Portillo: “Esto es como estar viviendo una película”

En tiempo récord, el misionero pasó de jugar en el Federal A a afianzarse como titular en Unión de Santa Fe, en Primera. La increíble odisea que vivió en la cuarentena más dura para cumplir el sueño del pibe.

Juan Carlos Portillo llegó en el arranque de la temporada pasada, y debutó en el tramo final de la Copa Diego Maradona. Luego, tras una gran pretemporada, se convirtió en un jugador clave para Juan Azconzábal, quien incluso le dio la chance de ser titular, como consecuencia de grandes rendimientos.

El misionero en tiempo récord pasó de jugar para Crucero del Norte, en el Torneo Federal A, a afianzarse como uno de los titulares de Unión de Santa Fe, en la máxima categoría del fútbol argentino.

Sin embargo, la rapidez con la que el oriundo de Puerto Rico se ganó su lugar en el Tate es apenas uno de los condimentos. Y es que el lateral vivió una verdadera odisea para llegar a Santa Fe, entendible desde el contexto epidemiológico que toca vivir, para cumplir con la primera prueba en Unión, en plena cuarentena dura, el player debió viajar ¡¡¡en remís!!! los 800 kilómetros que separan Posadas de la capital santafesina. Y no lo hizo solo: fue en compañía de Iván Molinas, otro exCrucero que aprovechó el viaje y siguió ¡¡¡otros 800 kilómetros hasta Mar del Plata!!! para sumarse a Alvarado de esa ciudad.

Expectativa en Unión por la llegada de Azconzábal

Esto es algo muy lindo, como estar viviendo una película. A veces pienso y recuerdo que a muchos de los jugadores que hoy me toca marcar, hace algunos meses los miraba por la tele”, relató a EL DEPORTIVO el marcador tatengue, quien repasó junto a este suple esa insólita llegada a su nuevo club y las experiencias que vivió en los trece partidos que ya lleva como titular en la Primera del fútbol argentino.

Todo fue por mi viejo, Leonardo, que es el más futbolero de la familia. Desde chico me motivaba, me acompañaba, jugábamos a los pases. Yo soy del barrio San Alberto de Puerto Rico y a los 7 años él me llevo a una escuelita de fútbol, la 9 de Julio, que ahí empecé a jugar ya de manera más competitiva.

¿Y cómo llegaste a Crucero?

A Crucero llegué en 2015. En ese momento, estaba jugando en el Club 25 de Mayo, acá de Puerto Rico, y un conocido me llevó a Crucero. No era una fecha de pruebas, era un día común de entrenamientos de las inferiores de AFA.

Yo tenía 15 años y la verdad es que fue un paso muy lindo. Crucero estaba en Primera, así que nos tocó jugar contra Colón, Lanús, Estudiantes y otros clubes grandes.

 

¿Recordás el debut en la Primera del Colectivero?

Sí, fue a fines de 2018, por el Federal A. Dio la casualidad de que debutamos el mismo día con Rodrigo Ramírez, muy amigo mío. Somos de la misma categoría, subimos al mismo tiempo a Primera y debutamos el mismo día. Después, cuando yo me fui a Unión, él pasó a Arsenal de Sarandí.

En Crucero tuve mucha participación, me dieron la posibilidad de jugar de titular y me mantuve. En la temporada 2019-2020 tuve un paso por Itapuense, de la Tercera de Paraguay… Y después volví a Crucero.

¿Y cómo entraste en el radar de Unión?

Fue gracias a Totti Klusener, mi compañero en Crucero. Su representante me vio en uno de los partidos, Totti le habló bien de mí y él termino también representándome a mí. Y en octubre de 2020 conseguí esa prueba en Unión….

 

¿Hubo asado para Totti?

(Se ríe) No, no… no hubo asado, pero sí una camiseta de Unión…

Avances en las obras de la terminación de la bandeja en Unión

¿Es cierto que tuviste que ir en remís a Santa Fe para la prueba?

Sí, sí (se ríe)… Pasa que era una fecha complicada por la pandemia y no había transporte público.

Pasó que me llamaron de Unión y que tenía que estar allá en tres días. Averigüé colectivos y no había nada. Y justo en ese tiempo estaba Iván Molinas, otro compañero de Crucero, que se estaba por ir a Alvarado de Mar del Plata, así que me comuniqué con él y fuimos a medias con el remís…

¡Increíble! ¿Y cómo fue ese viaje?

Salimos de Posadas un domingo a las 14. Yo me tenía que presentar lunes o martes. Y el viaje salió una fortuna, si no me equivoco, creo que pusimos entre 16 y 17 mil pesos cada uno. Es que, en ese momento, para transitar por el país los únicos permitidos eran los remiseros.