Cómo cuidar las articulaciones del uso excesivo de la tecnología

Ejercicios y hábitos para que no sufran lesiones tras largas horas con los elementos de comunicación

La gran cantidad de horas de uso de dispositivos tecnológicos puede favorecer la aparición precoz de muchas patologías. Para evitar o disminuir estos síntomas, es importante seguir una serie de pasos para un correcto uso de los mismos.

– Respetar el límite de dolor. Mientras sea posible, evitar actividades que lo generen, así como también disminuir las que provoquen dolor y que no se puedan interrumpir permanentemente.

– Prevenir al máximo el uso prolongado de una misma articulación, sobre todo las de menor tamaño y fomentar el uso de las más fuertes por sobre las pequeñas. Por ejemplo, en el caso de las compras, es recomendable apoyar las bolsas del supermercado sobre el antebrazo y no colgarlas de las manos.

– El tiempo de descanso es fundamental. Se deberá generar un equilibrio en los de reposo y de actividad. Armar previamente una rutina de trabajo, haciendo hincapié en el equilibrio y evitando sobregastos de energía.

– Reconocer la fatiga muscular, para evitar que provoque dolor o inflamación que puedan traducirse posteriormente en una disfunción. También evitar posturas que conducen a deformidad.

Otra manera de cuidar las manos es mantener una rutina de elongación de manos, muñecas y antebrazos, logrando también así el fortalecimiento de dichas partes. Realizar ejercicios como apertura y cierre de puños, separar los dedos y volver a juntarlos y marcar las pinzas (formar un círculo con cada dedo y el pulgar) son algunos ejemplos.

Los medios físicos, como baños de parafina, calor o baños de contrastes, mejoran la circulación y generan una sensación de relajación en las manos. Las almohadillas térmicas son otra alternativa. Respetar los tiempos de descanso de la musculatura de la mano y del antebrazo, armar un plan de ejercitación y evitar realizar de manera continuada y sin cuidado los ejercicios.

Una posible rutina podría comenzar con un baño de parafina (se pueden suplir con almohadillas térmicas o inmersión en agua tibia), luego seguir con una elongación del antebrazo y muñeca tanto en flexión como en extensión, y continuar con movimientos de cierre y apertura de puño y dedos de la mano. Se puede comenzar con unas pocas repeticiones, hasta que la mano y el antebrazo se acostumbren y ahí agregar más.

De ser posible, repetir la rutina 2 o 3 veces al día dándole tiempo de descanso. Siempre es aconsejable la consulta con un médico especialista para el correcto diagnóstico y derivación a rehabilitación en caso de ser necesario.