Muchos tienen dificultad para iniciar o mantener el sueño y una de las causas que pueden estar detrás de esta situación es la falta de sincronización del reloj biológico con el ciclo ambiental de luz y oscuridad.

Según estudios, la actividad física durante el día y la exposición intensa a la luz diurna se relacionan con una mayor regularidad en el ritmo de sueño-vigilia y con una mejor calidad del reposo nocturno. Mientras que, cuanto mayor es la cantidad de tiempo que se pasa en estado sedentario durante el día, menor es la profundidad del sueño y peor la calidad del descanso.

Hábitos a implementar para mejorar la calidad del sueño:

– Intentar recibir la mayor cantidad posible de luz blanca durante el día. Mantenernos lo más activos posible físicamente durante el día, especialmente en las dos primeras horas. Para ello se recomienda, si es posible, ir caminando al trabajo o a la escuela.

– Hacer actividad física preferentemente durante la mañana o en la primera mitad de la tarde. Si no es posible, usar luz artificial intensa y blanca durante la actividad de aseo y desayuno, así como en los espacios de trabajo durante la jornada laboral.

– Realizar pausas en el trabajo, si este es sedentario, para moverte, al menos, durante unos minutos. Tratar de salir al exterior en esas pausas o colocarte cerca de las ventanas.

– Reducir los niveles de activación a partir de las 20 o 21 hs y usar luces más cálidas.

– Evitar a partir de esa hora las pantallas de los dispositivos digitales y contenido audiovisual que genere activación.. Si se va a ver una película o serie hacerlo mejor en la televisión. Si es imprescindible consultar el celular, computadora o tablet, programar siempre estos dispositivos en modo nocturno para filtrar la luz azul.

– Elegir actividades a partir de las 20 hs más o menos que favorezcan la desactivación, a menos que el resto de rutinas no lo permitan. Optar, si se puede, por actividades no relacionadas con el trabajo y que no generen malestar o estrés.