La pasión argentina: un fenómeno que conquista a los artistas internacionales
Si bien somos muchas veces criticados por nuestra forma de ser, el calor que demostramos en los estadios nos vuelve únicos en el mundo.
La Argentina queda lejos de todo. Que no se enojen los uruguayos, los chilenos, los brasileños, los bolivianos ni los paraguayos. Pero es cierto, estamos en uno de los rincones más alejados del mundo y muchos apenas conocen el nombre de nuestro país por Maradona, Messi o el Papa Francisco, pero sin saber dónde queda. También es cierto que nuestra economía es muy atractiva para los turistas para venir a gastar, sobre todo en restaurantes, pero no es un gran incentivo para venir a hacer negocios, en dólares. Sin embargo, los artistas internacionales encuentran en nuestro suelo algo único, que difícilmente encuentren en otro lado: el fervor del público.
Es cierto que somos muy conocidos gracias al fútbol, y no solo por los futbolistas antes mencionados ni por las tres copas del mundo, sino por la hinchada, por la gente dentro y fuera de los estadios. Donde hay argentinos hay "gorro, bandera, vincha", camisetas, tatuajes de los equipos, de la selección, de la Libertadores, del escudo del club, del Dibu, de Riquelme haciendo el Topo Gigio, del 9/12, y de todo lo que refleja lo que es una verdadera pasión.
Y eso que reflejan los medios internacionales cada vez que hay un Mundial, lo comprueban los artistas que vienen a hacer sus shows a nuestro país. Pero no en un partido, sino en sus propios recitales. Porque el argentino es pasional en cada evento multitudinario al que acude. Y eso, que nos parece normal a nosotros, no deja de sorprender al que viene del exterior.
Taylor Swift, Kiss, David Guetta, Coldplay, los Rolling Stones,y los Guns N' Roses, son solo algunos de los que vinieron y disfrutaron del calor argentino, aún en pleno invierno. Muchos de ellos vuelven cada vez que pueden, y no porque les guste nuestra carne -aunque también suelen elogiar-, sino porque acá disfrutan del show que arma la gente que paga por ir a verlos a ellos.
Cuando las luces se encienden en el escenario argentino, los artistas se enfrentan a una marea humana de emociones y energía. Lo que podría comenzar como un concierto típico se transforma en una experiencia única. Porque la característica más distintiva de los argentinos es su naturaleza demostrativa.
Los argentinos, en su gran mayoría, no tenemos miedo de expresar nuestras emociones en voz alta, y esto se refleja en el rugido ensordecedor de la multitud, los cánticos apasionados y los gestos efusivos. El fenómeno del pogo, esa forma caótica y enérgica de baile en la que la multitud salta y se empuja entre sí, también es parte integral de la experiencia. Lo que podría parecer un caos desde afuera es, de hecho, una expresión colectiva de alegría y euforia, más allá de que noté que las nuevas generaciones están cambiando los saltos descontrolados por filmaciones con sus celulares.
Los artistas que tuvieron la fortuna de vivir esta experiencia hablan con admiración sobre la conexión única que se establece entre ellos y el público argentino. Algunos incluso han llegado a afirmar que los conciertos en nuestro país son incomparables en términos de emoción y entrega. La calidez del público se convierte en una fuente de inspiración para los músicos, elevando sus actuaciones a niveles que no habrían imaginado.
En un mundo donde la música actúa como un puente cultural, nuestra pasión se destaca como un faro de intensidad y emoción. Una vez que un artista sintió el calor del público argentino, lleva consigo ese fuego en su corazón, recordando que, en algún lugar del mundo, hay un lugar donde la música se vive con una pasión única: en nuestra tierra.