Con el adiós al Boden, Argentina deja el estrangulamiento

Se cancela el Boden 2012 con un discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y el Tesoro tacha otro bono en dólares de su lista. Pero aunque el desendeudamiento es un hecho, con sólo un 19% de la deuda pública en manos privadas, el sector público se libera de un yugo para cargarse otro: la alta inflación para financiar el déficit fiscal.


De todos modos, el tic-tac de los vencimientos en moneda dura con el sector privado y los organismos internacionales no se apaga con la cancelación del bono que termina con el corralito de 2001.


En lo que queda de 2012, el Estado deberá abonar u$s 2.000 millones a los tenedores del cupón PBI. Pero en 2013 las obligaciones en dólares ascienden a u$s 4.600 millones (una caída del 30% respecto a este año), de los cuales el Bonar VII se llevará u$s 2.100 millones, sin contar con un nuevo cupón PBI.


Para 2014, la deuda en divisas cae a u$s 2.400 millones, esto es, un 65% contra 2012, con el Discount llevándose u$s 1.000 millones. En 2015, no obstante, la mochila del Estado volverá pesar porque deberá desembolsar u$s 8.200 millones, en gran parte porque vence el Boden 2015.


El menor peso de la deuda se logró gracias a la política de desendeudamiento que llevó adelante el gobierno en los últimos nueve años, a partir del canje de bonos (2005), siguiendo con la estatización de las AFJP (2008) y el financiamiento a través del Banco Central (BCRA, 2010).


Pero las arcas de la entidad monetaria no encontrarán alivio: si bien ahora no les faltará dólares para pagar la deuda externa, estarán obligadas a generar pesos para financiar el déficit fiscal.


Gracias a la reforma de la Carta Orgánica en marzo pasado, el directorio del BCRA puede fijar el nivel de reservas por debajo de la base monetaria y tiene un margen mayor para adelantar pesos al Tesoro.


Como consecuencia, MyS Consultores estimó que se emitirán este año unos $ 65.000 millones en concepto de adelantos transitorios y transferencia de utilidades contables al fisco contra $ 32.600 millones el año pasado. En tanto, el Tesoro utilizará u$s 9.000 millones de las reservas, en línea con el 2011.


Este financiamiento del BCRA se suma a los $ 57.000 millones que se emitieron entre 2009 y 2011 y a los u$s 21.200 millones que el fisco tomó de las reservas en el mismo período.


La fuerte emisión monetaria para financiar al fisco podría ser inocua si no fuera porque no llega a compensarse mediante otros instrumentos, por lo que el impacto en el nivel general de precios es de un alza superior al 20% en los últimos tres años.


La emisión y el impuesto inflacionario continuarán siendo el principal canal de financiamiento del gasto público, coinciden los principales analistas. “La modificación de la Carta Orgánica a principios de año permite especular con que esa institución continuará facilitando fondos al Tesoro ante las restricciones para fondearse en los mercados voluntarios de deuda. Así el BCRA se constituye en la principal fuente de financiamiento”, dice un informe de la consultora Quantum Finance.


El financiamiento del Central será necesario para pagar las cuentas del Estado si el gasto público sigue creciendo 5 puntos porcentuales por encima que los ingresos. Un estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal indica que si el nivel de ingresos crece al mismo ritmo que en los primeros cinco meses del año (27%), al igual que el gasto público (32%), el Estado obtendrá en 2012 un déficit primario de $ 16.000 millones y un resultado fiscal negativo de $ 63.000 millones.


El estrangulamiento externo ya no será un condicionante de las políticas públicas entonces, sino la inflación, que ahora las dejará sin aire en la medida que el Central siga como financiador del déficit público.


“Lo que antes se pagaba con superávit fiscal, ahora se paga con inflación”, indica Ramiro Castiñeira en un informe de la consultora Econométrica, y advierte que el sector público continúa desendeudándose a costa del impuesto inflacionario: “En una primera etapa el Tesoro le pasa la deuda pública al BCRA deteriorando su balance. Luego el BCRA le transfiere la deuda a los privados al devaluar la moneda y licuar su pasivo. Al final de cuenta, quien pagó la deuda pública fue el sector privado ante un menor poder de compra de la moneda nacional”.


El gobierno viene utilizando sin consecuencias políticas el impuesto inflacionario, pero desde fines de 2011 el sector privado toma nota del retraso cambiario y busca refugio en activos externos.
El Estado reaccionó restringiendo la venta de dólares. Pero no disimula el problema central: si continúa el déficit fiscal y se utiliza la emisión del BCRA para financiarlo, seguirá empujando la inflación y generando expectativas de devaluación.