Calor y aire libre: los aliados para combatir la obesidad y el sedentarismo en niños
Cómo ayudarlos a ponerse en movimiento para una mejor salud física y mental.
Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 parecen ser infinitas. De hecho, la pandemia no terminó, pero a dos y ocho meses de declarada la emergencia sanitaria mundial, algunos de los efectos del aislamiento, las restricciones y la interrupción de la vida tal como la teníamos antes de marzo de 2020 son bastante visibles.
El aumento de la obesidad infantil es uno de ellos. Y si bien se trata de un fenómeno que data de antes de que el SARS-CoV-2 estuviera entre nosotros, lo cierto es que en el último tiempo las cifras de sobrepeso entre los más chicos crecieron de manera alarmante, según los especialistas.
“La pandemia tuvo un enorme impacto en la población infantil. Desde muchos aspectos, estamos viendo las consecuencias de las restricciones que los niños sufrieron. Estas restricciones impactaron no sólo en su escolarización, sino también en aspectos esenciales del estilo de vida, como la alimentación, el sueño y buen descanso, la recreación, la exposición solar y las actividades al aire libre, la sociabilización y el poder compartir con sus pares: estos aspectos son esenciales para el crecimiento y desarrollo armónico de cualquier niño”. La que comenzó a hacer un análisis del cuadro de situación es la médica pediatra Roxana Anahí Timo (MN 88.956), para quien “la problemática de sobrepeso y obesidad se exacerbó con la pandemia, habiendo alcanzado cifras alarmantes”.
Eugenia Briz es licenciada en Nutrición (MP 95) y ante la consulta de Infobae observó que “si bien antes de la pandemia el sobrepeso y la obesidad estaba en un 40% de los niños entre cinco y 17 años en Argentina, la pandemia empeoró la crisis de este sobrepeso y obesidad infantil”.
Para ella, “el uso restringido de espacios públicos o privados como las plazas, clubes y demás áreas de juegos significó una disminución en las oportunidades de participar en la actividad física, agravado por el cierre de las escuelas, lo que además alteró las rutinas y horarios de comida y sueño en las casas, y aumentó el sedentarismo”.
La médica pediatra Laura Viva (MN 148090 - MP 454065) sumó un punto no menor que contribuyó a la epidemia de sobrepeso infantil, que -es cierto- es de larga data. “La hiperconectividad, la falta de recreación, de encuentro entre pares, juego y sociabilización llevó a los pequeños a tener que relacionarse a través de un dispositivo, siendo ésta la única opción para continuar con su educación y estar en contacto con amigos durante la pandemia -observó-. Según la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el uso de pantallas aumentó más de tres horas diarias durante el confinamiento, con resonancia no sólo en los hábitos dietéticos, sino también en los procesos cognitivos, sueño y autorregulación”.
Y si bien la especialista reconoció que “hoy el uso de los dispositivos es parte de la vida diaria”, señaló que “continúan siendo disruptivos en la infancia y adolescencia”.
- Según lo que ven en las consultas, ¿volvieron los niños y adolescentes a hacer actividad física al nivel de antes de la pandemia?
- Timo: Las familias se están volcando a la tarea de recuperar las rutinas y hábitos previos a la pandemia. Incluso podemos ver que, en este sentido, la pandemia representó un aprendizaje a la hora de comprender la importancia del estilo de vida y hábitos en la salud de los niños.
Retomar rutinas como practicar deporte, asistir al club, realizar salidas al aire libre o incluso, salidas de fin de semana y vacaciones, es algo que la mayoría de las familias agradecen.
- Briz: La clase de educación física representa un espacio idóneo proporcionándoles el ejercicio físico y experiencias motoras que pudieron modificar las conductas sedentarias y deterioro psico social durante la pandemia. No debe olvidarse el rol de los padres para contribuir con este fin.
En términos generales, se volvió a la actividad física fuera del espacio escolar pero aún no alcanzó los niveles deseados. Las causas también son múltiples, entre ellas, económicas, home office, que impiden que los padres le dediquen tiempo suficiente a sus hijos. Sin embargo, se encontró que los niños entre cinco y 14 años actualmente no realizan actividad física en un 12% fuera del ámbito escolar y un 40% entre los 15 y 24 años. Una de las causas a subrayar es el tiempo que pasan sentados frente a las pantallas digitales.
- Viva: Actualmente muchas familias pudieron escolarizar, tanto en instituciones o jardines rodantes, o bien lograron iniciar algún deporte o actividad de recreación para sus pequeños, encontrando hoy ese espacio que se había perdido en la vorágine entre trabajar y criar desde casa.
- ¿Cómo ven la manera en que se alimentan los niños?
- Briz: Tomando en cuenta las consultas y los ámbitos que me rodean, creo que los niños se alimentan mal y eso viene de la casa. La pandemia acrecentó todo esto aún más y estamos viendo las consecuencias. Las familias están colapsadas después de volver a la “normalidad”, ya que pasaron de tener mucho tiempo libre en sus casas, a no tenerlo y por eso optaron por la comida rápida, les costó volver a organizarse lo que se traduce en una mala alimentación de los chicos.
Esto de la inmediatez del paquete que todo lo resuelve es un factor común que se ve en las consultas, cuando al indagar descubro chicos que desayunan galletitas con chocolatada. Hay un exceso de azúcares en la alimentación de todos los días. La verdad es que los niños se alimentan mal, comen muchísimos ultraprocesados, con exceso de azúcar, colorantes, aditivos, etc. y todo esto lo consumen en casa.
Sumado a esto, los chicos tienen exceso de tecnología y eso causa sedentarismo: están mucho tiempo sentados frente a las pantallas digitales.
- Timo: Es preocupante el alto consumo de alimentos procesados, azúcar, bebidas gaseosas y golosinas. Estos hábitos están impactando de tres maneras en la población infantil: obesidad, malnutrición y adicción al azúcar y los carbohidratos. De estas, se derivan muchos problemas de salud que los niños padecen actualmente: alergias, falta de energía, bajo rendimiento escolar, infecciones recurrentes, hiperactividad, problemas de sueño, trastornos digestivos.
- Viva: Los niños y niñas crecen y se nutren de las experiencias que viven. El uso de pantallas ha tenido un impacto no sólo en el peso, con la aparición del sedentarismo y obesidad infantil, sino también en el vínculo que genera el uso de pantallas durante la alimentación, la real desconexión de lo que están comiendo, enfrentados a un estímulo visual constante que los distrae, los aleja y desconecta del propio registro del hambre y la saciedad, además de que les impide compartir el momento de comer como un acto social.
Lo preocupante es que a edades cada vez más tempranas se usan las pantallas “para que coma” y “para que no se distraiga”, lo que genera un efecto totalmente opuesto. Su uso debe ser regulado, adecuado y restringido para edades tempranas. Evitar usar las pantallas para que “coma mejor” y como adultos también estar presentes.
Los días con más horas de sol, ¿una oportunidad para ponerlos en movimiento?
Ante el escenario planteado por las especialistas, la primavera y la llegada de los días más largos parecen ser una buena oportunidad para que quienes aún no retomaron sus actividades deportivas lo hagan.
Para Timo, “los ritmos y ciclos de la naturaleza influyen notablemente en los seres humanos, sobre todo los niños, que están muy conectados con su instinto. En esta época, ellos buscan naturalmente estar al aire libre y disfrutar del sol, la pileta y la naturaleza”. Y amplió: “Es importante proponerles actividades y hacer salidas juntos. Muchos niños se han hecho adictos a las pantallas y cuesta sacarlos del sedentarismo, esa ha sido una de las consecuencias de la pandemia. Pero la mayoría, disfruta de las actividades al aire libre, las salidas recreativas o el deporte”.
“La finalización del ciclo lectivo es un momento de reorganización familiar muy complejo, donde los peques terminan pero los adultos seguimos trabajando -opinó Viva-. Transitamos un año que permitió la presencialidad sin protocolos, pero los peques han sufrido muchas enfermedades estacionales a lo largo del año. Hoy se está viendo que esta circulación de gérmenes parecería estar en descenso y esperemos sea una oportunidad para poder iniciar vacaciones, colonias o bien organizar algunas actividades para los más pequeños”.
A su turno, Briz fue determinante al asegurar que “se debe evitar el sedentarismo de forma consciente. Cualquier tipo de actividad cotidiana es mejor que permanecer sedentario, por ejemplo, ya sea caminatas, andar en bici, pero fundamentalmente potenciar la actividad extra escolar y que lo elegido sea algo que le guste al niño, manteniendo de esta forma su constancia y fomentando el hábito”.
“La actividad debe ser un momento de diversión y juego, de manera que mantener un hábito divertido se incorpore con más facilidad que los hábitos saludables impuestos y muy sacrificados en los niños -apuntó la nutricionista-. Tengamos en cuenta que los hábitos que se adquieren durante esta etapa de la vida se mantienen, si queremos tener adultos sanos debemos criar niños que tengan interiorizados un estilo de vida saludable”.
Consultada acerca de cuál es la mejor manera de iniciar a un niño en alguna actividad física o práctica deportiva, Viva señaló que “es sumamente importante no forzarlos a realizar una actividad por la expectativa de los adultos”. “La actividad deportiva no debería ser competitiva sino un momento para el disfrute y juego, para comprender las reglas y aprender a estar en un equipo, donde se desafíe y aprendan valores como el compañerismo, la empatía y poner en marcha el cuerpo, no solo ganar o perder”, opinó.
A lo que Timo agregó: “Desde temprana edad los niños tienen la necesidad del movimiento. No estamos hablando de una práctica deportiva sistematizada, sino de poder expresar libremente y trabajar la corporalidad. Cuando hablamos de movimiento, nos referimos a actividades muy diversas, como correr, saltar a la cuerda, jugar a la pelota, bailar, patinar, nadar o jugar en el agua o con su mascota, andar en bicicleta, hacer jardinería, andar a caballo, trepar árboles o ayudar en las tareas de la casa, son diversas expresiones del movimiento natural que un niño pequeño necesita. Un niño que no se mueve, no está dando libre expresión a su ser”.
Y tras señalar que “en la etapa escolar y la adolescencia, los niños ya prefieren los deportes en equipo, competencias, ir al gimnasio, practicar danzas. Incluso las salidas al aire libre, campamentos, excursiones o la práctica de deportes en familia”, la pediatra remarcó que “los niños siempre aprenden más del ejemplo que del precepto, de manera que deben ver en sus padres reflejado este estilo de vida. Otro aspecto clave, es que realicen actividades que ellos disfruten y en compañía de sus pares. Nunca obligarlos a realizar una actividad o elegir por ellos. Lo importante es salir del sedentarismo y moverse”.
En línea con esto de que los padres deben “predicar con el ejemplo”, Briz aportó: “Generar un ambiente seguro y saludable en el hogar es la mejor manera de introducir a los más chicos en el cuidado de su salud integral; la alimentación y los hábitos saludables deben ser para todos los integrantes de la familia, se debe maximizar la disposición de alimentos naturales, como agua, frutas y verduras frescas y de estación y apuntar a cambios en la alimentación tendientes a sumar alimentos integrales, galletitas caseras, entre otras incorporaciones”. “Y disminuir paulatinamente hasta eliminar el consumo de galletitas, golosinas, bebidas azucaradas, productos de panadería, alimentos ricos en azúcar y grasa -agregó-. La familia es el círculo más cercano de contención para los niños”.
Casi a modo de mensaje final, Timo sostuvo que “se calcula que para 2050, la mitad de la población mundial podría padecer diabetes tipo 2. Estas tendencias son alarmantes y están en relación a los patrones de consumo y tipo de alimentación que predomina en occidente en la actualidad. Hoy en día, la obesidad y la malnutrición infantil constituyen una pandemia, que viene de la mano de la mala alimentación y el sedentarismo”.
“Es fundamental que tanto padres como educadores, tomen conciencia de la importancia de la educación alimentaria, tanto en el ámbito familiar como institucional. Mejorar la calidad de la dieta infantil, promover los kioscos saludables en las escuelas y clubes, ser previsores a la hora de organizar y planificar el menú infantil, ordenar hábitos y rutinas en los niños y saber poner límites con amor, son algunos aspectos importantes”, concluyó la pediatra.