El Ejército Egipcio desaloja a los últimos de la plaza de la Liberación
Policías militares han conminado a los que aún seguían acampados en la plaza de El Cairo a recoger sus cosas y marcharse a casa bajo amenaza de arresto.
La plaza de la Liberación de El Cairo, corazón de la revuelta que el viernes acabó con los 30 años de régimen de Hosni Mubarak, ha quedado hoy despejada de manifestantes, aunque tan solo por unas horas. Poco después de que los militares, ahora poder supremo en el país tras la renuncia de Mubarak y la toma del poder por el mariscal Tantaui como líder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, desalojaran de la plaza a los últimos manifestantes anti-Mubarak, unas 2.000 personas han vuelto a cortar el tráfico en la céntrica plaza. Una manifestación de policías, el estamento más odiado por los egipcios por ser el brazo armado de Mubarak, se han manifestado por la plaza para expresar su solidaridad con la revuelta. Muchos civiles se han enfrentado a ellos reprochándoles querer apropiarse de la revolución.
Unas 2.000 personas se han concentrado en la plaza de la Liberación, interrumpiendo el tráfico apenas unas horas después de que soldados y policías militares echaran de la plaza a las últimas docenas de manifestantes anti-Mubarak acampados. Cuando los militares tenían ya el control de la plaza, unos cuantos cientos de policías, vestidos de civil y de paisano, tomaban de nuevo la plaza para expresar su solidaridad con los opositores al dictador que han conseguido su salida tras 18 días de protestas. Ondeando banderas de Egipto, los policías coreaban eslóganes como "Nosotros y el pueblo somos uno" y han rendido homenaje a los "mártires de la revolución". Los soldados, como ya hicieran con los opositores a Mubarak, tampoco les han impedido el paso.
"Estamos con el pueblo. Pedimos a la gente de Egipto que no nos hagan el vacío, no somos el enemigo", declaraba a Reuters el teniente Mohammed Mestekawy. "Estamos juntos en esto y hemos sido maltratados por el mismo sistema. Muchos policías han muerto en la revuelta con los otros [manifestantes]", decía. "Los altos cargos son corruptos, pero nosotros compartimos los mismos problemas que el resto de los egipcios, bajos salarios, falta de libertad, humillaciones", ha declarado Salah Mohamed, agente durante 15 años.
Sin embargo, no todos creen a uno de los estamentos más odiados de Egipto.Al inicio de la revuelta, la policía, controlada por el régimen, fue la encargada de reprimir a los manifestantes, ahondando aun más el odio que los egipcios sentían hacia ella, a la que consideraban el brazo armado de la tiranía. A los tres días de iniciada la revuelta, los policías desaparecieron de las calles tras haber usado todos sus medios infructuosamente para contener la ola de protesta.
Ha habido alguna escaramuza entre los policías y algunos civiles que los acusaban de querer subirse a un carro que no es suyo y apropiarse de su revolución. "No les creo. ¿Dónde estaban cuando los matones [del régimen] mataron a mi hermano?, gritaba Samah Hassan, un transeúnte que se ha enzarzado con un agente, informa Reuters. "Van por libre, quieren reclamar para ellos la revolución", decía.
La protesta se producía apenas unas horas después de que un grupo de soldados y policías militares acordonase la plaza para rodear a los que aún seguían en ella para conminarles a recoger sus bártulos y despejar el lugar en una hora. "Tenemos una hora, estamos rodeados de policía militar. No sabemos qué hacer. Estamos discutiendo qué hacer", declaraba uno de los últimos de la plaza a la agencia Reuters. Ha añadido que uno de los agentes les ha asegurado que, si no se marchaban, serían arrestados. Apuraban así sus últimas horas en una plaza en la que se han llegado a juntar cientos de miles de voces y que tras dos semanas largas de gritos y protestas pacíficas -solo el viernes 1 de febrero fue escenario de violencia, por la irrupción de cientos de partidarios de Mubarak con la intención de reventar la protesta- consiguió el pasado viernes forzar la salida de un presidente que había ejercido el poder durante tres décadas.
Poder supremo
El Ejército es ahora quien tiene el poder supremo. Tras la salida de Mubarak el viernes, fue el Ejército, institución respetada por los egipcios y que ha intentado jugar a la equidistancia durante la revuelta, asumió todo el poder. El mariscal Mohamed Tantaui, hasta el momento ministro de Defensa de Mubarak, asumió todo el poder: Ayer emitió un comunicado en el que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas gobernaría por decreto, se suspendía la Constitución y se disolvían las dos Cámaras del Parlamento y se anunciaban elecciones para dentro de seis meses.
Aunque los egipcios han aceptado de buen grado el nuevo régimen militar, algunos se resistían aún hoy a abandonar la plaza y anuncian que volverán a manifestarse si no se atienden sus demandas. Para el viernes, hay convocada una "Marcha de la Victoria" para celebrar el éxito de la revolución y quizá para recordar a los nuevos mandatarios la fuerza de la revuelta.
Mientras, las nuevas autoridades militares intentan que el país vuelva a la normalidad y que no vayan más allá los daños económicos que ha sufrido el país tras más de dos semanas de parálisis. Antes de su marcha, Mubarak, en un intento de mantener el poder, subió el sueldo a los funcionarios y a los pensionistas, pero ha habido durante la revuelta huelgas en numerosos sectores que reclamaban mejoras de los salarios y las condiciones y que ahora, espoleados por la marcha del dictador, se sienten más libres para expresar sus demandas.
No obstante, una fuente militar ha relatado a Reuters que el Ejército tiene previsto emitir un decreto para prohibir las huelgas y concentraciones de sindicatos, en un esfuerzo por poner de nuevo en marcha el país.
Mientras, las nuevas autoridades militares intentan que el país vuelva a la normalidad y que no vayan más allá los daños económicos que ha sufrido el país tras más de dos semanas de parálisis. Antes de su marcha, Mubarak, en un intento de mantener el poder, subió el sueldo a los funcionarios y a los pensionistas.