Hallan los restos de un boa gigante en Colombia
Apodada "Titanoboa", el reptil vivió hace 58 millones de años en las selvas pantanosas de Sudamérica; medía 14 metros y aplastaba a su presa con su fuerza de constricción.
Hace unos 58 millones de años, una víbora gigante se deslizó a través de las selvas pantanosas de América Latina y comenzó un reinado de terror.
Con un peso de más de una tonelada y 14 metros de largo, esta culebra gigante era capaz de tragarse a un cocodrilo entero sin mostrar siquiera un bulto. Hace unos años, sin embargo, los científicos ni siquiera sabían de su existencia.
"Uno no espera encontrar una boa de 14 metros ni en los sueños más arriesgados. La serpiente más grande de hoy representa la mitad de ese tamaño", dice Carlos Jaramillo, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y miembro del equipo que realizó el descubrimiento.
UN MUNDO DE REPTILES PERDIDOS
Se cree que la serpiente bautizada con el nombre de "Titanoboa" era pariente lejana de la anaconda y la boa constrictora, y no era venenosa, ya que aplastaba a su presa con una fuerza de constricción de más de 180 kilos por pulgada cuadrada: el equivalente al peso de un puente de Brooklyn y medio.
Los fósiles quedaron expuestos por la excavación en la enorme mina de carbón a cielo abierto de El Cerrejón, en el norte de Colombia. En 2002, científicos habían descubierto en ese lugar los restos de una selva tropical de la era del Paleoceno; tal vez la primera del planeta.
Así como hojas y plantas fosilizadas, desenterraron reptiles tan grandes, que desafiaban a la imaginación.
"Lo que encontramos fue un mundo gigantesco de reptiles perdidos; tortugas del tamaño de una mesa de cocina y los cocodrilos más grandes en la historia de los registros fósiles", dice Jonathan Bloch, un experto en la evolución de los vertebrados en la Universidad de Florida.
"Después de la extinción de los dinosaurios, este animal, la titanoboa, fue el depredador más grande en la superficie del planeta durante al menos 10 millones de años", afirma el Dr. Bloch. "Este fue un animal importante en todo sentido de la imaginación".
BÚSQUEDA DE CALAVERAS
Pero los científicos necesitaban el cráneo de la serpiente para llevarse una idea total de cómo lucía, qué comía y cómo podría relacionarse con especies modernas. El año pasado, un equipo se propuso encontrarla, con pocas expectativas de éxito. Debido a que los huesos de la calavera de una serpiente son tan frágiles, pocos sobreviven.
"A diferencia de nuestras calaveras, las de las serpientes no están fusionadas. En cambio, están conectadas con tejido", señala el Dr. Jason Head, especialista estos reptiles de la Universidad de Nebraska.
"Cuando el animal muere, el tejido se decompone y todos los huesos individuales generalmente se dispersan. Son muy delgados y frágiles también y con frecuencia son destruidos. Gracias a que la titanoboa es tan enorme y los huesos de la calavera tan grandes, se trata de una de las pocas serpientes que llegan al registro fósil".
Para su asombro, el equipo recuperó los restos de tres calaveras, con los cuales el reptil pudo ser reconstruido con exactitud por primera vez.
Desde ahí, fueron capaces de obtener una mejor sensación de cómo vivía y lucía la titanoboa. Ahora hay una réplica de tamaño natural en el Museo Smithsonian de Historia Natural en Washington, que comenzará una gira a nivel nacional en 2013.
Aparte de la emoción de descubrir una nueva y enorme especie de serpiente, el reptil puede decir mucho a los científicos sobre la historia del clima de la Tierra, y ofrecer un vistazo de los posibles efectos del actual calentamiento global.
Las serpientes no son capaces de regular su propia temperatura y dependen del calor externo para sobrevivir.
"Creemos que la titanoboa alcanzó este gran tamaño porque era mucho más cálido en el ecuador después de que los dinosaurios murieron hace 60 millones de años", afirma Bloch. "Pensamos que por eso los reptiles eran en general más grandes.
Esa habilidad para desarrollarse en un clima caliente podría ser relevante en el caso de que las temperaturas globales se eleven según las proyecciones de los científicos especializados en el clima, agrega Bloch.
"Es la prueba de que los ecosistemas pueden prosperar a temperaturas de los niveles que se están proyectando en el curso de los próximos 100 ó 200 años".