Méndez: "Esencialmente llegamos al bronce porque jugamos bien"
El entrenador de la Selección Argentina, bronce en los Juegos Olímpicos, reveló los puntos fuertes de su equipo para haber logrado el cometido en Tokio 2020.
“Se cerró una temporada fantástica, porque logramos la medalla de bronce y nos mantuvimos entre los equipos de arriba del ranking mundial, que es algo importantísimo para el futuro”, dice. “Muchas clasificaciones van a depender de nuestra situación en el ranking. Y ya desde hace tiempo tenemos un ojo puesto en el futuro del vóleibol argentino”, completa. Quien desarrolla su idea es Marcelo Méndez, el entrenador de la Selección Argentina que se subió al podio olímpico en Tokio.
Entrevistado por TheCecco15.com, el técnico del inolvidable bronce olímpico desanda diversos caminos durante una charla de una hora: el recorrido para un logro épico, las cuestiones volebolísticas que quedaron eclipsadas por cierta épica, las pinceladas de su impronta en el equipo y su visión respecto del desarrollo y el futuro del vóleibol nacional.
“Se completó un ciclo muy buscado por mucha gente. Y se logró una medalla para Argentina. Sobre todo, me pone feliz por los muchachos del equipo, que lo desearon tanto”, apunta.
–Quitada la efervescencia de los Juegos y puesta la situación en retrospectiva, ¿qué significa el bronce olímpico para quienes fueron parte de ese logro?
–Para los que participamos más activamente, esa medalla es un logro importantísimo en nuestras vidas. Son cosas que uno no va a olvidar, como también resulta imborrable las cosas que pasamos para llegar a esa medalla, tanto individualmente como grupalmente. En poco tiempo vamos a saber lo que significó esa medalla para el resto del vóleibol argentino: quiero ver cómo se va a aprovechar ese logro, porque no advierto que se esté explotando esa medalla, más allá de que sé que el país tiene otras urgencias.
–¿A qué se refiere específicamente con esto de que no se está aprovechando la medalla?
–Tendríamos que tener una política de difundir más lo que lograron estos muchachos. Por supuesto, los medios de comunicación son importantísimos, pero la FeVA tiene que organizar más actos, más eventos en los cuales estos chicos se vean reflejados. Se vieron acciones individuales de Luciano De Cecco, de la gente de San Juan, tal vez en Mendoza y en Formosa también. Pero hay que promoverlo más y transformarlo enseguida en un proyecto de trabajo en que sirva para difundir y promover el vóleibol argentino.
–Usted tiene una larguísima trayectoria como jugador y entrenador. ¿Qué lugar simbólico ocupa la medalla en la historia del vóleibol argentino?
–Es quizás el hecho más importante, en cuestión de resultados, en la historia del vóleibol argentino. La comparación es un poco incómoda, pero son dos contextos bien diferentes. En Seúl 1988, en la primera medalla de bronce, ya eran todos jugadores consagrados en el vóleibol mundial: casi todos jugaban en la A1 italiana. Esta medalla es producto del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio: de jugadores consagrados y de otros jóvenes con mucha ambición por llegar.
–En Seúl 1988, Argentina iba por una medalla. ¿Cuánto hubo de sorpresa o de salto cualitativo dentro de un mismo año calendario para alcanzar este bronce en 2021?
–No sé si fue sorpresa. Sí hubo jugadores con más experiencia en Selección que se pusieron como objetivo una medalla y se sacrificaron y dejaron aparte todo ego y toda cuestión personal. Y hubo un grupo de jóvenes empujando y creyendo que se podía lograr. Esa combinación de experiencia con juventud fue la que permitió obtener este resultado. Pasaron muchas cosas durante 84 días de viaje, se superó una gran cantidad de inconvenientes y eso fortaleció más al grupo.
–Más allá de cierta épica, de la fortaleza mental y del ensamblaje entre experiencia y juventud, quizás se habló poco de vóley en este tiempo. En cuanto al juego, ¿qué hizo Argentina en los Juegos para llegar a la medalla?
–Es verdad, se habla muy poco de juego y esencialmente llegamos al bronce porque jugamos bien al vóley. ¿Y qué quiere decir que jugamos bien al vóley? Desde que estoy a cargo del equipo, la Selección mejoró muchísimo su saque, por ejemplo. Su relación de saque-bloqueo fue una de las mejores de los Juegos, explicada en las estadísticas, inclusive. El equipo, además, fue de menos a más y mejoramos los porcentajes de nuestra recepción, cosa que en la VNL no habíamos hecho y sobre lo que trabajamos arduamente.
–¿Sobre qué se trabajó y qué aspectos cambiaron puntualmente?
–Por ejemplo, incorporamos cuatro receptores cuando se podía incorporar un cuarto receptor. Por eso, Bruno Lima se hizo receptor en algunas rotaciones. Mejoró increíblemente nuestro saque y también mejoró nuestro criterio de ataque: no era sólo pasar la pelota del otro lado, sino buscar el punto o una mejor situación para definir el juego. Sobre todas esas situaciones hicimos hincapié durante estos dos años y fuimos creciendo abismalmente en el último tiempo.
–A veces aparecen evoluciones más parejas, constantes, y por momentos se dan saltos. ¿Advirtió algún salto antes de los Juegos?
–Creo que tuvimos una evolución muy grande al final de la VNL, cuando tuvimos el equipo completo. Pero al salto final lo hicimos en el periodo que nos quedamos entrenando en Italia, donde descubrimos qué teníamos que hacer para ganarles a las potencias, ya con los 12 jugadores definidos para los Juegos. Ahí mejoramos mucho en los factores que nos faltaban. Uno fue la recepción. Otro, mejorar la agresividad en el saque. E insistimos en buscar la mejor opción en ataque: no le entregamos la bola al rival sin complicarlo; si no podíamos hacer el punto directo, tratábamos de que la bola quedara de nuestro lado para tener una mejor chance de atacar. En esos tres factores insistimos mucho.
LA METAMORFOSIS
–¿Cuándo se trasladó a la cancha eso que fueron puliendo con tanto entrenamiento?
–Lo advertí en el amistoso que jugamos contra Italia, en Italia: a pesar de haber perdido, el equipo jugó por momentos en un excelente nivel. Y en la preparación que hicimos en Kagoshima sentí tranquilidad y vi que el equipo estaba encaminado. Podía ganar o perder, pero iba a luchar y dar su mejor versión técnica precisamente en los Juegos Olímpicos.
–Además de focalizarse en determinadas cuestiones en las prácticas, ¿hubo algún tipo de charlas individuales o grupales que confluyeron para dar ese salto?
–Hubo de todos: charlas grupales, charlas individuales, discusiones acerca de qué era lo mejor para que el equipo llegara óptimo. Y claro, sacamos conclusiones: sabíamos a qué teníamos que jugar, sobre todo con un equipo de nuestras características, que no es tan potente físicamente. Teníamos que jugar bien al vóleibol y hacer cosas que otros equipos top no hacen bien. El que lo hizo mejor que nosotros fue Francia: hizo lo que hacíamos nosotros, pero además tuvo cierta potencia con la que nosotros no contamos. Ellos también jugaron muy bien al vóleibol. Y se llevaron la medalla de oro.
–¿Cuál fue el momento en que sintió que las palabras se transformaban en acciones?
–Nosotros insistimos en “ir a buscar las cosas”. Y todos se brindaron. Se dejaron los egos aparte y se pensó en el equipo y en el resultado que queríamos obtener. Uno puede hablar un montón, pero las cosas se consiguen aplicando lo que se dijo, depurando al máximo lo expuesto en palabras.
SU IMPRONTA Y SU VISIÓN DE FUTURO
–¿Cuánto hubo de impronta de Marcelo Méndez en este equipo? ¿En qué notó su sello particular puesto en cancha?
–Primero que nada, un entrenador tiene que tener material, personas que puedan realizarlo. Y los muchachos fueron muy capaces en ese sentido. La virtud del entrenador y de su cuerpo técnico es poner a los jugadores en condiciones para que rindan al máximo. También traté de darles una filosofía vencedora. Creo que acerté en ponerlos en la mejor condición para que ellos dieran el máximo que tenían, aun con experiencias, edades y circunstancias distintas. Quizás un gran acierto fue entablar una relación con cada jugador y exigirle lo que necesitaba de cada uno el equipo para que la Selección rindiera al máximo.
–¿Cómo se ensambló eso en lo colectivo?
–La filosofía del juego es la que vengo aplicando hace mucho tiempo: que el equipo dependa de los fundamentos que nosotros podemos dominar: saque, ataque y armado. En el saque, estamos en posesión de él y lo debemos dominar. En el armado, independientemente de la recepción, podemos levantar la mejor bola. Y en ataque, podemos hacer lo mejor más allá de la levantada que tengamos. Toda esa filosofía contribuyó a conseguir la medalla olímpica.
–Al mismo tiempo, lo que depende de las acciones y las dificultades que presenta el rival, como la recepción o el bloqueo, también mostraron mucha solidez.
–En recepción, en la VNL advertimos nuestros puntos débiles. Teníamos, por ejemplo, problemas con la recepción del saque en salto. Entonces, desde que terminó la VNL hasta los Juegos, hicimos hincapié en trabajar la recepción del saque saltado: con nuestros jugadores al saque y también con las máquinas lanzapelotas a grandes velocidades, que permiten trabajar ajustes técnicos individuales y colectivos. Todas esas cosas permitieron que crezca nuestro nivel de recepción.
–Después de la medalla olímpica, ¿hasta dónde se atreve a ilusionarse para 2022? Hace tiempo, por ejemplo, que Argentina no se prende en la discusión de los de arriba en un Mundial.
–Es difícil. Hay que darles más cancha a jugadores más jóvenes, como ya hicimos en varios torneos de este ciclo. Hay que ver la evolución y combinar los jugadores de mayor experiencia con los más jóvenes, que tienen que jugar muchos más partidos internacionales. No sé si alcanzan los 12 partidos de VNL y los del Mundial. Para mí, en 2022 tenemos que darles más competencia “de la buena” a estos jugadores: es algo que voy a hablar con las autoridades. En Selección hay que buscar siempre la renovación, pensando en el recambio y el futuro: necesitamos encontrar otro opuesto y otros receptores atacantes.
–La Selección ya conoce sus rivales para la primera fase del Mundial de Rusia 2022. ¿Qué le parece el grupo? ¿Se alimenta alguna expectativa extra o cambia la visión respecto del torneo?
–No es un grupo fácil. Egipto siempre tiene alguna sorpresa y Holanda e Irán son muy buenos equipos. Seguramente en teoría hay zonas más difíciles, pero lo esencial para nosotros es jugar e ir creciendo en la competición y, también, seguir creciendo como equipo, porque no tenemos que pensar sólo tener un buen resultado final en ese torneo, sino ir formando el grupo para los próximos Juegos Olímpicos.
NO SÓLO FUTURO INMEDIATO
“No estamos pensando sólo en los Juegos Olímpicos de 2024, sino en futuro, En objetivos a largo plazo. La Secretaría de Deporte de la Nación junto al área de selecciones nacionales tienen un plan de 64 escuelitas en seis regiones en todo el país, tratando de buscar talentos para seguir creciendo”, detalla Méndez.
–¿Qué objetivos tienen, en la rama masculina, en ese proyecto nacional?
–Estamos buscando jugadores con mayor talla y envergadura, para competir de otra manera con las potencias. Por ejemplo, en el Mundial de menores pensábamos que viajabamos con un equipo alto, pero estuvimos debajo de la media en la comparación con otras selecciones. Por nuestras habilidades técnicas, los argentinos podemos jugar de igual a igual contra las potencias en categorías formativas. Pero en adultos la potencia física pesa mucho. Necesitamos combinar nuestro talento con físicos más fuertes.
–Usted posee un largo recorrido como entrenador en Argentina, España y Brasil. Sabiendo las deficiencias que tendremos siempre, como cuestiones presupuestarias y de infraestructura, ¿sobre qué se puede trabajar e incidir? ¿Qué se puede cambiar sin contextos ideales?
–El plan de captación del que hablé recién es uno de esos elementos. Los técnicos de Selección tenemos que tener más presencia ahí. Otra cuestión es que el vóleibol debería tener un centro propio de entrenamientos. Quizás se puedan utilizar los gimnasios que quedaron de los Juegos de la Juventud. Habría que acondicionarlos y tomar uno de esos gimnasios enormes. Sería fantástico. También creo que el vóley tiene que ir a la escuela: desarrollar una política entre la FeVA y las áreas de Educación para promover más este deporte en las escuelas. Y creo que también tenemos que trabajar con alguna Selección permanente con los jóvenes.
–¿Puede desarrollar más esta última necesidad que plantea?
–Antes, los jóvenes llegaban con otros recursos. Ahora hay que trabajar muchísimo. Es decir que habría que sostener una Selección en el tiempo, todo el año, con mucha competencia. Eso nos generaría dificultades con los clubes, porque van a querer a esos jugadores, pero siento que es necesario tener un grupo que compita en distintos torneos en el país y se invierta para darles partidos internacionales, como se hacía 30 ó 40 años atrás. Creo que no nos podemos “escapar” del trabajo de una Selección permanente.
–¿Qué otras modificaciones considera necesarias para crecer a mediano y largo plazo?
–También habría que establecer un plan de actualización y tecnificación para entrenadores. Quienes estamos en selecciones somos unos privilegiados y vemos lo último que pasa en el mundo, vemos cómo trabajan, entrenan y juegan los mejores, pero tenemos que transmitir esas cosas a quienes no tienen ese acceso. La información está para transmitirse. Después, va a ganar quien la procese mejor. Pero no podemos privar a la gente de la información. Hay que encontrar el modo de transmitir eso en todo el país.
–Durante los Juegos Olímpicos usted hizo unas declaraciones que “rebotaron” mucho sobre la importancia de los clubes en la sociedad argentina. ¿Las recuerda?
–Por supuesto. Los clubes son importantísimos. En los clubes se formaron todos los jugadores de esta Selección olímpica. Tiene que haber una política, como vi en San Juan, de ayuda permanente a los clubes, porque esas instituciones son el sustento del deporte y de la juventud. Yo tengo un agradecimiento eterno con River Plate, que me permitió formarme completamente como jugador y entrenador. Después tuve experiencias en el exterior, pero la gran base para probar, mejorar y crecer fue River.
–De hecho, River regresa a la Liga Argentina masculina. ¿Qué vuelta de tuerca considera clave para el crecimiento de la Liga en el contexto actual?
–La participación de los clubes de fútbol podría ser importarte para el crecimiento o para el resurgimiento del vóleibol. Los clubes de fútbol del interior podrían ser fundamentales. Hay que ver cómo hacer atractiva nuestra Liga para que los clubes de fútbol se vean tentados a sumarse. Tenemos que encontrar el modo.