Georgina Rodríguez reveló la verdad de cómo conoció a Ronaldo
La argentina describió el preciso instante en que se topó por primera vez con el futbolista.
Glamour desmedido, ya obsceno. Lujos grandilocuentes para una cotidianidad de películas, de princesa que conquistó un espacio de privilegio. La argentina Georgina Rodríguez consiguió cambiar radicalmente su vida con la pareja que edificó con Cristiano Ronaldo.
La influencer acaba de explotar, aún más, su visibilidad mundial con el estreno del reality de Netflix que se basa en su vida, en las particularidades de modificar radicalmente su cotidianidad de una vendedora de ropa a la esposa de uno de los futbolistas más grandes del mundo.
En ese huracán de contenidos que pululan por las redes sociales, con todo el tanque promocional de la producción, se produjo un corte muy revelador, en el que aborda una de las incógnitas más buscadas por el público, que refiere al primer encuentro de Georgina y Cristiano.
Ese instante decisivo tuvo lugar en 2016, en España, más precisamente en la tienda de Gucci, esa marca aspiracional tan cara y que imanta a los ricos y famosos, que van como hormigas al hormiguero para adquirir sus productos excesivamente onerosos.
Georgina narró paso a paso ese capítulo que cambió todo: "Fue un jueves de verano. Trabajaba en Gucci. Me tocaba salir a las 5 y me llamó un compañero que me quedara media hora más para atender a una clienta. Cuando estaba saliendo de la tienda apareció un hombre guapísimo de casi dos metros acompañado de un niño y de un grupo de amigos. Guapísimo”.
En la continuidad de la anécdota, Rodríguez abrió su corazón para describir las sensaciones que latían en su interior: “El niño me saludó muy educado y se rió. Empecé a sentir cosquillas en el estómago. Y pensé: '¿Qué me pasa? No quería ni mirarle, tenía mucha vergüenza'".
El devenir de los hechos se configuró con una intencionalidad mutua de cruzarse, por eso la influencer manifestó: "Empecé a atenderlo en Gucci y un día me escribió que tenía un evento (de Gucci) que si iba a estar. Y le dije que sí. Pensé todo el día qué me iba a poner, cómo me iba a peinar. Cuando llegué lo vi guapísimo, me acuerdo que llevaba puesto él y yo”.
Claro que esa primera velada no culminó como se hubiera imaginado Georgina, porque algo imposibilitó extender la charla. “Brindamos con una copa de champagne y me tuve que ir a la cena. No me apetecía, pero me tuve que ir. Pero fue bueno porque nos dejó con las ganas", confesó la argentina.