Gabriela Mayer: periodismo y la literatura, orillas del mismo río

La autora de "El pasado sabe esperar" reúne en su nuevo libro 16 cuentos que van de lo extraño a lo fantástico, siempre en un ambiente cotidiano y reconocible.

En su cuarto libro de cuentos, “Sueños como cuchillos”, la periodista Gabriela Mayer transita gradualmente de lo fantástico a lo extraño dentro de lo cotidiano en historias con una voz narrativa fuerte, mayoritariamente en primera persona, que sumergen al lector en una galería de personajes que van perdiendo la capacidad de volar, alimentan un odio exacerbado por la vecina, son víctimas de una invasión de cucarachas o se replantean sus últimas parejas amorosas.

En la contratapa del libro que editó Milena Caserola, el escritor y periodista Enzo Maqueira define el estilo de Mayer como “directo, filoso, al mismo tiempo alucinado” y lo emparenta con “la rica tradición de la literatura fantástica rioplatense que es también realismo crudo y desgarrador”.

Mayer es licenciada en Comunicación Social. Es periodista y escribió los libros de cuentos “Los signos transparentes”, “Todas las persianas bajas” y “El pasado sabe esperar”. Conversó con Télam sobre este volumen cuya tapa está ilustrada por su sobrina Lucía Martínez Meyer y los puntos de contacto del periodismo y la literatura.

—Tus cuatro libros se inscriben en el género del cuento, ¿no experimentaste en otros formatos?

—Gabriela Mayer: Solo al principio escribí algo de poesía, pero después me siento formateada para escribir cuentos. Las ideas que se me instalan las pienso en esa estructura. He llegado a pensar de que tiene que ver con la brevedad que me impone el oficio de periodista. O quizás con que soy bastante impaciente.
  
—¿Cuáles son las características de tu prosa que toma del periodismo?

— Muchas de mis lecturas están en ella. Incluso entrevistas propias que hice con preguntas a autores que me interesaban a mí como escritora, por ejemplo sobre el manejo de la lengua. Pero también las herramientas del periodismo, la brevedad, la precisión, el comenzar con algo impactante. Todo eso me aportó a la hora de construir historias porque, de alguna manera, el periodismo y la literatura son orillas del mismo río. Un día cruzás por un lado y otro día por otro, pero la persona que escribe es la misma y las herramientas también. Me llevó tiempo entender eso y en un primer momento pensé que eran escrituras disociadas. Ahora veo que no es así.
 

—Aunque los textos que componen “Sueños como cuchillos” son cuentos, hay personajes que transitan de uno a otro, escenarios que se repiten y le dan una uniformidad, conforman una especie de universo…

— En la segunda parte del libro trabajé con las miradas de infancia y las protagonistas aparecen en más de uno. Salvo el último cuento donde el que narra es un hombre joven , el Pájaro, que viene de mi libro anterior. Él ya aparecía en varios cuentos de “El pasado sabe esperar”. En algunos era protagonista y en otros un personaje secundario. En el caso de él, siento que es una especie de transición con mi obra anterior. El cuento en el que está él lo ubiqué al final porque es un cambio en las voces narrativas femeninas.

No me propuse armar esa unidad, pero sí creo que, sin proponérmelo, surgió un mosaico de cuentos que se dejan leer como si hubiese un trazo entre uno y otro.

— Salvo por la historia que le da nombre al libro, y que aparece al final, el resto son historias contadas desde la mirada femenina, ya sea de mujeres o de niñas o adolescentes…

— Sí. Hay voces de niñas, de nenas chiquitas, otras más crecidas. Pero la división en dos partes es clara ya que la primera parte son mujeres que ya están recorriendo el camino de la adultez.