La inundación de Santa Fe: una recorrida con voces de la tragedia

En esta nota, repasamos el minuto a minuto de la inundación de 2003 en un compilado de audios con la palabra de sus principales protagonistas: funcionarios, damnificados, voluntarios y también periodistas. Un material imperdible recopilado durante centenares de horas de transmisión de la radio.

Cuando quedan registradas, a las palabras no se las lleva el viento. Y las palabras que dejó la inundación de 2003 fueron muchas, y quedaron registradas en el archivo de LT10.

“Voces de una tragedia” es una compilación de 60 minutos que resume 240 horas de transmisión de nuestra radio. Aquí, honramos ese arduo trabajo y rememoramos aquellos audios que, por uno u otro motivo, no deben ser olvidados.

LT10Radio · Ángel, vecino de barrio Schneider

Los primeros indicios

Era 28 de abril de 2003. Hacía días que no paraba de llover, y vecinos del noroeste de la ciudad ya contaban a través del móvil de Juan Trento que tenían un metro de agua en sus casas, y que no estaban recibiendo ningún tipo de asistencia por parte del Estado. Para media mañana, ya ni siquiera pedían arena para frenar el agua: pedían botes para poder escapar.

LT10Radio · Vecinos pidiendo ayuda

 

Al mismo tiempo, los funcionarios ya emitían sus pronósticos desacertados: el ministro de Obras Públicas, Edgardo Berli, sólo sugería que podía llegar a ingresar el agua en algunas viviendas del oeste, y el intendente Marcelo Álvarez –ahora, recientemente fallecido-  enumeraba sin alarmarse los pocos centros de evacuados disponibles.

LT10Radio · Marcelo Álvarez

Horas después, en la tarde de ese lunes, Luciana Trinchieri reflejaba un corte de tránsito en el ingreso a la autopista, progatonizado por vecinos de Barranquitas que exigían la presencia de autoridades para salvar sus pertenencias.

El gobernador Carlos Alberto Reutemann reconocía, en tanto, que el pico afectaría a “mucha gente” en Santa Fe porque se estaba ante una situación “totalmente anómala”, y pedía la colaboración de “miles y miles de personas”.

LT10Radio · Carlos Reutemann

Esa misma tarde, cuadrillas hídricas de la Provincia y el Municipio trabajaban inútilmente para contener la masa líquida que se filtraba por el golf del Jockey Club. El ministro Berli todavía confiaba en el éxito de esa operación, o en una eventual evacuación ordenada.

LT10Radio · Edgardo Berli

En cambio, el director de Hidráulica Ricardo Fratti (único funcionario que fue removido de su cargo) se acercaba más a la verdad, al advertir sobre la precaria situación de la defensa oeste a la altura del Hipódromo, que generaría “varios miles” de evacuados.

LT10Radio · Ricardo Fratti

Al mismo tiempo, otra amenaza se ceñía sobre el oeste: la luz del puente de la autopista operaba como dique de contención, y eso empeoraría las cosas. Pero no fueron los responsables del Estado quienes lo anticipaban, sino nuestros oyentes:

LT10Radio · Ángel, vecino de barrio Schneider

El ingreso del Salado

En la madrugada del 29 de abril empezábamos a sospechar lo peor. Recreo, el pueblo situado a sólo 16 kilómetros de Santa Fe, ya estaba bajo agua. Su presidente comunal, Juan Carlos Patricelli, manifestaba su desazón por LT10:

Desde las 6:30, y por el lapso de tres horas, el intendente visitó nuestra emisora. Con un evidente afán de llevar tranquilidad, pero sin información sobre lo que estaba realmente ocurriendo, esgrimió las frases más desacertadas, algunas de las cuales los harían tristemente célebre en el capítulo Inundación:

Paralelamente, y con el titular del Ejecutivo municipal aún en la radio, Juan Trento describía el “verdadero mar” que ingresaba a la ciudad a través de la defensa inconclusa. A las 10 de la mañana, el gerente de Noticias  Mario Cáffaro agregaba que el agua había tomado circunvalación y Mendoza:

Para el mediodía del 29, todo era caos y desesperación. Gisela Vallone, que por esos días presenciaba cómo su casa de la infancia, sus recuerdos y el taller de su padre se desvanecían bajo el líquido barroso, trabajaba sin descanso con los damnificados. Conjuntamente, su colega Luciana Trinchieri acompañaba el éxodo masivo y descontrolado que se multiplicaba en los barrios de la ciudad:

A las 15, el Hospital Alassia, orgullo reciente para Santa Fe, sentía el embate del Salado, ante el estupor de empleados y vecinos, que hacían lo imposible por evacuar a los niños internados. Reutemann se hacía presente en el lugar, y en una lluvia de insultos desesperados, evadía preguntas sobre las obras que no se habían hecho:

sa noche, en un Centenario sin servicio eléctrico y con un clima aún lluvioso, el Salado ingresó al estadio Brigadier López, como corolario de su arrolador paso por la totalidad del norte y el oeste de la capital provincial.

Con el río en la ciudad

En la madrugada del 30 de abril, la inseguridad se apoderó de los barrios. Había saqueos, robos y cobros de “peaje” a los camiones con ayuda, pese a lo cual el ministro de Gobierno, Carlos Carranza, afirmaba que no se detectaban delitos que ameritaran preocupación.

En el sur de la ciudad, Juan Trento describía cómo el lago General Manuel Belgrano “se tragaba” el Parque del Sur y el histórico Club Quillá, y a unas pocas cuadras de allí, Gisela Vallone relataba lo impensable: se estaba inundando el microcentro.

Cuando caía la noche, el gobierno decidió hacer volar tramos del terraplén Irigoyen para abrir la avenida Mar Argentino, lo que descomprimió los anegamientos en el sur y en unos pocos sectores del suroeste.

El jueves 1° de mayo, el gobernador hacía una breve apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura, diciendo que debía dedicar su tiempo “a quienes lo habían perdido todo”. Ese mismo día, tras una extensa reunión con el ministro de Seguridad de la Nación, anunciaba la aplicación de la Ley de Seguridad Interior.

El país miraba, y se solidarizaba, con Santa Fe. Las donaciones llegaban sin solución de continuidad, y el Ejército debió hacerse cargo de su acopio y distribución desde el GADA.

Repercusiones políticas

El viernes 2 de mayo, por primera vez en ocho días, salió el sol. Una tensa calma se respiraba en las calles, aunque hacía 72 horas que se desconocía el paradero del intendente Álvarez.

Al día siguiente, en conferencia de prensa, Reutemann acuñó aquella frase que lo signó para siempre, y responsabilizó a los ingenieros de la Universidad por no haberle avisado lo que sucedería:

Ante esas declaraciones, la respuesta del rector de la UNL, Mario Barletta, no se haría esperar: menos de un día después, el ingeniero exponía ante la prensa los estudios pertinentes que la Universidad había presentado al gobierno provincial:

El 6 de mayo, ya en Santa Fe, el presidente Eduardo Duhalde daba su impresión sobre la inundación y anunciaba la llegada de recursos económicos.

En la misma conferencia de prensa, y con la causa penal por la inundación ya abierta, el gobernador se negaba a responder sobre la responsabilidad de la Provincia en la catástrofe:

Las voces más importantes

Las voces con pedidos no se acallaron en ningún momento: las necesidades persistían, y mucha gente aún no se había reencontrado con sus seres queridos.

Pero esas voces se complementaban con otras, las de la solidaridad y la gratitud, que también saturaban las líneas telefónicas de LT10 y que se transformaron, durante toda la tragedia, en el bálsamo que permitía sobrellevar aquellas duras jornadas.