El pasado viernes Leandro Ramella se metió en la historia grande de la competencia. Si bien cuenta con una gran trayectoria dirigiendo en las distintas categorías del básquet nacional, ser la cabeza del último campeón la Liga Nacional no es algo que se da todos los días.

Luego del silbato final, la euforia también se apoderó del entrenador marplatense cuando terminó el encuentro. Buscó celebrar este premio de una manera especial. Recorrió el campo hasta llegar a su familia y comenzó los festejos con su hija en brazos. “Hace más de 30 años que soy entrenador, el recorrido no fue fácil, yo empecé desde muy abajo y hoy estar acá me hace acordar de muchas cosas, a mis hijas, a mi mujer que es la única que sabe todo lo que hace para que yo pueda estar acá y a mis padres”, explicó.

Sobre el último partido, consideró que lo decisivo fue el temple de todo el campeón. “Hicimos un gran trabajo defensivo, no solo hoy, sino en toda la serie. Cuando nos pusimos firmes, ellos estaban muy desgastados, Mainoldi no estaba al ciento por ciento y eso a la larga nos hizo ganar. Espero poder disfrutar este momento. Esto se dio por el desgaste de la serie. Jugar tres partidos en una semana no es fácil y creo que a la larga el desgaste nos llevó a quedarnos con el título”, afirmó.

Leandro Ramella asumió en Quimsa el sábado 11 de febrero, y desde entonces, el andar del equipo fue arrollador, tanto que en total cosechó un récord de 24 triunfos y tan solo 4 derrotas. Ya en playoffs la Fusión demostró que iba por todo. Y así fue, ya que sus números fueron casi perfectos: ganó 10 partidos y solo perdió un juego.

Los miles de hinchas que cubrieron el nuevo estadio Ciudad festejaron haber vuelto a ser campeones tras seis temporadas le asignan mucho mérito a la llegad de Leandro, quien supo reponer un equipo que tuvo un comienzo irregular, cayendo en la Supercopa y no clasificando a la Copa Súper 20. La mejoría definitiva llegó en la fase regular, y se mantuvo durante los playoffs, etapa en la que Quimsa se mantuvo en gran nivel.