En la noche de los penales errados, Banfield le ganó a Newell’s

El Taladro derrotó 2 a 0 a La Lepra en un duelo que se sancionaron 3 penales.

Banfield Newell’s cerraron la cuarta fecha de la Liga Profesional en un pálido espectáculo que se desarrolló en el Florencio Sola. A pesar de la ausencia de Marcelo Barovero, el Taladro contó con la notable producción de Facundo Sanguinetti, la figura de la fría noche del sur del conurbano bonarense que hizo todo lo humanamente posible para evitar las emociones.

El arquero hasta se lució con una maniobra extraordinaria para desviarle un penal a Juan Ignacio Rodríguez, quien desde los doce pasos intentó colocar la pelota junto al palo izquierdo del gran protagonista de la velada, pero no pudo quebrar la resistencia del héroe de la jornada.

Con las infracciones como recurso principal para cortar el circuito ofensivo de la Lepra, los de Julio César Falcioni se fueron conformes al descanso con el marcador en blanco. El uruguayo Mauricio Larriera, en cambio, apostaba por un libreto amparado en la paciencia para intentar lastimar a su rival.

En el complemento, los bonaerenses se encontraron con la pena máxima debido a la intervención del VAR. Cuando todo Banfield pedía una presunta mano de Éver Banega dentro del área, Germán Delfino le pidió a Leandro Rey Hilfer que mirara a través del monitor una sujeción de camisetas de Ian Glavinovich sobre Bruno Sepúlveda. El árbitro chequeó y cobró la condena; pero la ejecución de Milton Giménez se fue por encima del travesaño.

El delantero tuvo su revancha. Primero con un cabezazo que terminó en gol, pero el trazado de las líneas impuestas desde Ezeiza determinaron que su conquista debía ser anulada. Otra participación del VAR que continuó con otro llamado al juez para que vuelva a analizar una mano de Glavinovich dentro del área. Otro penal que asumió Milton Giménez. Lo llamativo fue que Lucas Hoyos consultó al banco sobre los remates de su rival y le pidieron que se quedara en el centro del arco. Efectivamente, el delantero fusiló al arquero, quien a pesar de haber adivinado la intención del goleador, el rebote se colgó del ángulo. Un grito llenó de desahogo que continuó con una obra magnífica del atacante que improvisó la mejor obra de la velada al desarmar a la última línea rojinegra y sellar el 2 a 0. Fue cuando finalmente el Emperador pudo levantar su pulgar para celebrar su primer triunfo en el campeonato.