Blues argentino hecho por mujeres: historia para recorrer en doce compases

Con la figura de Paloma Efron (Blackie), allá por la década del 30, el blues en la Argentina empezó a forjar un camino repleto de grandes voces femeninas. Un sendero que se mantiene más vigente que nunca.

Como dirían las Blacanblus, en su canción “Rouge y Pentagrama”: también patearon años duros las piernas de esta mujer. Desde la grabación de “St.James Infirmary” por Paloma Efron (Blackie), en los años 30; Elder Barber y los primeros blues cantados en castellano, Lois Blue, Eladia Blázquez, y las primeras autorías femeninas, en los años 50; las mujeres del incipiente nuevo rock argentino de los años 70 y 80 que incorporaron el blues a sus repertorios; la Maestra Cristina Aguayo, la irrupción de las Blacanblus en la escena musical de los años 90, hasta el panorama actual de bluseras argentinas: una historia para recorrer en doce compases.

Paloma y el canto negro

Cuando Paloma Efron, conocida artísticamente como Blackie, grabó junto a sus Boys el clásico “St.James Infirmary”, a mediados de los años 30, comenzaba a construir el camino del blues en Argentina. Su pasión por la música negra la llevó a estudiar a la Universidad de Tuskegee, en el estado de Alabama, recorrer el sur de Estados Unidos para escuchar esas sonoridades, y aprender a cantar blues con el célebre W.C. Handy.

Blackie se convertiría en una de las voces más trascendentes del jazz argentino, también en un ícono de la radiofonía y de la televisión de nuestro país, como periodista, conductora, y directora artística de Canal 7.  Y una pionera del blues local.

A mediados de los años 50, otra de las grandes voces del jazz argentino, Lois Blue, se convierte por un rato en una dama del blues. Podemos verla en una escena del film “Días de odio”, de Leopoldo Torre Nilsson, cantando “Porque eres mi hombre”, un blues de autoría propia. Como señalan los autores Gabriel Gratzer y Martin Sassone, en su libro “Bien al sur. Historia del blues en la Argentina”, “su interpretación adquirió significados muy valiosos para la historia del blues en el país, ya que fue prácticamente la primera utilización de un blues en un film argentino, en un contexto adecuado, es decir, no solo como una mera musicalización, sino que acompañó la atmósfera de la escena”.

También por estos años, una chica llamada Eladia Blázquez compone por primera vez en su vida una canción, y esa canción, según ella misma recuerda, es un blues. Se llama “Humo y alcohol” y lo graba en 1957 con Los Cuatro del Sur, bajo el sello RCA. Luego volverá a grabar el mismo tema, pero esta última versión (que es la que puede escucharse hoy, pues la anterior se ha vuelto inhallable por el momento) ya se aleja del blues para volverse un tango.Antes de que terminasen los años 50, la cordobesa Elda Perla Barbero, cuyo nombre artístico es Elder Barber, suma a su repertorio dedicado a la canción melódica, un blues en castellano de los argentinos José Kumok y Julio Porter Lifehitz, llamado “No quiero llorar”, grabado en un simple del sello Odeon.

La raíz de todo

Cuando comenzaban los años 70, dos cantautoras pioneras del nuevo rock argentino que estaba naciendo, incluyeron al blues en sus LP debut: El álbum “Gabriela”, de Gabriela Parodi, cerraba con un blues de 57 segundos, que llevaba de título una definición para este género: “La raíz de todo”. El de Carola, “Damas Negras”, abría con un blues: “Blues una vez más”, y además estaba presente en toda la obra.

También por estos años, dos mujeres del ámbito del jazz se vincularon con ese nuevo rock, para brindarles sus voces bluseras: la inolvidable Donna Caroll, graba en el disco “Buenos Aires Blus”, de La Pesada del rock, el tema que abría el álbum, “Toda de gris”, una fusión de jazz, blues y tango. Y la ya mencionada Lois Blue, lo hace en el disco de Pajarito Zaguri, “Pájaro y la Murga del Rock and Roll”: allí canta el tema “El vago del oeste”, con Pappo al piano.

Antes de que terminara la década, quienes tuvieran la suerte de estar en "Jazz & Pop", el boliche de la calle Chacabuco al 508 en donde se alternaban zapadas con bandas o solistas nuevos, o en "Bangladesh", el bar de Ramos Mejía donde muchos músicos del oeste se juntaban a tocar, podían encontrarse con una voz e impronta que será trascendental para la historia del rock y el blues que está por venir: la voz de una adolescente llamada Claudia Puyó.

Pasarán más de 30 años, en los que va a grabar sus discos solistas, participar en los de los más reconocidos músicos y músicas de nuestro país, recorrer escenarios de todo el mundo, y haga entrar al blues y la emoción, a la Casa Rosada.

Los años 80

Ya entrando en esta década, varias de nuestras rockeras incluyen al blues en sus repertorios. La recordada María José Cantilo sorprendía con su original “Blues del rulero”, donde abordaba la cuestión de género y nos remitía a la situación de la mujer en el rock de aquella época. ¿Qué puedo hacer en un planeta donde los que comandan son hombres?, planteaba en su tema la cantautora, para concluir con ironía: Enarbolando un trapo de rejilla, fabrico proyectiles con ruleros…


En el infinito universo musical de Celeste Carballo, que a comienzos de la década comenzaba a maravillarnos, por supuesto estaba el blues. En su disco debut, “Me vuelvo cada día más loca”, podía escuchársela cantar “Blues del veraneo”, “El último blues”, “Desconfío” … y su voz se nos grababa en el corazón para siempre.

El apellido Carballo también ocupa un lugar muy relevante en el blues gracias a la guitarrista María Luz Carballo, sobrina de Celeste. Radicada en Chicago, la meca del blues, a donde viajó a los veinte años sola con su guitarra Fender Stratocaster para presenciar El Festival de Blues, a mediados de los 90: allí puede escuchársela tocar regularmente en los clásicos bares de blues como Kingston Mines, Rosa’s y B.L.U.E.S, o bien, sin necesidad de viajar puede vérsela en el documental que hizo sobre ella Nacho Garassino, llamado “Pegar la vuelta”.

Los 90

Corren los años 90, y asistimos al surgimiento de una banda que hará historia en el blues local.

“La propuesta Blacanblus fue haber puesto en el escenario de una forma totalmente invisible una estructura futura que no solamente comprende (para los que le cabe la astrología) cuatro mujeres de diferentes elementos; sino que comprende a una negra, una lesbiana, una originaria, y una judía. Y la gente aplaudiendo. Eso es lo profundo” .



La dueña de estas palabras, y de un piano bendito, es Cristina Dall. Junto a Viviana Scaliza, Deborah Dixon y Mona Fraiman, formaron Las Blacanblus. 

Todas tenían una historia musical previa, antes que crucen sus destinos en las clases de canto de la gran referente de la música negra en nuestro país, la maestra Cristina Aguayo, quien hizo confluir las cuatro voces en tiempo y espacio, para que esta banda se convierta en realidad. 

En 1994 Las Blacanblus lanzaron su primer longplay: “Cuatro Mujeres y Un Maldito Piano”, y comenzaban a escribir una página fundamental del blues argentino.

En esta década del 90, en la provincia de Córdoba, ya se oía la voz de Roxana Ledesma al frente de la banda “Los músicos convergentes” y tras ella, se abrían paso otras voces como la de María Fernanda Altamirano y Paulina Gallardo; e instrumentistas como la armonicista Tamara Rodríguez. Otra gran armonicista que surge en esta misma década, pero desde Buenos Aires, es Sandra Vázquez y, diez años después, llegará la talentosa Natacha Seara.

Y se seguirán abriendo paso: en el litoral cantantes como Stella Maris Ponce, Alejandra Melgarejo, Rocío Lens y Melina Carla. Y ya más al sur, en Bariloche, Andrea Pautasso.

Las músicas de blues se van multiplicando en las últimas dos décadas; vale destacar como muestra el dato que aportan los autores Gabriel Gratzer y Martin Sassone, en el libro ya mencionado: entre el 2012 y el 2014 se editan más del doble de discos de los que hubo en los 40 años anteriores.

Florencia Andrada, Florencia Rodriguez, Carmen Costa, Anahí Fabiani, Denise Izaguirre, Paz Pelanda, Florencia Horita, Dina Caccia, Greta Kohan, son algunos de los nombres de las nuevas generaciones de bluseras argentinas.

más bandas integradas por mujeres siguieron haciendo historia: Las Blusettes, Papusas, Las Hijas de Janis, The Salmonettes, las GinTonics, Carmela Blues Band, Les Hilerettes, Mojo Sisters, Yamile Burich & Jazz Ladies, y las “Blues&femme”, que supo nuclear, y continua haciéndolo,  a cantantes e instrumentistas como Natalia Ciel, Xime Monzón, Giulliana Merello, Tan Spinelli, Sol Cabrera, Sabrina Nieva y Luana E. Hari, Pamela Araujo Bella, Jorgelina Avigliano, Sol Bassa, Lorena Bravo, Ile Castiglioni, Johanna Czekala, Micky Gaudino, Andrea González, Lou Hernandez, Emma Pardo, Pamela Sleiman, y Débora Tomé.

A paso firme, las mujeres del blues argentino siguen trazando, imparables, su recorrido.