Las opciones para la vuelta de Jaguares al Super Rugby
Un artículo de Stuff le puso luz y reflotó la posibilidad de la vuelta de la franquicia argentina al Super Rugby a partir de 2026. Para que esto se concrete, primero se deben alinear varios factores tanto en el marco internacional como al interior del rugby argentino. Escribe Alejo Miranda.
¿Vuelven los Jaguares al Super Rugby? Responder a esta pregunta tanto de manera afirmativa como negativa equivale a aventurarse más allá de la realidad. Entre el sí y el no aparecen por primera vez una serie de posibilidades que, más que nunca antes, le abren una hendija al regreso de la franquicia argentina. Un reciente artículo aparecido en Stuff, un sitio neocelandés, reforzó las expresiones recientes de Agustín Pichot y Gabriel Travaglini sobre las posibilidades del retorno. Por ahora, está más cerca de una expresión de deseo que una realidad concreta, pero lo cierto es que ambas partes, tanto desde Oceanía como desde la UAR, encuentran conveniente un reencuentro.
Desde que la pandemia cambió el mapa del rugby mundial y dejó a los Jaguares a la deriva al echarlos del Super Rugby, el rugby argentino se quedó sin una importante arma de desarrollo de jugadores de elite capaz de potenciar a los Pumas e impulsar desde allí toda la estructura. La aparición de la Liga Sudamericana (denominada hoy Super Rugby Americas) cubrió esta falencia sólo en parte: el nivel es muy inferior y la apuesta es a largo plazo, con preponderancia en el desarrollo de los países vecinos antes que al interior del rugby argentino.
Ahora, la posibilidad del renacimiento de Jaguares a partir de 2026 insinúa una nueva perspectiva. “No es una sorpresa que haya habido conversaciones sobre la posibilidad de que los Jaguares regresen al Super Rugby”, escribió Paul Cully en stuff.co.nz, uno de los medios más influyentes de Nueva Zelanda. En octubre de 2023, Gabriel Travaglini, presidente de la UAR, había afirmado en una entrevista con La Nación que la invitación estaba “sobre la mesa”. Más recientemente, Agustín Pichot agregó en diálogo con ESPN: “Los que estamos en la parte estratégica vamos a trabajar el Super Rugby, que es lo que estamos haciendo ahora".
La mayor dificultad, hoy por hoy, pasa por una cuestión logística. No hay vuelos directos de Argentina a Nueva Zelanda, Australia ni Sudáfrica. Reducir las horas de vuelo fue una de las premisas de los neozelandeses cuando optaron por cortarse solos. La posibilidad de hacer un equipo con base en alguno de esos países, como el caso de Moana Pacifika que juega en Auckland, no resulta atractiva para los argentinos. Es necesario encontrar un punto intermedio. Una posibilidad es que en la etapa regular, Jaguares compita con los equipos sudafricanos y se una a los neozelandeses y australianos en las instancias finales.
El regreso de los sudafricanos también es uno de los aspectos por resolver. Los cuatro principales equipos están cómodos en el United Rugby Championship con Irlanda, Gales, Escocia e Italia. Pero Sudáfrica tiene jugadores de sobra y hay interés de Cheetahs y Pumas, el equipo de la región Mpumalanga, con un lindo estadio en Nelspruit donde el seleccionado argentino jugará este año por el Rugby Championship (ya lo hizo también en 2016).
Stuff consigna el interés de expandirse también a Estados Unidos con una nueva franquicia, un viejo anhelo, e incluso la posibilidad de que Fijian Drua juegue de local en Hawaii.
De alinearse estas contrariedades, la UAR debe resolver su política de selección de jugadores. De volver, los Jaguares no deberían ser sinónimo de Pumas. Durante cuatro años, esto fue contraproducente para el seleccionado. La máxima de que en los Pumas juegan los mejores no puede torcerse. El desafío será encontrar una fórmula que permita tener una franquicia competitiva en el certamen hemisférico sin condicionar la libertad de los jugadores de actuar en Europa.
Otro desafío será el de hacer que no se superpongan el Super Rugby con el Super Rugby Americas. Hoy por hoy, se juegan en la misma época. ¿Tiene la Argentina la capacidad de tener semejante caudal de jugadores profesionales? ¿Es deseable que haya tantos? ¿Se puede correr el certamen regional a la segunda mitad de año? Así, habría una porción de los Jaguares que pasen a los Pumas y se junten con los de Europa y otra porción que se mantenga en actividad en las franquicias locales.
De cualquier forma, nada de esto será de provecho para el rugby argentino si no se trabaja, paralelamente, con una política de desarrollo del rugby de clubes. En los últimos años han surgido muchas voces reclamando que el auge del profesionalismo le quitó preponderancia a los clubes, que en definitiva son los primeros formadores de los jugadores y el corazón donde late el rugby argentino.
En marzo se van a cumplir cuatro años de la salida de Jaguares del Super Rugby. El rugby argentino no sólo se perdió de albergar un espectáculo deportivo de primer nivel mundial periódicamente, sino que, peor, vio cómo sus mejores jugadores se iban a Europa. La Argentina perdió el control de sus jugadores y, al mismo tiempo, una importante vidriera para la difusión del deporte.
El certamen también sufrió con la escisión. Sin los sudafricanos y con la merma en el rendimiento de los equipos australianos, reticentes a bajar su cupo de cinco equipos, el Super Rugby perdió en emotividad y competitividad. La merma en la asistencia a los estadios es elocuente. Lo más positivo fue la adición de las franquicias de Samoa y Fiji. Esta última, especialmente, resultó gravitante para que el seleccionado nacional tuviera éxito en Francia 2023, ya que aportó 18 jugadores al plantel de 33, más de la mitad.
La experiencia de cuatro años y fracción de la Argentina en el Super Rugby fue ampliamente satisfactoria, pero no llegó a cubrir la totalidad de la demanda a la aspiraba el rugby argentino. Es tan cierto que desarrolló un grupo de jugadores y los colocó a la par de los mejores del mundo como que terminó siendo contraproducente para el seleccionado. Los Jaguares llegaron a ser subcampeones del certamen en su cuarto año de existencia, en 2019, pero en todo ese lapso que transcurrió entre 2016 y 2020 los Pumas nunca terminaron de encajar en la nueva estructura. La salida anticipada de Hourcade y la eliminación temprana del Mundial de Japón 2019 reflejan esta circunstancia.
El regreso de Jaguares al Super Rugby estuvo latente desde la salida de Jaguares. Ahora, cobró más vigencia que nunca. Todavía hay un largo camino por recorrer.