Soledad: la equiparan a fumar 15 cigarrillos al día
Imágenes obtenidas por resonancia magnética muestran alteraciones en la estructura y conectividad cerebral relacionadas con la soledad.
El tiempo a solas puede parecer un lujo absoluto en los días frenéticos de paternidad, donde los hijos chicos insisten en seguirnos hasta al baño y cuando las urgencias laborales nos ocupan casi todo el día. Pedimos a gritos aislarnos de lo que nos atosiga. Pero “tené cuidado con lo que deseás”, dice una famosa frase.
La interacción social según la edad
El tiempo que se pasa con amigos alcanza su punto máximo a finales de la adolescencia y disminuye con bastante rapidez a través de las décadas de formación de familia y construcción de carrera que se suele dar de los 20 a los 40 años.
Las décadas que la persona pasa jubilada traen un aumento sustancial en el tiempo que se pasa con una pareja y un ligero aumento temporal en la compañía de amigos. Pero con los hijos criados y los compañeros de trabajo que probablemente estén fuera de escena, el sentimiento de soledad empieza a ganar espacio.
Según los expertos, la falta de interacción social, que en un principio nos daría un respiro, con el paso del tiempo se relaciona con la posibilidad de sufrir trastornos diversos:
- Un mayor riesgo de demencia.
- Una peor salud física.
- Un menor bienestar psicológico.
- Un menor funcionamiento cognitivo.
Incluso antes de que la pandemia de COVID-19 causara una desconexión social sin precedentes, la soledad estaba siendo señalada como un problema de salud pública.
Sin embargo, eso no quiere decir que el tiempo que se pasa solo equivale a soledad. Al analizar detalladamente el tema en una investigación publicada en 2019, el Estudio Longitudinal Irlandés sobre el Envejecimiento (TIDLA) pudo distinguir entre las personas que pueden no sentirse solas a pesar de tener una pequeña red social y las que lo hacen dentro de un círculo social más grande.
La soledad no se limita a las personas mayores
La soledad es más obvia en el envejecimiento, dice la doctora Anne Kehoe, presidenta electa de la Sociedad Irlandesa de Psicología, pero cree que las personas pueden tener dificultades para reconocerlo en otros momentos de sus vidas.
“Si parece que estás muy conectado socialmente, pero te sientes muy solo, la gente tiende a internalizar eso como si fuera su culpa de alguna manera, lo cual es muy difícil de expresar. Si tienes una vida ocupada con niños y trabajo, pero te sientes muy solo, ¿cómo plantearlo y que suene creíble?”, pregunta la experta.
“La pandemia ayudó a disipar el mito de que la soledad es el problema de una persona mayor y desafió la visión estereotipada de quién puede sentirse solo”, dice el profesor Roger O’Sullivan, director de Investigación y Desarrollo del Envejecimiento en el Instituto de Salud Pública. “También destacó el valor de nuestras conexiones sociales y emocionales para nuestro bienestar e identidad en general”.
“La soledad es peligrosa para las personas; se comparó con fumar 15 cigarrillos al día”, dice el Dr. David Robinson, geriatra consultor del Hospital St James en Dublín. Sentirse solo también puede hacer que aumente en un 30% la posibilidad de sufrir un ACV o un ataque al corazón y en un 60% de desarrollar demencia.
El verdadero impacto de la socialización en el cerebro no está claro, dice el Dr. Paul McElwaine, geriatra consultor del Hospital Universitario de Tallaght (TUH) en Dublín. Sin embargo, la reciente Comisión Lancet para la prevención de la demencia destacó el aislamiento social como uno de los factores de riesgo modificables que podrían ser atacados.
Un estudio demostró que las personas que participaron en un encuentro social positivo tendían a mostrar un mejor rendimiento en las pruebas cognitivas el mismo día y durante los dos días siguientes.
Desde un punto de vista fisiológico, una teoría sugeriría que el aislamiento activa nuestra respuesta al estrés a largo plazo, lo que lleva a cambios en el cerebro, que afectan la salud mental.
Sabiendo que el aumento del aislamiento, con los riesgos de salud que lo acompañan, es el precio probable de una mayor esperanza de vida, tal vez las personas deberían hacer más en la mediana edad para “preparar el futuro” con más amistades.
Mantenerse en contacto con amigos que hemos conocido a lo largo del camino de la vida y realizar actividades que ofrecen oportunidades para socializar parecería una inversión prudente en una mejor salud a largo plazo.
Pasar tiempo a solas no tiene por qué ser algo malo
“Puede ser muy positivo, pero tiene mucho que ver con la percepción. Si te sientes solo, es muy difícil verlo como algo positivo”. Si realmente te faltan conexiones, es importante evaluar lo que necesitas y tomar medidas, dice Kehoe, “pero es muy difícil de hacer cuando te sientes negativo y solo”.
Nuestros intereses cambian, lo que hacemos en la vida cambia, pero siempre hay margen para nuevas amistades.
“Lleva tiempo y no somos buenos para estar tan abiertos a eso”. Sin embargo, nunca es demasiado tarde, agrega, para hacer nuevos amigos: podrían extender la vida.