Estos son los efectos de un Ironman en el cuerpo humano

Estos son los efectos de un triatlón de larga distancia antes, durante y después de la prueba.

El mero hecho de poder completar un Ironman es digno de admiración. Sin embargo, se debe tener en cuenta todos y cada uno de los procesos a los cuales se someterá el cuerpo humano durante la media de 10-12 horas que dura esta prueba (el límite tiempo son 17 horas, los ganadores suelen rondar las 8 horas, Patrick Lange ha establecido un nuevo récord en el Ironman de Kona – Hawaii con 8:01:39 horas).

La preparación del cuerpo ante el Ironman

Aunque en un principio combinar actividades tan diferentes como la natación, el ciclismo y la carrera pueda dar sensación de una “combinación amena”, cuando se empieza un triatlón de estas características, el cuerpo humano tiembla.

Para prepararse, el organismo empieza a potenciar el flujo sanguíneo por venas y arterias; asimismo, las células musculares ponen su maquinaria a plena potencia para poder ser capaces de quemar glucosa (azúcar) y triglicéridos (grasa) de la forma más eficaz posible mediante sus propios “hornos internos“, las mitocondrias. Esto generará los conocidos como radicales libres, capaces de dañar las membranas de las mismas células, produciendo el daño muscular asociado a una actividad vigorosa de estas características. Sí, un Ironman duele, y mucho.

De hecho, tan solo con completar un Ironman el cuerpo humano sufre una situación similar al envejecimiento producido por el paso de 20 años, aunque la prueba “solo” dure unas 12 horas. Aunque, como ya sabemos, las semanas de recuperación posteriores ayudarán a hacer reversible este envejecimiento corporal.

Junto al aumento del flujo sanguíneo (y por tanto un aumento del flujo de oxígeno) y la preparación de las células musculares también se liberan otras sustancias como las hormonas suprarrenales, donde destaca la adrenalina o epinefrina, con el objetivo de regular hasta el milímetro la respuesta cardiorespiratoria al intenso ejercicio que vendrá a continuación.

El juego bioquímico ha empezado, y muy pronto el cuerpo del atleta deberá hacer frente a la termoregulación, la deshidratación, el más que probable daño muscular, la desnutrición y la fatiga.

La regulación de la temperatura corporal durante un Ironman

Aunque algunos estudios de laboratorio habían sugerido la necesidad de una hidratación extra para mantener bajo control la temperatura corporal central durante una prueba como el Ironman, los estudios de campo más recientes, como el estudio publicado en el Journal of Sports Medicine en 2006, afirman que este es un problema muy leve.

A nivel central la termorregulación está garantizada, aunque conlleva una pérdida de hasta 1.8 kg de masa corporal y 1 kg de masa muscular según algunos trabajos (sobre todo en hombres, pero parece ser que no en mujeres según las investigaciones).

El organismo humano tiene sistemas eficaces para reducir la acumulación de calor corporal, entre los cuales destaca la transpiración, aunque es más eficaz disminuir la intensidad del ejercicio (cosa que no nos podemos permitir en un Ironman). La etapa del ciclismo es donde más aumentará la temperatura corporal, de forma progresiva, hasta finalizar toda la prueba. Eso sí, nunca se aumenta la temperatura central más allá de los 40ºC incluso en un día cálido, ya que el cerebro es capaz de regularla mandando señales como incomodidad o fatiga, con el objetivo de disminuir la velocidad y así generar menos calor.

Como todo, este sistema de autorregulación puede fallar, y pueden darse síntomas como mareo, desorientación o falta de coordinación. Ese es el momento de parar, pues no significa que haya aumentado la fatiga, sino que el sistema nervioso está fallando.

La regulación de la hidratación en un Ironman

Una de las cosas más llamativas que suceden en el cuerpo humano durante un Ironman es la elevada transpiración producida. En otras palabras, se suda mucho, muchísimo, pues la transpiración es esencial para mantener una correcta termorregulación como ya hemos comentado.

Por su parte, la sangre también colaborará en disipar el calor producido por los músculos, además de hacer llegar energía y líquido a las glándulas sudoríparas para que hagan su trabajo.

El problema que existe en este caso es que cuanto más se suda, más volumen de sangre se pierde, por lo que enfriar el organismo se vuelve más difícil. Sin embargo, aunque durante muchos años se creía que la deshidratación era una preocupación a tener en cuenta, la verdad es que dicha deshidratación solo aumenta de forma muy ligera la temperatura corporal.

Durante un Ironman un atleta suda un exceso de alrededor de un litro de líquido por hora: unos 9 kg de peso solo en líquido. Evidentemente este fluido debe ser reemplazado mediante la toma de bebidas durante la carrera o no podremos completar el evento. Eso sí, siempre contando adecuadamente las cantidades, pues llevar a cabo una correcta hidratación es muy importante en cualquier carrera, y más si cabe en un Ironman.

El daño del tejido muscular durante un Ironman

Junto al exceso de calor y el peligro de deshidratación, el daño del tejido muscular es uno de los grandes desafíos que sufrirá el cuerpo humano durante la prueba: una gran cantidad de células musculares se romperán o se dañarán debido a la tensión mecánica producida por las contracciones musculares como causa principal.

Asimismo, existen otras causas de daño muscular, como la mencionada descomposición de proteínas musculares como medio de obtención de energía, un proceso llamado catabolismo. Como ya hemos comentado, las proteínas pueden llegar a representar el 15% de la energía utilizada durante un Ironman, aunque no es la forma de energía preferida por el organismo.

La recta final de un Ironman

Los últimos kilómetros de un Ironman son una dolorosa experiencia única: tan solo levantar el pie del asfalto puede ser un suplicio, algo que se empeora tras haber realizado diferentes ejercicios como la natación y el ciclismo junto al maratón final.

Se produce un “efecto peso” en el tramo final, pues cada zancada pesa mucho más que en una carrera simple. El coste energético final es mayor debido a la fatiga local de cada músculo, por lo que se producen cambios en la forma de correr con el objetivo de proteger a dichos músculos de más lesiones o calambres.

Cuanto más cerca está la línea de meta, más se nota la fatiga y la pérdida de eficiencia mecánica, lo cual aumenta el tiempo de contacto con el suelo. Existe un debilitamiento generalizado evidente, tanto a nivel muscular como cerebral. Y precisamente este último protagonista, el cerebro, es el mayor responsable de la disminución de velocidad: disminuir el ritmo es una forma de proteger a todo el organismo.

Al final de la carrera el cerebro también está “cansado”, un proceso denominado fatiga central. Este órgano también acumula metabolitos durante la prueba, los cuales acaban ejerciendo una interferencia en su correcta actividad, produciendo en consecuencia sentimientos de malestar, pérdida de voluntad para seguir y fallos en el pensamiento y en el estado de ánimo. En el final de un Ironman, el cerebro falla tanto como los músculos.

Las secuelas y recuperación tras un Ironman

Si somos afortunados y todos los riesgos que se sufren en un Ironman nos permiten finalizar completamente el evento, aún falta un último factor a tener en cuenta: la recuperación tras un Ironman.

Asimismo, el sistema inmune se regula a la baja para evitar un exceso de respuesta inflamatoria tras el daño del tejido muscular sufrido durante el evento. El objetivo es evitar una inflamación sistema y fuera de control.

Finalmente, también se sabe que los triatletas que se someten a un Ironman sufren comúnmente un trastorno denominado “depresión post-Ironman” durante unas semanas. Probablemente tal depresión se deba a la alteración del estado del ánimo sufrida a causa de la fatiga central del cerebro, o bien a causa de una alteración de los neurotransmisores cerebrales por el sobreentrenamiento. Aunque, según los recientes hallazgos, se podría deber a un tipo de inflamación generalizada real, ya que en los últimos estudios se está empezando a vislumbrar a la depresión como una enfermedad inflamatoria y no como un trastorno mental como tal.