El uso de protector solar de manera adecuada ayuda a combatir arrugas, líneas de expresión, manchas y demás afecciones causadas por la exposición a la radiación solar, incluso puede disminuir el riesgo de cáncer.

El fototipo es la capacidad de adaptación a la radiación solar de cada persona y la que determina se broncea o no, además de cómo y en qué grado lo hace. Existen tres generales: claro, intermedio y oscuro, cada uno de ellos necesita de protectores distintos por ser más o menos propensos a los rayos ultravioleta tipo A (UVA), que causan el envejecimiento prematuro, y los tipo A (UVB), responsables de las quemaduras y la pigmentación.

La gran diferencia es que el claro al exponerse al sol, siempre se quema y nunca se broncea, el intermedio a veces se quema y siempre se broncea y el oscuro casi nunca se quema y se broncea con rapidez.

La piel clara necesita tres veces más protección contra los rayos UVB que contra los UVA, mientras que la oscura necesita la misma relación de protección entre ambos, por lo que al comprar un protector se debe considerar el factor de protección solar (FPS) adecuado, la protección UVA y la luz visible. Indistintamente del tipo, es fundamental el uso regular de protector solar, incluso en días nublados y cuando se realizan actividades rutinarias.

Para la piel que sufre de acné, irritación o enrojecimiento como una dermatitis atópica o rosácea, las recomendaciones son diferentes, ya que se debe de manejar un nivel de protección y FPS diferente y evitar ciertos componentes químicos. Esto varía dependiendo de cada paciente para prevenir efectivamente la pigmentación sin irritar.