Murió el saxofonista de Memphis La Blusera
\\"El saxo de La Paternal\\", fundador de Memphis La Blusera, falleció esta mañana a causa de una deficiencia cardíaca
En la melodía pegadiza y en el sonido cálido y envolvente de su saxo está el leiv motiv de "La bifurcada", uno de los clásicos de Memphis La Blusera, el grupo que fundó a fines de los 70 en Buenos Aires junto al bajista y compositor Eduardo "Ruso" Beiserman. Se trata, claro, de Emilio Villanueva, "el saxo de la Paternal", que falleció esta mañana, a los 59 años.
Personaje arquetípico de Buenos Aires, Villanueva dividió su formación entre viejos discos de pasta de Louis Armstrong y la Orquesta de Count Basie, pero forjó su estilo en el saxo tenor emulando al gran Lester Young y a Ben Webster. Su estilo, sin embargo, es tan deudor del jazz clásico y del blues de Chicago como de las orquestas de Troilo y Pugliese, y -fundamentalmente- del decir del Polaco Goyeneche. Porque si Otero, desde su poesía, fue el ideólogo del "blues porteño", Emilio le puso sonido y alma, con sus notas arrastradas, melancólicas, insuperablemente arrabaleras.
Hacia principios de los 90, Memphis llenaba dos Cementos al mes, y ya era un clásico del under. Fue en ese momento que comenzó su proyección hacia el mainstream. Un momento trascendental en la historia del grupo lo constituyeron las fechas compartidas junto a Taj Mahal y Albert King a principios de 1992. Y a partir de allí, un éxito sostenido que explotó con Memphis en vivo, grabado en el teatro Gran Rex en 1994, y la consagración mainstream gracias a clásicos que en ese entonces ya eran añejos, como "Montón de nada" y "La bifurcada".
Buenos Aires, en esos años, se había transformado en una ciudad blusera. Y el Samovar del Rasputín, en el barrio de La Boca, era una sucursal de los clubes de blues de Chicago. En ese escenario, a fines de 1993, el gran guitarrista Hubert Sumlin grabó un disco en vivo acompañado por un seleccionado local que incluía al productor y difusor Adrián Flores en batería, al guitarrista León Almará (miembro fundador de La Blusera) y, por supuesto, al "saxo de La Paternal". Chequeen, nomás, la versión de "(Back at the)Chicken Shack" que cierra el álbum.
Invitado estable de las leyendas que visitaron Buenos Aires durante esa década, Villanueva también compartió escenarios con Larry Mc Cray, Magic Slim, Lefty Dizz y Junior Wells. Viajó varias veces a Chicago, y se ganó el respeto de los bluseros originarios en zapadas y presentaciones en clubes autóctonos. Entre la melancolía de un solo memorable en "Arlequines y Payasos" (Memphis La Blusera, 1990) y la impronta swingera de "Decime cuando" (Tonto rompecabezas, 1989) se encierra el gen del "saxo de La Paternal", fundamental en el ADN del sonido de Memphis. Su muerte, apenas cinco meses después de la del cantante Adrián Otero, multiplica la tristeza en un año doloroso para el blues argentino. ¿El consuelo? Tal vez ahora mismo, en un cielo donde siempre es un bar, donde siempre es de noche y donde siempre suena blues, en una esquina porteña con ecos de Chicago, Emilio y Adrián estén bailando juntos un boogie-woogie, como tantas veces hicieron sobre el escenario. Acaso ese sea el mejor consuelo para tanto blues.