Mide 2,1 metros y tiene el único local de ropa para gente alta
Pablo Palacios tiene un comercio dedicado a un nicho muy específico en el barrio de Villa Crespo
Pablo Palacios (50) mide 2,1 metros. En base a una necesidad, creo un emprendimiento del cual se siente orgulloso por el efecto que genera en el otro. “No hay nadie que haga lo mismo en Argentina ni en Sudamérica”, afirma sin vueltas desde su local emplazado en la zona de outlets de Villa Crespo. Desde allí, comercializa prendas y zapatos a un nicho desatendido de la población: el de las personas altas.
“Somos 45 millones de argentinos, de los cuales 18 millones son hombres. De ese total, un 20 por ciento miden más de 1,90 metros y de ese porcentaje, tengo un millón de potenciales clientes. En la actualidad tengo registrados unos diez mil, pero mi techo es altísimo”, detalla entusiasmado.
Sobre los datos concretos de la firma Palacios & Palacios, que ya cumple 18 años, explica: “Las ventas empiezan a crecer en septiembre, con picos que siempre se dan en noviembre y diciembre. El rebote viene en enero, febrero siempre es planchado, y luego comienza a recuperarse. Este 2023 rompí mi propio récord en noviembre facturando 10 millones de pesos. Para un negocio grande no es nada, pero para mí es muy bueno. En esas épocas se venden muchos ambos, sacos y pantalones”.
Su papá empezó con el negocio familiar. Él era fabricante de calzado de damas, pero una situación hizo que tenga que empezar a probarse en otro molde. Es que Pablo creció, y la curva de talles convencionales de los zapatos ya no le alcanzaba. Fue ahí cuando arrancó a diseñarle unos que pueda usar. Su mamá, que era modista, ponía lo suyo y creaba prendas con el largo suficiente para que se sienta a gusto.
“Es un nicho muy chico para las grandes marcas que no le interesa, pero para mi es rentable. La gente cree que un talle especial es para sobrepeso. Pero nada que ver. Nuestro problema es el largo. Comprarnos una camisa XXXL es un problema porque nos queda ancha, y a la vez no cumple con el largo. Hay gente que se compra un pantalón cuatro talles más del que necesita como para que al menos se acerque al largo”, relata sobre la problemática.
-¿Cómo se dio el proceso?
-Investigando. Lo más importante fue que los talleres me den bola. Las prendas que yo mando a fabricar no entran en el corte general. Si una gran marca presenta la colección de invierno en febrero, yo recién lo puedo hacer en abril porque están ocupados con ellos.
-¿En qué momento lo viste como una oportunidad?
-Cuando jugaba al básquet tenía un representante que era el de Manu Ginóbili y Fabricio Oberto. Tuve la suerte de vestirlos. Un día me dice que estaba viniendo de Italia Román González a casarse, y que necesitaba un par de zapatos. Lo contacté, me compró y a partir de ese momento comenzó a darse un boca a boca que hizo que se genere un circuito. Luego vinieron Agustín Loser, Ezequiel Palacios, Luis Scola y fui el proveedor de calzados para los integrantes del Mundial de Rugby de 2007 y de la Generación Dorada de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
-Y después vino la expansión.
-Si. Primero abrimos un local en la calle Centenera, en Caballito… cerca de mi casa. El crecimiento fue muy grande por lo que hace tres años nos trasladamos a esta zona de Villa Crespo que es ideal para los clientes que vienen desde el interior.
-¿Cuál es el nicho más fuerte de clientes que tenes?
-Hombres de 30 a 50 años que tienen poder adquisitivo. Los más chicos me compran algunas cosas, y el fuerte con ellos es más que nada los meses de fin de año con las fiestas de egresados y los cumpleaños de 15.
-¿Es un mito que este tipo de ropa es más cara que la de talles convencionales?
-No. Es más que nada por el aprovechamiento de la tela. Todo está calculado para que las piezas estándar entren en la tela sin desperdicios. Pero cuando te salís de ese esquema, tenes tela que se pierda. Sacas menos prendas, y te suma al costo. Los operarios cobran la hora de trabajo de la misma forma sea para hacer prendas convencionales o como las mías, y para estos casos el ritmo de producción es mejor.
-¿Pensas la idea en expandir la producción?
-Si. En los últimos años me animé a hacer remeras oversize, que ahora se usan mucho. Tenemos bastantes pedidos para que hagamos ropa de mujer. Ellas pueden arreglarse mejor porque usan como alternativa un jean corto y no se nota. A veces vienen mujeres y compran jeans, aprovechando que ahora también se usa la ropa más grande. Pero todavía no me animo porque tendríamos que satisfacer cuatro temporadas.
Barajar y dar de nuevo
“Me rompí muy rápido la rodilla. Y la verdad es que no era el destacado. Pero me costó mucho dejar la actividad. Así que me puse a estudiar Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires hasta que me largué con esto”, dice el emprendedor que está casado y tiene dos hijos.
“Franco (20) y Lucas (18) son más altos que yo. Ellos me ayudan mucho en la parte de recomendarme las cosas que le gustan a los más jóvenes. Son sinceros y me dicen qué no se pondrían y que sí. Es lo que vale. Mi señora mide 1,76 así que somos una familia de altos”, detalla entre risas.
-Pero el hecho de dejar tu carrera deportiva no fue el único momento complicado…
-No. Los primeros tiempos con la marca fueron difíciles porque la expectativa era más grande. No tenía la rentabilidad necesaria porque, desde la inexperiencia, me comía de calcular ciertos gravámenes.
-¿Y después te acomodaste?
-Si. Aunque en pandemia estuve a punto de cerrar. Mi señora es odontóloga, y en ese momento trabajaba en un hospital. Tres días antes de que se decrete la cuarentena me dijo que se iba a venir algo fuerte, por lo que vinimos y vaciamos el local. De esa forma pudimos subsistir haciendo envíos por correo. De esa situación lo que aprendí es a no planear a largo plazo. Es mejor hacer una producción chica y repetirla a los dos meses, que hacer una grande y clavarte.
-¿Cuál es el panorama de ahora?
-Más allá de esa facturación récord de noviembre, el contexto actual afectó todo. Yo perdí una temporada entera de camisas porque la tela no entró por los problemas de importaciones. No tuve camisas blancas por un año, eso es un desastre. El mes pasado renové el contrato de alquiler del local y fue un sacudón grande. Hay que sobrevivir.