Falcioni: "En una semana se nos vino todo de culo en Colón"
El Emperador brindó una profunda entrevista donde se refirió a su lucha contra el cáncer, mientras que también se refirió a su actualidad como DT, y lo vivido en el Sabalero.
Quien escribe buscó al protagonista antes de que asumiera en Independiente. La idea era abordar la entrevista con un hombre que atravesó una grave enfermedad y que después sufrió la muerte de su esposa. La respuesta de Falcioni fue positiva. Pero justo en esos días le surgió la chance de regresar a Independiente. Con lo cual este periodista pensó de manera equivocada que no iba a querer hablar. Pero Julio cumplió con lo pactado y aceptó la charla. “Después de haber caminado un poco, el ganar o perder no me cambia. Por ahí hace 15 años me escondía un poquito pero ahora no tengo por qué esconderme”, aclara este viejo zorro del fútbol.
-¿Cómo estás, Julio?
-Muy bien. Si no, no podría estar trabajando. En el momento que no me sienta bien, o que no esté lúcido, yo solo me voy a correr. Afortunadamente esa situación la pasé y fue muy difícil, fue muy dura, pero creemos que quedó atrás. Está en la cabeza todo lo que viví. Perdí el vozarrón que tenía, pero igual los médicos dicen que estoy bien. Hago una vida normal, no tomo ninguna medicación.
-¿En su momento tomaste conciencia de lo que tenías?
-Me palpitaba que tenía algo. Se lo dije a mi esposa en lo previo, a mis colaboradores más directos, a Omar Píccoli y Gustavo Otero. A mí me habían programado una operación porque encontraron unos nódulos. Pero no había nada de apuro y yo en mi interior pensaba que estaba complicado. Y entré para que me hicieran una operación sencilla y estuve 15 días en terapia intensiva. La intervención duró 13 horas. Después me contaron que toda mi familia estaba súper alterada. Para eliminar todo lo que había tuvieron que raspar, en ese raspaje se filtró aire por un cartílago y me entró por todo el cuerpo, y como me hicieron una traqueotomía pude salir adelante.
-¿Tuviste que hacer quimioterapia?
-Hice 35 sesiones de rayos y 12 de quimio. En los estudios que se hicieron posteriormente no ven nada que sea complicado. Perdí mi caudal de voz, poco a poco la voy a ir recuperando, pero tuve que aprender a comer de vuelta porque debido a los rayos no me pasaba la comida.
-¿Vas a recuperar tu vozarrón?
-No lo sé, hice algunos intentos con algún producto, pero entré dos veces al quirófano y como no hubo evolución, no quise entrar más.
-¿A raíz de lo que sufriste le das otro valor a la vida y dejaste de hacerte problemas por cosas que antes te enojaban?
-Problemas siempre te hacés, pero yo trato de vivir a pleno, por eso trabajo. Hay una frase que le dije a Diego en su momento, que es que el fútbol nos da vida y a veces cuando no trabajás y estás en tu casa, te falta algo y eso lo llenas en el día a día. Trabajar es una forma de estar vivo.
-Como si fuera poco, después del cáncer que padeciste, sufriste la muerte de su esposa.
-Llevábamos más de 40 años juntos. Es muy difícil, muy duro. Ella también tuvo una enfermedad complicada que la dejó muy mal, después tuvo COVID y no se pudo recuperar.
-¿Cómo te reponés de eso?
-Es más difícil eso que lo que pasé, porque lo que me ocurrió con la enfermedad ya lo transité y ella me acompañó mucho. Yo creo que ella no quiso pelear como me tocó luchar a mí, porque sufrimos mucho y ella me ayudó. Pero tengo que seguir adelante por mis hijas, por mi vieja, por mis nietos y por mucha gente que me quiere y está atenta a lo que me ocurra.
-¿Cómo es llegar a tu casa?
Es muy triste. Fueron muchos años de estar juntos. Hicimos una vida juntos entonces por eso se hace muy difícil. Pero con la compañía de mis hijas voy saliendo. Me pasó que estaba en Santa Fe dirigiendo a Colón y quería estar en mi casa. Eso es lo que sentía. Quería estar con los míos. Con mis recuerdos. Nos complementábamos muy bien y ella era la que manejaba la casa. Cuando uno juega, viaja mucho y la que se encargaba de las chicas y de la casa era ella. En todo lo que emprendí me acompañó.
-¿Hay algo que te faltó hacer con ella?
-Quizá viajar más, disfrutar más todo lo que habíamos conseguido. Ella siempre me decía que esperáramos para viajar un poco más. Me hubiera gustado que disfrutara más, sobre todo a los nietos, porque ella los quería muchísimo.
-¿Durante la enfermedad, recibiste el apoyo de mucha gente?
-Sí, de mucha gente del fútbol y fuera. Este apoyo lo vivo todos los días cuando salgo a la calle. Es la vida, cuando falleció mi papá creí que era un golpe de nocaut y me tuve que reponer porque quedaba mi mamá, mi hermana y el resto de mi familia. Hay momentos de flaqueza, pero se dan cuando me quedo solo. Yo extraño todos los días. Hasta ahora no me pasó de no tener ganas, pero sí de mirar alrededor y que me falten afectos, cuando te vas a dormir que tenes la cama vacía. Al igual que mi viejo, que vivía acá a siete cuadras y lo iba a ver todos los días, y ésas son las cosas que me faltan, pero los tengo en el corazón permanentemente. A veces nos subimos a esa vorágine de trabajo, de querer crecer cada vez más y ganar mejor y no nos detenemos nunca a pensar lo que hicimos y lo que dejamos de hacer. Y perdemos oportunidades de vivir mejor. Yo creo que vivimos bien pero siempre te queda esa duda. (En los únicos momentos de la entrevista que a Falcioni se le llenan los ojos de lágrimas es cuando habla de su esposa y su padre)
-Cuándo saliste de terapia, ¿qué fue lo primero que hiciste?
-Lo primero que hice fue pedirle un cigarrillo a mi esposa (se ríe). Desgraciadamente sigo fumando, aunque mucho menos que antes. Mis hijas y mis nietos se enojan. Dejé por varios meses durante el tratamiento. Y después hubo una situación que me hizo agarrar el cigarrillo. Me fui hacer un estudio y parecía que tenía la enfermedad otra vez. Y ahí empecé a fumar de vuelta. Dije: "yo no hago más nada". Y me hice una biopsia y no tenía nada, era todo producto de los rayos, pero ya había arrancado a fumar de nuevo.
-¿Qué cambiarías si te dieran la posibilidad de volver el tiempo atrás?
No sé qué cambiaría, porque vivimos a pleno. Me gustaría ver otra vez a mi viejo, a mi esposa. Mi viejo se llamaba Julio Cesar como yo, jugaba de central, sus amigos me decían que jugaba muy bien, era hincha de Ferro y yo salí como para hacerle la contra hincha y jugador de Vélez. En este camino que llevo recorrido en el fútbol, pensé algún día en laburar en Ferro, aunque sea gratis, por mi viejo.
-¿Cómo te tratan ahora en la calle?
Muy bien. Mi carta de presentación es haber vivido diez años fuera de Argentina en el mismo país y en el mismo lugar. En el año 1995 compré un auto, me dieron el teléfono y sigo con el mismo número. No lo cambié nunca, y eso quiere decir que no le debo muchas cosas a nadie y que puedo mirar de frente y caminar tranquilo, porque medianamente me habré equivocado muchas veces, pero he hecho las cosas siempre de frente y bien.
-¿Cómo ve el Julio de hoy al Falcioni de hace unos 15 años?
-.Seguramente en el fútbol y en la vida hay cosas que hoy haría distinto. No una, muchas. Yo estuve a punto de ir a Boca en el 2005, previo a ir a Independiente. Teníamos todo muy avanzado y después se cayó. Cuando pasó el tiempo y después de haber estado en Boca dos años, en el 2011 y 2012, siempre agradecí no haber ido en el 2005 porque no estaba preparado para ir a un equipo de esa envergadura. Yo digo que hubiera durado poco.
-¿Te imaginabas que Independiente te iba a buscar otra vez?
-Son las paradojas de este fútbol. Hace dos meses nosotros con Colón pasamos a octavos de la Copa siendo primeros del grupo. A la semana nos empatan el clásico con Unión en el final, después le ganamos a River de local, a la semana perdemos con Patronato por penales y después nos elimina Talleres en octavos, y ahí pensé que mi ciclo estaba terminado. El fútbol es eso, es una dinámica terrible. En un mes estábamos jugando la Copa, y ganándole a River por el campeonato, y en una semana se nos vino todo de culo.
-Si sumamos tu carrera como técnico y jugador debes ser uno de los tipos que más participaron en la Copa Libertadores. Disputaste 4 finales. Tres como jugador con el América de Cali y una como técnico de Boca. ¿En cuál estuviste más cerca?
-Una vez, cuando ya había dejado de jugar al fútbol, me dijeron que yo era el jugador argentino con más partidos en la Libertadores. En ese momento eran un poco más de 70, y si le sumas la participación dirigiendo a Banfield, Boca, Colón, son más de 100. Y estuve cerca en tres de las cuatro finales que me tocó disputar. La de 1985 que perdimos por penales con Argentinos, la del 87 que nos ganó Peñarol en el final del alargue y la de 2012 con Boca. La del 86 con River sabíamos que iba a ser difícil y nos ganó bien los dos partidos.
-Con Boca en el 2012 creías que estabas cerca. ¿Y qué ocurrió?
-Teníamos un equipo muy compacto. Y pasó que en la final empatamos de local y perdimos de visitante.
-Alguna vez le atajaste dos penales a Maradona...
-Sí, es verdad, tuve suerte. Me caí para el mismo lado. Y una vez, en la Selección, Diego me dijo: “¿Te acordas Pelusa cuando me atajaste dos penales?”. Y le dije: "Vos te podes hacer el boludo, pero yo de eso no me olvido más".
-¿Qué te dio y que te quitó el fútbol?
-Me dio la posibilidad de ayudar a mi familia, mi papá laburaba mucho y estábamos siempre con lo justo. No me faltó nunca nada, pero el fútbol me dio la oportunidad de progresar, de formar mi familia, de darles una educación universitaria a mis hijas. Y me quitó tiempo. A una de mis hijas, la más chica, cuando yo me iba de viaje le agarraba fiebre. En el día a día estaba la madre y por eso hoy la extrañan tanto. Yo nunca pensé en ser técnico de Primera. Había pensado en ser colaborador. De hecho, había hablado para acompañar a Carlitos Ischia cuando él se largara solo. Pero terminé siendo técnico yo primero.
-¿Qué te queda por lograr en el fútbol?
-Siempre te queda algo. Me hubiera gustado jugar un Mundial. Estuve cerca en el 90. Es más: tenía el bolso hecho, pero no se dio.
-¿Los mejores jugadores que dirigiste?
-Tuve a varios. A James Rodríguez, lo tomamos con 17 años, el Kun Agüero, Cvitanich, Erviti, “Papelito” Fernández, Palacio, Riquelme. Tuve la suerte de dirigir a jugadores de mucho nivel.
-¿Y arqueros?
-Tuve a Ustari, que me gustaba mucho. Tenía una visión del juego y una técnica para el puesto envidiables. También tuve a Orion, al Laucha Lucchetti. Y de mi época vi a Buticce, Marín, Cejas. El Pato Fillol, que fue un monstruo. Una vez me dijeron: "¿Viste que le cuesta salir a cortar los centros?". ¡Y para qué quería salir si le cabeceaban de al lado y la sacaba al córner! También tuve a Chilavert, que fue un grande. Al Dibu Martínez lo veo muy bien, con una personalidad en el arco que parece impenetrable. Yo lo que digo de mi carrera es que tengo las manos de un pianista, y eso puede ser porque tenía muy buena técnica o porque en lugar de dedos tenía flecos (se ríe mientras muestra sus manos).
-Antes de largarte a trabajar como técnico, estudiaste periodismo, pero no me diste ningún título para la nota.
-Ése es mi problema. Trato de no dar muchos títulos. Lo aprendí cuando estuve en Boca porque no quería estar en la tapa de los diarios. Pero soy un agradecido al fútbol y a toda la gente que me tocó conocer, con la que mantengo contacto y a la gente con la que conviví en cada uno de los equipos por los que pasé con mejor o peor suerte.
-No me hablaste de tus nietos. ¿Cuántos tenés?
-Tengo cinco nietos. Sofía, la única nena, tiene 5 años y es la que más me demanda. Santino es arquero. Filippo juega bien a la pelota. El mayor, Valentino, es muy buen estudiante. y el más chico, Vittorio, es el más bravo de todos.
-Julio, para terminar, ¿sos feliz?
-Se puede decir que estoy tranquilo.