Entre el mito y la meteorología: el fenómeno de Santa Rosa
Cada fin de agosto, las lluvias intensas se asocian a una santa. ¿Pero qué dice la ciencia? Ignacio Cristina, del Centro de Información Meteorológica de la FICH-UNL, responde con datos y desmonta creencias populares.
Cada 30 de agosto se celebra a Santa Rosa de Lima, una figura religiosa que según la tradición popular estaría detrás de una violenta tormenta que salvó a Lima del ataque de piratas en 1615. Desde entonces, una parte de la cultura latinoamericana relaciona lluvias intensas con la fecha de su conmemoración. Sin embargo, el fenómeno conocido como “la tormenta de Santa Rosa” ha sido puesto bajo la lupa de la ciencia.
Según datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre 1906 y 2023 hubo tormentas entre el 25 de agosto y el 4 de septiembre en 67 de los 118 años registrados. Es decir, en un 57% de los casos. No siempre fueron lluvias intensas o destacadas, pero estuvieron presentes dentro de ese lapso. El fenómeno, entonces, no es una garantía, pero sí una probabilidad estadística que ronda el 50%, como explicó el referente del Centro de Información Meteorológica de la FICH-UNL Ignacio Cristina en una entrevista con LT10.
“Con el Servicio Meteorológico, con 114 años, ya ahora son bastante más, de estadística, se llegó a la conclusión de que el 50% de las veces, y el 50%, tal vez un poquitito menos, llovió o cayó una tormenta dentro de los cinco días alrededor de Santa Rosa”, afirmó Cristina.
Lejos de confirmar la creencia popular, el especialista deja en claro que la coincidencia con la fecha religiosa no tiene sustento causal, sino más bien una base climatológica y estacional.
Las razones científicas detrás de las tormentas
La segunda mitad de agosto y principios de septiembre marcan la transición entre el invierno y la primavera. Esta transición trae consigo la combinación de masas de aire frías y cálidas, que pueden generar tormentas.
“Estamos en la parte final del invierno y entrando en lo que se conoce como la primavera, que es una estación de transición”, explicó Cristina. “Podemos tener masas de aire que se configuran muy similares a las masas de invierno, pero ya también empezamos a encontrar masas que se empiezan a configurar muy similar a las del verano. Eso genera eventos convectivos”.
Los eventos convectivos son movimientos verticales de aire cálido y húmedo que generan nubes del tipo cumulonimbus, las mismas que producen lluvias intensas, granizo, rayos y truenos.
“Masas de aire la cual pueden presentar calentamientos desproporcionados para la época del año… generan una mezcla de masas de aire de distintas características”, añadió Cristina. “Por un lado, masas cálidas, y por otro, masas frías”.
Estas condiciones, comunes en fines de agosto, explican por qué no es extraño que haya una tormenta en torno al 30, aunque no hay garantía de que sea más fuerte ni más peligrosa que otras del año.
¿Y la “ciclogénesis”?
El término “ciclogénesis” se volvió frecuente en portales de noticias y redes sociales. Pero, como explicó Cristina, muchas veces se utiliza más como título sensacionalista que como término técnico.
“El término ciclogénesis existe y es totalmente válido”, aclaró. “Pero lamentablemente es la forma comercial que han utilizado muchos medios para decir básicamente lo que dijo el Servicio Meteorológico: que se desarrolla o potencia un sistema de baja presión”.
En otras palabras, la ciclogénesis no es más que el desarrollo o profundización de un sistema de baja presión atmosférica, que puede generar mal tiempo, lluvias o tormentas si se dan otras condiciones meteorológicas.
“Es lo mismo que decir ‘va a llover porque se está desarrollando un sistema de baja presión’. Pero como titular, paga más, vende mucho más hablar de ciclogénesis”, sentenció el meteorólogo.