Santa Fe, una ciudad con 450 años de vida

De sus orígenes, la mudanza, el levantamiento de una nueva ciudad, a ser cuna de la constitución e importante a nivel Nacional, te contamos un poco de su historia.

Como todos los años, el 15 de noviembre, la sede del Gobierno provincial se establece en Cayastá. Allí, en el Parque Arqueológico Ruinas de Santa Fe La Vieja, se realizó el acto en el que se  recordó la historia.

Esa historia que empezó mucho tiempo atrás cuando el primer español en pisar tierras santafesina, Sebastián Caboto,  en 1527 fundó el fuerte Sancti Spiritus en la desembocadura del Río Carcarañá, y al que la población no tardó en abandonar.

Años más tarde, los españoles decidieron fundar otras poblaciones sobre la costa del río para "abrir puertas a la tierra", esto significaba fundar puertos para poder comercializar los productos de la agricultura.

Y aquí comienza la historia santafesina: el 15 de noviembre de 1573  Juan de Garay, por encargo del gobernador de Asunción, dejó oficialmente fundada la ciudad, en la barranca occidental del río de los Quiloazas, hoy Río San Javier. De acuerdo a algunos historiadores, Garay llamó a su ciudad Santa Fe en homenaje a la fe católica.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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"Cuando se funda Santa Fe, el 15 de noviembre de 1573 los que participan son 76 personas, entre ellos Juan de Garay, que además es fundada en un lugar que no estaba pensada. El lugar de fundación, al lado de lo que ahora es Cayastá (surge 200 años después como una reducción indígena), es consecuencia de un conflicto territorial de Juan de Garay con Jerónimo Ruiz de Cabrera, quien acababa de fundar Córdoba que venía con un plan preestablecido exactamente igual que el de Juan de Garay",  recordaba esta semana Gustavo Vittori por LT10.

Es así que "Santa Fe fue preconcebida como una estación intermedia para la refundación de Buenos Aires".

 

Los antiguos pobladores

A la llegada de los españoles, nuestra provincia se encontraba poblada por diversos grupo de nativos que eran los dueños de estas tierras. Organizados en Tribus, se han podido distinguir 4 grandes grupos: Zona central norte: mocovíes, avipones y tobas; Zona sur: querandíes.

Estos pueblos poseían un idioma y una cultura común, cuyos restos materiales enriquecen los museos de la ciudad. Algunos grupos vivían de la agricultura y la caza; otros eran solamente cazadores y pescadores. Existieron también tribus más pequeñas, llamadas ribereñas porque habitaban las costas del río Paraná. Estas eran las Timbúes, Corondas, Quiloazas y Mocoretás. 

La antigua ciudad

La ciudad, entonces, se recostaba sobre el Río San Javier, y se edificaba en torno a la Plaza de Armas, con su Cabildo y su Iglesia Matriz. Tenía once manzanas de Norte a Sur y seis de Este a Oeste.

Pero a la hostilidad de los aborígenes (tobas, mocovíes, guaraníes, abipones y calchines) que habitaban primitivamente la zona, se sumaba el acoso del río que con sus crecidas aislaba totalmente a la ciudad, anulando totalmente la función que había inspirado la fundación de Santa Fe: facilitar las comunicaciones entre Asunción y la metrópoli.

Así, tras setenta años de soportar esta situación, los pobladores decidieron abandonar la ciudad y reconstruir otra en un lugar más apropiado. 

El traslado y la nueva ciudad

Finalmente ese "lugar más apropiado" resultó ser el que actualmente ocupa la ciudad: a orillas del Río Salado.

El traslado hasta aquí, duró 10 años, y el 3 de abril de 1660 ya se encontraban instaladas en el nuevo sitio, llamado "Pago de la Vera Cruz", las autoridades capitulares.

La reconstrucción de la ciudad respetó la estructura y disposición de su antiguo modelo: la plaza principal, el Cabildo,las Iglesias de San Francisco y Santo Domingo.

A partir de entonces, estos hechos fueron reconocidos por la tradición popular, pero nunca documentados oficialmente. Hasta que tres siglos después, el gobierno santafesino inició excavaciones para determinar el emplazamiento de la antigua ciudad.

Para ese entonces, en el lugar se levantaba una colonia: Cayastá, fundada en 1867 por el Conde Tessieres le Bois de Bertrand, quien ni siquiera sospechaba en aquel momento de la riqueza histórica de la zona.

La tradición popular nunca había dudado del sitio original de la capital, a tal punto que en 1923, la conmemoración del 350° aniversario de su fundación tuvo como acto central la inauguración de un monolito en el lugar señalado por la leyenda.

Confiando también en la memoria colectiva, el Dr. Agustín Zapata Gollán, hundió su piqueta junto al monolito, dando nada menos que con las ruinas del templo de San Francisco.

Las excavaciones descubrieron poco a poco las principales construcciones de la antigua ciudad, objetos de uso cotidiano, planos y numerosos datos sobre las costumbres y la vida cotidiana de nuestros antepasados.

"Nuestra área fue de mucho intercambio cultural, porque siempre fuimos pobres. No era fácil traer todo de Europa, entonces se valieron de muchos materiales que eran propios de los aborígenes" contó la historiadora Ana María Cecchini de Dallo, quien también recordó que Zapata Gollán no era un hombre fácil de tratar, pero si un apasionado de su trabajo.

Además, la historiadora contó que tanto la Santa Fe actual como Santa Fe La Vieja tienen la particularidad de que son "ciudades mellizas" y que eso fue fundamental para la orientación de Zapata Gollán en sus investigaciones arqueológicas: "Él así sabía hasta a quién pertenecían las casas".

Por otro lado, aseguró que "hay un 65% que no se excavó por cuestiones científicas, porque nosotros los historiadores sostenemos que cada tiempo tiene nuevas preguntas y nuevos recursos. Quizás de acá a 20 años se busqué otra cosa".

Cuna de la Constitución Nacional, tierra de fanáticos, amantes del deporte, capital de la cumbia, y ciudad de santafesinos solidarios que supieron reinventarse y reponerse en la adversidad de inundaciones, entre otros tantos hechos históricos y características que la hacen especial, este 15 de noviembre, Santa Fe celebra 450 años de vida.