Cyrano, la historia clásica detrás de la primera película argentina de rap

Al comenzar julio, se estrena el film “Panash”, dirigido por el alemán Christoph Behl, que recrea, en el ambiente del rap argentino la tragedia de un personaje mítico de la cultura francesa.

A fines del siglo XIX, el dramaturgo Edmond Rostand estrenó una obra de teatro intentado contar, en verso, las andanzas de un increíble personaje de principios del siglo XVII, el poeta libertino y valiente espadachín Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, que se convertiría en un ícono de la historia de la cultura francesa.

De allí en adelante, la aleccionadora historia de Cyrano ha sido contada en todos los formatos posible, aunque seguramente ninguno tan sorprendente como el de la película argentina Panash, que se estrenará en cines el 7 de julio. El filme retoma las ideas centrales del clásico teatral, pero presentándolas en código de freestyle, desde Fuerte Apache, en un futuro distópico.

En donde antes había poesía según el canon de los siglos que pasaron, el director de Panash, el alemán Christoph Behl, que se enamoró de la Argentina en medio de la crisis que presidió el final del siglo pasado y el comienzo de este, introduce como lenguaje el freestyle, es decir el código callejero de improvisación poético-musical, cuyo canon estético, surgido de las plazas suburbiales, trepó hasta situarse hoy en el centro de la escena.

La película, que empezó a gestarse en el clima de represión que se vivía en los barrios más pobres durante el gobierno de Mauricio Macri, narra la historia de Ciro, un freestyler ciego de un ojo que, desde las medias sombras, ayudará a un contemporáneo físicamente más agraciado, Isi, a ganarse el corazón de Panash, la chica más linda y difícil de conquistar de una zona marcada a fuego por las desigualdades y los prejuicios.

Los duelos entre raperos con que se presentan los personajes y las intervenciones de muchas otras figuras como Trueno, C.R.O. y Coscu, que desde el rodaje hasta hoy subieron numerosos escalones en la consideración de millones de escuchas de rap, trap y alrededores debería darle a esta obra, repleta de originalidad, el destino de encontrarse con un público que tal vez no va a los cines, ni tendría planeado hacerlo.

La historia del Cyrano teatral -en la Argentina es imposible olvidar un gran protagónico de Ernesto Bianco, en los años 70- es universalmente conmovedora: convencido de que por un defecto físico, su enorme nariz, no podrá conquistar a la dama de sus sueños, el poeta será una especie de titiritero de un colega espadachín, lindo pero vacío, escribiendo, hablando y soñando en su nombre con tal de llegar al objetivo.  

A esta altura la historia real del que fue uno de los creadores más pródigos del siglo XVII francés, como novelista, dramaturgo, autor satírico y filósofo, se confunde con la ficción teatral que urdió Rostand, que legó a la historia de la humanidad una creación que ha tenido una vuelta al mundo similar en su carácter simbólico al Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra o al Hamlet de William Shakespeare.

En su época, el orgulloso y sentimental Cyrano era polémico para la moral media, ya que se consideraba un libertino, no aceptaba las normas de la Iglesia Católica, o cualquier otra, y sin embargo hacía carrera, tanto en la milicia formal, como en su agitada vida como civil, en que ganó muchos duelos a punta de espada.

Roxane, la mujer de sus sueños, es su prima, pero todos sus deseos iniciales están en sintonía con los del joven Christian de Neuvilette, a quien Cyrano comenzará a asesor, para luego ofrecerse como escritor de cartas de amor, habida cuenta de que de alguna manera así llegará por fin al corazón deseado, aunque conquistarle pueda resultar una triste victoria.

La historia se pone trágica: tras ganarse el amor mediante una serie de tretas, pero sobre todo con palabras del otro, Christian muere en la guerra, Cyrano no se lo dice a la amada de ambos, y cuando ya es tarde para todos, quince años después, la verdad será revelada a medias, mediante un intrincado mecanismo que incluirá la muerte del malherido protagonista a la luz de la luna.

Cyrano fue tal vez el personaje más logrado de la carrera del gran actor francés Gerard Depardieu, que hizo algunos de sus parlamentos en la atípica performance que concretó en 2016 en el Teatro Colón de Buenos Aires, aunque la película que protagonizo en 1990 repetía la idea una exitosa versión de 1950, protagonizada por José Ferrer (por la que ganó el Óscar).

Otra de las adaptaciones al cine es una rareza: en 1987 el director Fred Schepisi filmó esta historia en tono de comedia con un elogiado protagónico del actor Steve Martin, aunque con la acción trasladada a Estados Unidos en el siglo XX, con el espadachín convertido en Jefe de Bomberos de un pueblo del interior profundo y  Daryl Hannah como la belle a enamorar.

También hay una ópera, del compositor italiano Franco Alfano, sobre un libreto de Henri Cain, estrenada en Roma en 1936 y por si fuera poco una nueva versión cinematográfica, estrenada en 2021, dirigida por Joe Wright, a partir de un musical de Erica Schmidt, con una rareza: la estrella es el actor de baja estatura Peter Dinklage, famoso tras haber interpretado a Tyrion Lannister en la serie de HBO Juego de tronos.