados Unidos.