Luego del escándalo no hay fecha para sesionar y se trabarían varias leyes
Entre los proyectos que esperan sanción aparecen algunos claves que reclama el gobierno como la nueva moratoria previsional, el fomento de la agroindustria y la creación de nueve universidades.
El escándalo que el jueves protagonizó la Cámara de Diputados no sólo profundizó la fractura ya expuesta entre el oficialismo y Juntos por el Cambio, sino que además amenaza con trabar la sanción de un paquete de leyes que el ministro de Economía, Sergio Massa, reclama al Congreso con cierta urgencia antes del final del año parlamentario.
Una de las iniciativas que quedó en jaque es la que la reforma de la ley de prevención y persecución contra el lavado de activos y la financiación del terrorismo. El Gobierno envió la iniciativa en junio pasado con el fin de adaptar la legislación argentina a los requerimientos del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que el próximo año realizará una auditoría sobre el sector público y privado argentinos para evaluar la efectividad en la prevención del lavado de dinero.
Otro de los proyectos del oficialismo que queda a medio camino es el que propone instrumentar un nuevo plan de pago de deudas previsionales antes de que venza, a fin de este año, la actual moratoria previsional. Desde ANSES estiman que sin esta ley unos 800.000 adultos mayores no podrán jubilarse y deberán recurrir a la PUAM (Pensión Universal para el Adulto Mayor), que equivale al 80% de una jubilación mínima.
En la agenda de los asuntos pendientes figura, además, el demorado proyecto de agroindustria, iniciativa que elaboró el Gobierno con el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), espacio conformado por más de 60 entidades del sector. Apunta a consolidar por medio de una serie de beneficios fiscales el desarrollo de la cadena sectorial a partir de la promoción de nuevas inversiones, al tiempo que proyecta la creación de 700.000 nuevos puestos de trabajo hasta 2030, cuando vencerá el programa.
De no acercar posiciones, el oficialismo, en minoría, difícilmente pueda avanzar con la agenda de proyectos del Gobierno. El conflicto entre ambos escaló a tal nivel de virulencia que va a ser muy complicado recomponer las relaciones y la confianza, admiten oficialistas y opositores. “Está todo roto”, se lamentan.