El G-20 presiona a Europa para que aumente sus planes de rescate
na vez más la clave es Alemania. Los ministros de Finanzas de las 20 mayores economías del mundo reunidos este fin de semana en México en el marco del G-20 se han comprometido a trabajar para acordar el próximo abril un segundo plan de rescate global valorado en unos 1,5 billones de euros que evite que se extienda la crisis de la deuda de los países de la eurozona. Una promesa de ducha de dinero futura para impedir que se propague el incendio cuando los bomberos no se ponen de acuerdo sobre quién pagará la factura del cortafuegos.
Justamente esa palabra, "cortafuegos", se ha convertido en el mantra de las intervenciones de los ministros y gobernadores de los bancos centrales de los países del G-20 reunidos en el Hotel Nikko de la capital mexicana. Para que en la próxima reunión del G-20, prevista para abril en Washington, se concrete ese plan de rescate global se han discutido dos iniciativas interdependientes: primero Europa debe aumentar los fondos propios de sus fondos de estabilización y después, una vez demostrada la voluntad europea, el resto de países incrementarán los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI) con 500.000 millones de euros.
Como recoge el comunicado final de la reunión, la decisión europea de poner más dinero representará un "paso esencial" para que otros países como China o Japón aumenten su contribución al FMI. Pero en esa decisión europea es crucial qué posición adoptará Alemania, que de momento ha arrastrado los pies. El Gobierno de Berlín considera que ya hay suficiente dinero en el fondo de rescate de la eurozona, conocido como Mecanismo de Estabilidad Europeo (ESM, en sus siglas en inglés) y se ha pronunciado en contra de combinar éste con el otro fondo temporal, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
No obstante, a última hora del domingo parecía que el tono de Alemania era más conciliador. El ministro español de Economía, Luis de Guindos, ha observado una "actitud positiva" por parte alemana, si bien ha señalado que "Alemania tiene sus tiempos". El tema estaba en la agenda de la cumbre europea de los próximos días 1 y 2 de marzo pero el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, ya se ha apresurado a precisar que se debatirá "a lo largo del mes de marzo".
Otros funcionarios reunidos en México se muestran mucho menos convencidos de que Alemania acepte la fusión de los dos fondos europeos y se cree un enorme cortafuegos de casi un billón de euros. De Guindos ha apuntado la posibilidad de que "la parte de dinero no utilizada del fondo de estabilidad temporal (unos 250.000 millones de euros) se sume a los 500.000 millones del ESM, lo que daría un total de 750.000 millones". Esta cantidad, unida a los fondos propios del FMI, más un incremento de éstos en 500.000 millones de euros daría esa cifra de 1,5 billones de euros para el macroplan de rescate global.
Que esta maniobra contable sea suficiente para las potencias que no pertenecen al euro del G-20 se verá en las próximas semanas. El secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, ha celebrado que "Europa hubiera actuado para reducir de forma significativa el riesgo de una crisis financiera catastrófica" pero ha advertido a renglón seguido de que "el FMI no puede sustituir la ausencia de un plan de rescate europeo más fuerte ni puede avanzar sin una mayor claridad de los propios planes europeos". Estados Unidos y Canadá ya han manifestado su resistencia a aumentar su contribución al FMI este año dejando la pelota en el tejado de China y Japón.
La posición alemana, clave como principal economía de la eurozona, se desvelará también en los próximos días, El Gobierno de Berlín encara una fuerte oposición de la opinión pública al segundo plan de rescate de Grecia aprobado recientemente por 130.000 millones de euros, -el 62% de los consultados se opone según un sondeo publicado el domingo por el diario Bild am Sonntag- y debe ser aprobado por el Bundestag este lunes. Buena parte del establishment y de la opinión pública alemana consideran que los planes de rescate temporales desincentivan la disciplina fiscal de los países endeudados.
Fuera de la crisis europea, el otro tema del cónclave del G-20 en México ha sido Irán y los planes occidentales para reducir las importaciones de su petróleo. Geithner se ha felicitado por la constitución de un frente unido de boicot que impida a Irán avanzar en su programa nuclear y dijo estar satisfecho con lo ya hecho para asegurar fuentes alternativas en el suministro de crudo pero el temor a una súbita subida del precio del petróleo -el viernes llegó a los 125 dólares el barril, el nivel más alto de los últimos 10 meses- planeaba por las salas del Hotel Nikko. Lo último que le faltaba a la maltrecha economía mundial era una embestida externa por causas geopolíticas.