Cerebro roto: la nueva adicción que genera internet
El término “brainrot” se refiere a los efectos que provoca pasar demasiado tiempo consumiendo contenidos online.
Si tú o alguien a quien quieres habla casi exclusivamente con referencias de internet — “tiene energía de novio golden retriever” o “enséñamelo, Rachel” (“Show it to me, Rachel”)—, puedes estar sufriendo una afección conocida como “brainrot”. Es decir, “cerebro podrido” en español.
El término se refiere sobre todo a los contenidos de internet de poco valor y a los efectos que provoca pasar demasiado tiempo consumiéndolos. Ejemplo: “He estado viendo tantos videos en TikTok que ya sufro de ‘brainrot’”.
El debate en internet sobre el “brainrot” se ha extendido tanto que algunos usuarios de las redes sociales han empezado a crear parodias de personas que parecen encarnar la afección.
Varios videos de la usuaria de TikTok Heidi Becker la muestran mirando a la cámara mientras utiliza una referencia de internet tras otra en un abrir y cerrar de ojos.
“¡Hola, ay Dios, si te queda el saco póntelo, al rey lo que es del rey!” (Hiii, oh my god, the fit is fitting, pop off king!”), dice al principio de un video reciente que tiene más de 220.000 me gusta.
Otras frases de su soliloquio son: “tiene energía de golden retriever”, una expresión del argot que describe a alguien que da la impresión de ser simpático, bobalicón o inofensivo, y “me gusta mucho dar paseos de chica sensual (#hotgirlwalking) y me gustan mucho las cenas de chicas”, referencias a actividades cotidianas a las que TikTok ha dado género y un nuevo nombre.
Acusar a alguien de tener “brainrot” no es un cumplido. Pero algunas personas muestran un cierto orgullo al admitirlo. Un reciente cuestionario de BuzzFeed en el que se retaba a los lectores sobre curiosidades oscuras de internet se titulaba: “Si apruebas este cuestionario sobre el ‘brainrot’, tu cerebro está cocido al mil por ciento”.
“Una de las maneras más fáciles de saber si el cerebro de alguien ha sido destruido por las redes sociales es notar con qué frecuencia esa persona hace referencia a la jerga de internet”, publicó hace poco el influente Joel Cave en un tiktok. “El hecho de que el internet pueda infiltrarse tanto en nuestro cerebro que la gente ni siquiera tenga control sobre lo que dice —solo tienen que hablar de cualquier meme que hayan visto mucho— me parece una locura”.
Algunas cuentas de redes sociales se dedican a crear “contenido sobre brainrot”, que se ha convertido en un propio subgénero de entretenimiento. El usuario de TikTok Fort History toma fragmentos de películas y programas de televisión y los dobla con la jerga más reciente de internet.
“Oye, Rizzler, hoy estamos solos tú y yo”, parece decirle Phil, de la serie Familia Moderna, a su hijo Luke en un video.
“Muy bien, ahora mismo bajo (All right I’ll edge right down)”, responde Luke.
Taylor Lorenz, autora de Extremely Online: The Untold Story of Fame, Influence, and Power on the Internet, dijo que consideraba “brainrot” (cerebro podrido) como un sinónimo de la frase en inglés “broken brain” (cerebro descompuesto). Ambos términos de internet se aplican a quienes han sido tan torcidos por lo que ven en línea “que han perdido la capacidad de funcionar en el mundo físico”, explicó Lorenz, columnista del Washington Post que antes fue reportera de The New York Times.
Adormecerse a uno mismo
Mientras el Laboratorio de Bienestar Digital trata de entender el uso de las redes sociales y crear normas saludables para ello, otros grupos están adoptando una postura más punitiva. Newport Institute, un centro de tratamiento hospitalario de salud mental para jóvenes adultos, empezó hace poco a reclutar a personas que sufren de “brainrot”. En su sitio web, el instituto anima a los padres cuyos hijos sufren “dependencia de las pantallas” y “adicción digital” a considerar planes de tratamiento en uno de sus centros repartidos por todo el país.
Para Rich y los expertos del Laboratorio de Bienestar Digital del Hospital Infantil de Boston, el “brainrot” no es tanto una adicción a internet como un mecanismo de defensa para personas que podrían tener otros trastornos subyacentes que los lleven a adormecerse con la revisión sin sentido de las redes sociales o con sesiones de juego demasiado largas.
“El internet y los juegos son utilizados, por ejemplo, por niños con TDAH que pasan el día en la escuela sintiendo que no pueden seguir el ritmo, que no pueden seguir lo que está pasando, no solo en el aula, sino incluso en el patio de recreo”, explicó Rich.
El objetivo de Rich es replantear el debate sobre el uso de internet y el teléfono de “bueno frente a malo” a “sano frente a menos sano”, en un intento por ayudar a padres e hijos a desarrollar mejores hábitos en línea.
“Satanizar el teléfono y las redes sociales simplemente no es realista en estos tiempos”, dijo Leena Mathai, estudiante de último grado de secundaria en Basking Ridge, Nueva Jersey, que también es consejera estudiantil del Laboratorio de Bienestar Digital. “Decir a los niños: ‘Ah, estás mejor sin tu teléfono’, o tratar de hacerlos sentir mal por querer usar su celular no es la mejor manera de abordar la situación, porque eso solo provoca que la gente quiera hacerlo más”.
“Usamos nuestros teléfonos para anestesiarnos a nosotros mismos”, añadió. “Sé que está muy mal y a la gente siempre le sorprende ese comentario, pero es muy cierto”.