Cinco consejos para asegurarles un buen descanso a los chicos
Cómo hacer que aprendan a realizar la transición entre la vigilia y el sueño sin la participación de sus padres.
Desde hace décadas, el ritmo de la vida moderna genera múltiples cambios en nuestra conducta y hábitos. Especialmente, los hábitos alimenticios y de ejercicio se fueron modificando de manera importante, pero uno de los cambios más evidentes ocurrió en el sueño.
En la actualidad, el tiempo dedicado a dormir disminuyó drásticamente, pero no solo se trata de la cantidad, sino también de la calidad del sueño que se vio afectado de forma relevante en todos los grupos de edad, en especial en la población joven.
Desde hace algunos años, se sabe que el sueño juega un papel muy importante para el óptimo funcionamiento físico y mental del ser humano, pero solo recientemente se comenzó a conocer y entender las consecuencias que una mala calidad del sueño puede tener sobre la salud a mediano y largo plazo.
“La diferencia entre problema y trastorno del sueño es la persistencia en el tiempo y el impacto en la vida diaria y la salud”, señala Pablo Jorrat (M.N. 120.103), neurólogo del Laboratorio de Medicina del Sueño de Fleni.
Los niños no son ajenos a los trastornos del sueño. Se estima que entre el 25-30% de las visitas al pediatra están relacionadas con algún problema ligado al sueño, y los padres pueden hacer mucho para ayudar a sus hijos a tener el sueño profundo y reparador que necesitan para crecer, vivir sanos y mantenerse bien despiertos durante el día.
¿Cuándo sospechar un trastorno de sueño en los chicos?
Jorrat sugiere estar atentos a los cambios en el comportamiento: a detectar si hay un aumento del nivel de actividad habitual, si bajó el rendimiento escolar, si se queja de dolor de cabeza y si hay somnolencia diurna.
“Durante la noche, puede haber una resistencia para ir a la cama, se tarda en dormir, hay despertares nocturnos frecuentes y ronquidos”, detalla el experto.
¿Qué ayuda a conciliar el sueño en los niños?
Tener horarios y rutinas regulares.
Facilitar un ambiente favorable para dormir.
Evitar comidas pesadas, excesos de azúcares y bebidas estimulantes en la cena.
Sostener una rutina tranquila antes del horario de acostarse.
Evitar pantallas una hora antes de dormir.
La iniciación del sueño requiere una compleja coordinación de circunstancias biológicas y de conductas aprendidas: Por un lado, el organismo tiene que estar fisiológicamente preparado para el sueño. Por otro lado, las conductas que realizamos en los momentos previos a dormir, se acaban convirtiendo en rituales facilitadores del sueño que, cuando faltan, nos impiden dormir.
Los rituales de conciliación también son necesarios en los chicos, y con frecuencia, el problema del insomnio infantil no se debe a despertarse por la noche, sino a no poder volver a dormirse, debido a que los estímulos que asocian al inicio de sueño no están presentes a mitad de la noche cuando se despiertan (papá o mamá, luz, cuento…). Sea cual sea el caso, la respuesta de los padres tiene que ser siempre de apoyo.